Gloria Brito Nájera
Con el rostro rebosante de gozo, Miguel Ángel Mancera, jefe del gobierno perredista de esta ciudad, promulgó el pasado 5 de febrero ante los medios de comunicación la llamada “Constitución de la Ciudad de México” la cual, según sus autores pagados generosamente con los dineros del pueblo, es “la más joven, progresista e innovadora de Latinoamérica”; eso dicen, ni más, ni menos.
El documento fue elaborado en tres o cuatro meses y estuvo a cargo toda una larga cauda de políticos, unos más renombrados y encumbrados que otros, de los partidos PRD, Morena, PRI, PAN, y abogados con muchos títulos. Todos ellos en número de cien fungieron de “Constituyentes”; la característica de todos ellos es ser gente del poder político y del dinero, que ha puesto a la población de la ciudad capital y a la de toda la república postrada en la peor crisis económica, política y social de los últimos 40 años; una vez más, los culpables de la ruina de México siguen llenándonos de leyes hechas al vapor que no arreglan en nada las carencias y necesidades de la población.
Presumiendo su obra gritan alborozados a los cuatro vientos para llamar la atención de los capitalinos que vivimos del sudor de nuestro trabajo y pagamos religiosamente nuestros impuestos, que en la elaboración de la obra que anuncian únicamente se permitieron gastar la ridícula suma de ¡30 millones de pesos! ¡Hasta les salimos baratos los 100 seres destacados que les hicimos su Constitución!, nos remarcan.
La verdad es otra. No hay nada de “progresista” y nuevo en las leyes que dan a conocer. Plagadas de lugares comunes, unos cuantos ejemplos son suficientes para comprobarlo. Ahí van: Primero. Que personas del mismo sexo se puedan casar, ¡pero si esto ya es algo superconocido, reconocido y establecido en esta ciudad desde hace tiempo! Segundo. Lo “novedoso”, recalcan, es que los ciudadanos de la ciudad puedan “revocar” el mandato de los gobernantes elegidos; hasta un niño de pecho sabe que cualquier gobernante corrupto es un costal de mañas y por nada dejará el poder; quitarán sólo a los que ya no quieran o a los tontos que quieran sacrificar. Tercero. El uso de la mariguana con fines medicinales y de investigación; esto lo ponen como ley cuando las autoridades federales encargadas ya están tomando determinaciones sobre el tema.
Finalmente, los “constituyentes” dejaron de tarea para la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), por cierto también manejada por los mismos partidos creadores de la “Constitución”, PRD, MORENA, PRI, PAN, los ordenamientos que tratan el cambio de nuestras Delegaciones en Alcaldías, donde habrá muchos, muchos lugares para tanto individuo metido a político como tienen los partidos, jugosa recompensa por vender al Distrito Federal por algo que bien a bien no tiene ni categoría de estado de la república, ni nada, pues no tiene bases jurídicas, tal como afirman constitucionalistas serios. En cambio, pierde su antigua y constitucional calidad de territorio federal para todos los habitantes de nuestra patria, heredada por aquellos prohombres que el 5 de febrero en 1917 plasmaron los sueños y dichas de un pueblo revolucionario en nuestra Carta Magna Nacional.
Mientras unos privilegiados festejan, otros, los 9 millones de seres de esta enorme metrópoli, continuamos agobiados por los problemas crónicos que en 20 largos años de gobiernos perredistas, entre ellos señaladamente el de López Obrador, siguen agravándose. Los bajos salarios establecidos en la industria y en las negociaciones de servicios, la falta de empleo que propicia el crecimiento imparable del ambulantaje. La venenosa contaminación que mata y respiramos a diario. El desastroso transporte público ineficaz de trasladarnos con seguridad y rápidamente. La inseguridad que campea y amenaza la vida y los bienes de quienes nos esforzamos por sobrevivir en el miedo. La ausencia de buena y pronta atención a la salud. La basura en toda la ciudad. Y muchos otros inconvenientes para una vida digna de vivirse.