Corea del Norte se comprometió el martes a respaldar al líder Kim Jong Un durante una serie de eventos cuidadosamente orquestados para el segundo aniversario de la muerte de su padre, en un intento por demostrar que ha regresado la normalidad tras la purga y ejecución de su otrora poderoso tío la semana pasada.
Kim observaba en silencio mientras un estadio repleto de militares y funcionarios del partido rendía homenaje a su padre Kim Jong Il en el acto principal de la jornada. Lo flanqueaban el jefe de estado ceremonial Kim Yong Nam y el vicemariscal Choe Ryong Hae en representación de los militares.
El gran ausente era Jang Song Thaek, ejecutado bajo cargos oficiales de corrupción y de tratar de derrocar al gobierno.
Antes de su caída, Jang era considerado el segundo en la jerarquía norcoreana. La decisión de ejecutarlo y denigrarlo en público —los medios estatales lo acusan diariamente de consumir drogas, ser mujeriego y tratar de crear su propia base de poder— acrecentó las dudas sobre la estabilidad del liderazgo de Kim y dio por tierra con la imagen cuidadosamente cultivada de unidad total.
Ahora que Jang ha desaparecido —y que su nombre está siendo borrado de los archivos de la prensa estatal— el mensaje oficial del martes consistía en las habituales proclamas de “unidad monolítica” en respaldo de la conducción de Kim.
Frente a Kim y los jerarcas en un amplio escenario montado en el Gimnasio Cubierto de Pyongang, con un enorme retrato de Kim Jong Il a sus espaldas, las cabezas se inclinaron al sonar la música fúnebre tradicional norcoreana.
Los discursos fueron interrumpidos varias veces por aplausos ante la mención de las “hazañas inmortales y gloriosas” del difunto líder.
Kim Jong Un, que vestía un traje gris tipo Mao, no habló.
Una vez más, nuestro ejército popular está firmemente resuelto a garantizar la victoria de la causa revolucionaria de nuestro gran general”, dijo Choe, y añadió que las fuerzas armadas seguirán el liderazgo siempre victorioso del comandante supremo.
La ceremonia comenzó con tres minutos de silencio.
La esposa de Jang, Kim Kyong Hui, a la vez tía de Kim Jong Un, no asistió a la ceremonia del martes. Pero la prensa estatal mencionó su presencia el fin de semana en el funeral de otro alto funcionario, señal de que ha sobrevivido a la purga de Jang.
En contradicción con las afirmaciones anteriores de unidad y poderío, Corea del Norte ha reconocido los trastornos provocados en la conducción por el mentor y tío de Kim tras la muerte de su padre en 2011.
Este reconocimiento de disensos e inestabilidad en el gobierno ha provocado temores de cara al futuro inmediato, cuando Kim trata de reactivar una economía moribunda a la vez que mantiene y desarrolla el arsenal nuclear.
La prensa estatal ha retomado la propaganda habitual.
Jang ha desaparecido de los titulares y de al menos un documental emitido recientemente.
El enfoque ha sido la glorificación de Kim Jong Il y las actividades de Kim Jong Un, quien últimamente ha visitado un instituto militar, un centro de esquí y una factoría de pescado, acorde con el mensaje oficial de que está profundamente dedicado a gobernar el país.
Excelsior