Enrique Pérez Quintana
El presidente del partido Morena, Andrés Manuel López Obrador, es afecto a descalificar a sus adversarios y asignarles calificativos para denigrarlos y desprestigiarlos frente a sus seguidores y los medios de comunicación, por ejemplo se refiere a la “Mafia del poder” y dice que la dirige Carlos Salinas de Gortari.
Cuando perdió las elecciones en 2006, con disgusto dijo: “Al diablo con las instituciones”, pero hoy vive de lo que recibe del Instituto Nacional Electoral, aunque una pregunta frecuente es: ‘¿de qué vive y como financia su peregrinar por el país’ “?
Hace un mes presentó su declaración 3 de 3, pero su criterio sobre este requisito de transparencia para quienes tienen una vida pública y aspiran a dirigir el país, como él, es que es una simulación, pero cumplió el compromiso que hizo con el periodista Ciro Gómez Leyva de presentarla y hacerla pública.
Cuando López Obrador hizo pública su 3 de 3 sorprendió a muchos cuando informó que no tenía nada. “Realmente no tengo bienes materiales; ya lo que tenía lo cedí, lo entregué a mis hijos. A mis hijos mayores desde que falleció Rocío (Beltrán Medina, quien fue su esposa), se les entregó lo que les correspondía. A Jesús Ernesto (el menor de sus cuatro hijos), le entregué la casa que me heredaron mis padres en Palenque, es una quinta de alrededor de 13 mil metros cuadrados, una hectárea, y se dividió entre los tres hermanos grandes.” (Excélsior, 14 de septiembre 2016)
Por estos días el periódico Excélsior documentó por medio de un reportaje la simulación en la que incurrió López Obrador al afirmar que no tenía nada por haberlo donado a sus hijos, lo que según el diario es parcialmente cierto porque aunque lo “entregó” a sus hijos, no podrán disfrutar de estos bienes hasta que Andrés Manuel López Obrador fallezca y ello porque la finca llamada “La Chingada”, valuada en 25 millones de pesos, fue “donada” bajo la figura jurídica de “usufructo vitalicio” que le permite seguir usando la propiedad y disfrutar de sus beneficios hasta su muerte.
Implica esta forma de donación, de parte de López Obrador a sus hijos, algo así como “Si te dono pero no te entrego”. Dicho de otra forma, la donó para no aparecer como el propietario y sus hijos la recibieron pero no la pueden poseer. Es una simulación como las que con ligereza aplica a sus adversarios a los que no quita la etiqueta de corruptos para que, en el contraste y presumiendo que no tiene “nada”, afirmar que él sí es honrado.
Lo documentado por el periódico Excélsior tiene el peso de la prueba que muestra que López Obrador sigue mandando al diablo a las instituciones y que los esfuerzos perfectibles por avanzar en la transparencia, son burlados por los políticos de todas las etiquetas y colores, incluyendo al dirigente de Morena, “La esperanza de México”, por lo que debemos tener precaución cuando tengamos enfrente al protagonista de la “Honestidad Valiente” no vaya a ser que perdamos la cartera.
Desde luego que Andrés Manuel López Obrador se disgustó y en las redes sociales, en su muro de Facebook, publicó “El periódico Excélsior está atacándome con mentiras sobre la quinta de Palenque que heredé de mis padres”.
En Twitter hizo algo similar: