Mario Pani, el visionario de la planificación urbanística de Ciudad de México

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La funcionalidad de sus proyectos sociales permitió dar respuesta al crecimiento desordenado de la población y fue un modelo exportable para otras grandes capitales del mundo

Viviendas, escuelas, hospitales, aeropuertos, edificios públicos, edificios comerciales, oficinas, hoteles, planes urbanos… nada se le resistió a Mario Pani, un arquitecto y urbanista mexicano que es el gran referente en la modernidad de Ciudad de México por ser el abanderado del funcionalismo, del estilo internacional y de las ideas de Le Corbusier.

La voluntad modernizadora del continente americano en el pasado siglo fue también el motor de los proyectos de Mario Pani en una época en la que la arquitectura estaba al servicio de la sociedad y las ideas brillantes se reflejaban en los proyectos de edificios públicos, que pasaban a convertirse en imagen insignia de las ciudades.

Mario Pani es considerado uno de los arquitectos más influyentes del siglo XX, sobre todo en México, gracias a sus proyectos arquitectónicos que dieron forma y han definido la identidad moderna de Ciudad de México. Su trabajo mostró siempre el equilibrio entre las aspiraciones de progreso del periodo conocido como el Milagro Mexicano y la resolución de los problemas urbanos y sociales ante el desordenado y exponencial crecimiento de la capital mexicana.

Mario Pani Darqui nació tal día como hoy, un 29 de marzo, hace 107 años, en 1911. Fue el cuarto hijo del matrimonio formado por el ingeniero y político Arturo Pani Arteaga y Dolores Darqui, hija de un empresario minero. Fue sobrino del ingeniero Alberto J. Pani, personaje importante que realizó obras de infraestructura hidráulica al término de la revolución y también fue descendiente del general Jesús Terán, ministro de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Ignacio Comonfort.

Su nacimiento en el seno de una familia acomodada, así como con la labor de cónsul de su padre en diferentes países, le permitió a Mario Pani llevar a cabo sus estudios de primaria tanto en la Ciudad de México como en Italia, y los secundarios en París. Estuvo tan relacionado desde niño con la arquitectura y la ingeniería que no le fue difícil decantarse por la carrera de Arquitectura como algo vocacional. La carrera la realizó en la Escuela Nacional de Bellas Artes de París y en junio de 1934 obtuvo su título, convalidado ese mismo año por la Universidad Nacional Autónoma de México.

Instalado de nuevo en su ciudad de nacimiento, las primeras obras de Mario Pani fueron de escasa relevancia, aunque pronto comenzó a hacerse un hueco entre los grandes de su época al asumir sin temor proyectos de mayor importancia. Sus proyectos iniciales se vieron marcados por la aplicación estricta de las teorías de la arquitectura que había aprendido durante su carrera universitaria, aunque, poco a poco, la creatividad, la novedad y la utilización de materiales diferentes, así como las aplicaciones artísticas más visuales, se abrieron paso en sus creaciones, dando lugar al singular Pani, que empezó a recibir alabanzas por su trabajo.

Mario Pani comenzó a tener una obsesión por la funcionalidad y a aplicar las ideas de Le Corbusier, pero siempre adaptando sus proyectos a las necesidades del momento. Esta combinación de sus conocimientos europeos con las propuestas de su país dio grandes resultados que comenzaron a ser visibles en Ciudad de México.

Metido ya de lleno en su profesión y en el aspecto creativo, Mario Pani también fue el fundador del Colegio de Arquitectos de México (1946) y de la revista ‘Arquitectura’, posteriormente llamada ‘Arquitectura México’ (1948), que publicó la obra de arquitectos como Augusto H. Álvarez, Juan O’Gorman, José Villagrán García, Vladimir Kaspé y Mathias Goeritz. La revista fue publicada durante más de cuarenta años, en 119 números, y tuvo una enorme influencia en la arquitectura mexicana del siglo XX.

