Vladimir Galeana
La veda electoral es un lapso de tiempo, durante el cual rige una serie de prohibiciones legales vinculadas a la propaganda política, y normalmente comienza en los términos fijados por el Instituto Federal Electoral, el cual fija los lineamientos entre lo que se puede y lo que no se puede hacer; aunque en algunas ocasiones ha sido muy permisivo para quien –mediante actos anticipados de campaña– ha recorrido el país aduciendo la organización y realización de asambleas informativas en estos últimos cuatro años.
Habrá que observar detenidamente los criterios que impuso la autoridad electoral, cuyos integrantes deberán aclarar bien lo que se permite y lo que no se puede hacer, sobre todo porque seguramente habrá diferencia en la interpretación de la norma, y, sobre todo, de los lineamientos. Hasta ahora el Consejo Electoral ha sido permisivo y cómplice de muchos actos anticipados de campaña realizados por el tabasqueño; y si continúa en la misma tónica, lo previsible es que tengamos nuevamente un periodo de asambleas informativas ante la inconformidad de las demás fuerzas políticas.
Para ser franco, no creo que el señor Andrés Manuel López Obrador sea por primera vez respetuoso de las indicaciones producidas por la autoridad electoral; pues ha demostrado que, ante la carencia de castigo o de sanciones, el puede seguir interpretando la norma de acuerdo a su conveniencia. Lo previsible es que mantenga sus recorridos por todas las regiones del país para informar a sus adeptos, lo cual –desde la conformación de la fuerza política que lo respaldó– están haciendo para reorganizar el esquema gubernamental, una vez que triunfe su movimiento.
Porque se debe señalar que, al no llevar el nombre de un supuesto partido, sino de un Movimiento de Regeneración Nacional –que ha sembrado en la mayor parte de los rincones del país–, seguirá manipulando soterradamente la voluntad de aquellos que muestran simpatía en su propósito de hacerse de la Presidencia de la República. Insisto, hasta ahora ha tenido y mantenido la complicidad de las autoridades electorales que prefieren cerrar los ojos antes que ser objeto de sus dicterios.
Hasta ahora la experiencia indica que nuestro estado de derecho puede ser tan elástico como lo permitan las distintas autoridades encargadas de la aplicación estricta de la ley; y eso ha permitido interpretaciones de acuerdo a la conveniencia de cada quien y a los fines que todo ente político, u hombres y mujeres de poder realizan a su propia conveniencia para adquirir una innoble ventaja sobre los demás involucrados en la competencia electoral. La discrecionalidad de las autoridades para permitir, de acuerdo a su convicción o conveniencia, ha sido por desgracia nuestro mayor problema.
Pareciera que en México, las leyes se hacen para violarlas o para la aplicación discrecional de las mismas, porque hasta ahora el señor López Obrador lleva más de doce años ininterrumpidos de campaña presidencial; y aunque ahora lleve la delantera, no se detendrá porque así es su naturaleza. El señor López siempre se ha colocado por encima de las leyes, y no creo que esta vez muestre debilidad por cumplirlas, sabedor de que se habrá de partir de cero cuando termine la veda. Al tiempo.