Por: Édgar Garduño:
Sin importar la inclemencia del sol, sostiene con fortaleza la bandera que no deja de ondear. Filiberto García González tiene 72 años y prácticamente toda su vida la ha realizado en Villa del Carbón, un municipio considerado un pueblo mágico del Estado de México, pero donde sus habitantes sufren carencias que el gobierno en turno no ha querido resolver.
A paso firme y con bandera en mano, Filiberto asegura que el hartazgo ante los discursos falsos y la política clientelar fue lo que lo orilló a buscar opciones diferentes, opciones que realmente le cumplieran a la gente y así fue como conoció a Antorcha, organización que dice ha sido la mejor opción.
“Antorcha si nos ha ayudado sin condiciones. Se siente un respaldo, se siente que no nos dejan solos ante los abusos del gobierno. Gracias e ellos ha llegado semilla, han llegado tractores y muchos apoyos que el gobierno no nos da o que nos condiciona”.
Sin hacer queja de algún achaque consecuencia de la edad, Filiberto formó parte de la comisión del Movimiento Antorchista que exigió al Ayuntamiento solución al pliego petitorio presentado por la organización social desde el pasado mes de enero.
Una vez en la explanada municipal, junto a mil 500 campesinos, Filiberto grita consignas a todo pulmón y en sus manos carga un cartel con la leyenda “Molinos exigimos se nos pavimenta la calle de Cruz y Arenal”.
La energía de los asistentes contagia a propios y extraños. El evento se engalana con la participación de grupos culturales y los aplausos hacen acto de presencia. El ambiente es de protesta sí, pero siempre pacífica y respetuosa.
Originario de la comunidad de Molinos, Filiberto asegura que hoy lucha por fosas sépticas, mejores caminos y alumbrado público para su comunidad; demandas todas que, asegura, el gobierno municipal encabezado por Javier Cruz Monroy no ha resuelto ni por equivocación.
Tras el mitin realizado, la gente comienza a retirarse. Filiberto se despide de compañeros de lucha, amigos, vecinos y conocidos y emprende su viaje de regreso; un viaje que sólo es una pequeña pausa pues asegura: “hay que seguirle, hay que arrear a los gobernantes para que nos cumplan”.