El arquitecto fue un visionario del problema del crecimiento desorbitado de las ciudades y los efectos que esto podría causar en referencia a la vivienda, así que guió sus proyectos hacia edificios verticales para albergar en poco espacio horizontal un gran número de familias y, posiblemente, ésta sea una de sus grandes propuestas exportada después a todo el mundo.

Mario Pani también dio forma a una buena parte de los edificios públicos que conforman la fisonomía urbana de Ciudad de México, emblemáticas construcciones como la Ciudad Universitaria de la UNAM, el Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco, la Escuela Normal Superior, el Conservatorio Nacional de Música y diversos multifamiliares.

Los problemas de urbanismo y planificación absorbieron considerablemente la carrera de Pani y, desde 1945 elaboró un vasto proyecto para el Crucero de Reforma-Insurgentes del cual sólo se concretó el Hotel Plaza. En 1948 abrió su taller de urbanismo junto con el arquitecto José Luis Cuevas y juntos trazaron, entre otros proyectos de magnitud, los de la planificación de la zona sur-oriente de Ciudad de México, la industrial de Guadalajara, la regional de Acapulco y el de la región de Yucatán. También tuvo la responsabilidad, compartida con el arquitecto Enrique Del Moral, de la planificación general y el proyecto de conjunto de la Ciudad Universitaria de la UNAM.

Pani fue el gran innovador e impulsor de la actual morfología urbana de Ciudad de México, además de construir la mayor parte de ella. Participó y desarrolló los planes urbanísticos más ambiciosos e importantes del siglo XX en México, como Ciudad Satélite (que diseñó junto con Domingo García Ramos y José Luis Cuevas), Tlatelolco, los multifamiliares Juárez y Miguel Alemán, y el Condominio en la avenida paseo de la Reforma, el primero de su tipo en el país.

Sin embargo, sus buenos resultados y la solución de los problemas que planteaba a la ciudad a veces no sirvieron de mucho, ya que algunos de sus proyectos se vieron truncados por la burocracia, los recortes y el antagonismo con algún político. Pero como Pani siempre puso por delante la función pública de sus obras a la estética, le gustaba colaborar con otros arquitectos, y por eso llamó para sus trabajos a artistas como José Clemente Orozco, Carlos Mérida, Luis Ortiz Monasterio, Armando Quezada y Germán Cueto, entre otros.

Mario Pani también fue miembro del jurado internacional de la Bienal de Sao Paulo (1951), profesor de composición en la Escuela Nacional de Arquitectura (hoy Facultad de Arquitectura) y recibió numerosos galardones, como el de la Academia Nacional de Arquitectura en (1984), de la que fue miembro y fundador, y el Premio Nacional de las Artes en (1986). También incentivó el Premio Alberto J. Pani, en homenaje a su tío, para estudiantes de arquitectura.

El arquitecto visionario de la revolución urbanística mexicana y de la resolución de sus problemas de crecimiento sin renunciar a la plasticidad falleció a los 81 años, el 23 de febrero de 1983 en la Ciudad de México, donde nació y adquirió la fama mundial por su servicio público al país.

Sus obras continúan siendo un emblema de la ciudad, pero el objetivo social que planeó en sus conjuntos no se logró del todo. Además, durante el terremoto de 1985 colapsaron el edificio Nuevo León en Tlatelolco y buena parte del Multifamiliar Juárez, razón por la que también arreciaron las críticas a su trabajo y al de la modernidad de la arquitectura en general. Muchas de sus obras fueron entonces reforzadas, lo que a buen seguro permitió que resistieran el terremoto que vivió la ciudad el año pasado.

Mario Pani es el mejor exponente de una época, la de gran parte del siglo pasado, en la que no existían normas de construcción en materia sísmica, la arquitectura se encontraba en un periodo de experimentación con materiales novedosos, la tecnología constructiva distaba mucho de la actual y en la que el mantenimiento de los edificios no era una prioridad.

Situado en una época concreta del desarrollo de México, Mario Pani ha pasado a la historia como un original, funcional y prolífico arquitecto con más de 136 proyectos realizados en medio siglo de vida profesional. (Alberto López El País)

 

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