El Teacher
Hace unas semanas fue presentado por el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, y el Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, el nuevo modelo educativo que entrará en vigor a partir del 2018.
Este modelo plantea dejar atrás la pedagogía sustentada en la memorización, modelo que no sufrió cambios de fondo en los últimos 58 años, para que los niños “aprendan a aprender”, desarrollen habilidades socioemocionales así como la reducción de contenidos entre muchos otros objetivos.
Sin embargo, no solo para los docentes y directivos sino para los padres de familia esta propuesta representa un nuevo reto, pues requiere pasar de un rol tradicionalmente pasivo a uno decididamente activo en la formación académica de los niños.
Desde hace décadas los padres han sido requeridos por las escuelas únicamente para recibir informes del rendimiento de sus hijos, situaciones específicas en el ámbito conductual y disciplinario y para solicitar aportaciones económicas en favor de la institución.
Los temas que abarca esta nueva propuesta educativa no pueden ser dejados al criterio único del maestro. Se debe entrar en una comunicación bilateral directa docente – padre de familia, para que el proceso que se lleve en la escuela pueda ser complementado en casa, y viceversa.
Estamos ya en la segunda década del siglo XXI, con recursos tecnológicos a la mano de los que hay que sacar provecho en el proceso de crecimiento integral de los niños y niñas.
Al entrar en las llamadas “habilidades socioemocionales” se busca llegar al espacio personal de cada niño, a su conciencia, con el objetivo de que independientemente de su condición social, se logre una integración a la sociedad adecuada, que los prepare para los retos que enfrentarán a lo largo de su vida.
En este marco, los niños – que en las escuelas enfrentan problemáticas que deben ser tomadas con absoluta seriedad por parte de los padres – esperarán un apoyo que nazca del seno del hogar para entrar en un modelo que resulta desconocido para todos, y con retos a nivel tecnológico y lingüístico que deberán ser enfrentados en equipo.
Se deberá reconocer la individualidad de cada niño y sus peculiaridades a la hora de aprender, para que el proceso de adaptación no resulte una pesadilla que cree una enemistad entre el conocimiento y su mente en desarrollo.
Comunicación, integración y trabajo, son los tres valores que habrá que implementar para que el nuevo modelo educativo dé buenos frutos para padres, docentes y alumnos por igual. El primer paso que hay que dar es estar dispuestos todos (Docentes, Directivos, Padres de familia) a salir de la zona de confort; ¿Estamos dispuestos?