Miguel Ángel Casique Olivos
El “Gatopardismo” después del 1 de julio; que todo cambie para que todo siga igual
El “Gatopardismo” es un concepto ya muy usado y tuvo su origen en la trama de la novela “El gatopardo”, que escribió Giuesepe Tomasi, un escritor italiano que vivió entre 1986 y 1957; el “gatopardismo” consiste en “cambiar todo para que nada cambie” y desde entonces esa sentencia se ha aplicado y se le llama gatopardista a todo aquel que quiere una transformación pero que en la práctica sólo altera o modifica la parte superficial de la estructura, sin ir al fondo, es decir que se conservará, el elemento esencial, de lo que ya existía.
En los días que corren, estando a cuatro de la elección donde estará en juego el futuro del país, quizá no porque se vayan a resolver de fondo los problemas de México, es más la situación que se vive actualmente puede empeorar, el “gatopardismo” cae como anillo al dedo para referirnos a lo que pasará tras conocer los resultados de este domingo 1 de julio.
¿Qué va a pasar en México si gana José Antonio Meade, López Obrador o Ricardo Anaya?, ¿se van a resolver de fondo los problemas de pobreza, miseria inseguridad, marginación, violencia, o incluida la misma corrupción? o ¿quien ocupe la silla presidencial realmente tomará en cuenta a la población, la escuchará y atenderá sus principales quejas y demandas? Contestar a las tres preguntas no es tan difícil.
La verdad es que de fondo no va a pasar nada, pero sin lugar a duda, siempre será mejor escoger y tomar la decisión más adecuada y votar por quién garantice a la nación un poco de estabilidad económica y política, que le garantice que la pobreza no aumentará y que sí se comenzarán a realizar acciones para irla erradicando poco a poco; al menos tenerla presente en la cabeza de algunos candidatos, ya sería una ventaja.
Como presidente se necesita a quien sí trate de que el gobierno federal, los gobiernos estatales y municipales se preocupen por impulsar verdaderas acciones de gobierno que vayan en atención a lo que la ciudadanía reclama y necesita, que responda a las necesidades sociales en materia de salud, vivienda, educación, empleo bien remunerado, así como verdaderas medidas para tener un país próspero en lo económico, político y social.
Y es que, durante 90 días de campaña electoral por la presidencia de la república hemos visto de todo: guerra mediática entre los cuatro candidatos, una lucha por saber quién ocupaba los primeros lugares en las encuestas (que en su mayoría sólo generaron una percepción pero con margen de error que la realidad aún se puede refutar), discursos a modo para conquistar las conciencias y lograr su voto este 1ro de julio, además de una guerra, nunca antes vista, en las redes sociales; incluso en algunos candidatos como López Obrador, que en la recta final ya no supo cómo actuar con esa red virtual que sólo le generó percepción pero que no va a las urnas.
Siempre, a diario nos desayunamos, con dimes y diretes de un candidato, de un partido o de un coordinador de campaña, hacia su contrincante, hubo una furia en sus rostros que, incluso, parecía que defendían un trozo de alimento como quien lo hace cuando no ha comido durante varios días. Hoy que oficialmente es el último día para hacer campaña, la tensión no baja y sí se incrementa y será hasta el próximo domingo, cuando la incertidumbre llegue al final. Pero esa pelea irrefrenable se debió al ansia y deseo de conquistar el poder económico y político; una campaña que incluso, costó la vida de varios candidatos sobre todo a presidentes municipales.
Estas elecciones sí han sido las más tensas y que más incertidumbre han generado; además de crear el peor escenario político para México, cuya verdadera democracia aún es incipiente y con graves problemas derivados de la desigualdad y la pobreza extrema que produce; estas elecciones nos van a dejar experiencias, pero también dejarán a México verdaderas lecciones de que cada vez es más urgente que el mexicano despierte, razone y entienda su entorno social para que lo modifique cuando éste no le favorezca y no sólo lo haga porque un “mesías” autoritario y con bandera de la corrupción así lo desea.
Desde el 2017, en su informe anual, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, se urgió a las gobiernos a asestar un impulso fiscal concentrado para “reequilibrar las economías y las sociedades; también ahí se denunció la concentración de la riqueza en el sector financiero, así como el surgimiento de “súper élites” internacionales; en ese mismo artículo se dijo que como “resultado, la desigualdad se disparó en el seno de los países, y la riqueza global se concentró en las manos del 1% de la población”, a esto, nuestro país no es ajeno, tanto que el documento aseguró que “México es el más desigual de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) –los cuatro hombres más ricos del país concentraban el 9% del PIB”.
Tras ese informe y tras haber arrancado las precampañas los últimos meses el año pasado, a ningún candidato se le veía, -y menos en campañas oficiales-, intenciones y propuestas de fondo atacar estos flagelos de México. Hubo tres “debates” que fueron verdaderos reality show para la población, pero jamás hubo propuestas serias con las que los mexicanos terminaran convencidos de que después del 1ro de julio habría una nueva etapa en la historia de México.
Mucho se ha dicho de los candidatos y ellos mismos se han encargado de generar su “propia” imagen ante los mexicanos: vimos a un José Antonio Meade, tranquilo, pero muy tranquilo, y con el peso del oficialismo que no le ayudó en nada para levantar su campaña a tiempo; tampoco le fueron de gran ayuda los cambios de última hora en la dirigencia del tricolor, un buen candidato que en otros tiempos le hubiera ido mejor; Ricardo Anaya, joven, lo califican algunos, pero con un discurso fuerte y radical contra sus contrincantes y contra el mismo gobierno en turno, pero con toda la destrucción del partido de derecha para sumarse a una alianza en donde ambos partidos pierden; un candidato independiente, “El Bronco”, que no pasó de ser el arlequín central de las campañas y un candidato que por tercera vez, llega a pelear el poder, pero aliado a las peores fuerzas, la ultraderecha de Espino y una endeble estructura que se hizo de todo el cascajo que pudo encontrar para allanar su tercera carrera presidencial. Esto no se termina hasta que sea calificada la elección, los mexicanos viviremos más emociones a ras que un México-Suecia, en donde el resultado no nos fue favorable, pero seguimos en el Mundial, a diferencia de Alemania.
Cuando populistas, como López Obrador, “llegan al gobierno estos son perores que los que había antes, también es una verdad”. El populismo critica a las democracias pero no plantea acciones concretas. “Estos discursos (como los de López Obrador) han quedado lejos de traducirse en programas de gobierno concretos que logren solucionar efectivamente aquellos problemas que tan críticamente señalan…” Un gobierno que es populista crea un “grave desbalance entre sus promesas y la capacidad del gasto público para sostenerlas, este equilibrio resulta fundamental en toda gobernanza política. Solo una verdadera democracia permite el continuo equilibro entre políticas públicas que tomen en cuenta las demandas de la sociedad y la capacidad de los gobiernos para solventarlas”.
Ante ese populismo de López Obrador, en México, gane quien gane, el gatopardismo reinará: habrá cambios pero todo seguirá igual. Y, si quien gana es López Obrador, no sólo seguirá igual, sino la situación en nuestro país empeorará, les guste o no a los morenistas y a su candidato.
El clímax no político…
Desangelado cierre de aspirante de Morena en Ixtapaluca. La candidata a la presidencia de Ixtapaluca por el partido Movimiento Regeneración Nacional, Arely Estrada, encabezó un deslucido evento de cierre de actividades proselitistas en Plaza Galerías, en el centro de la localidad. La falta de asistentes al cierre de la candidata morenista se agudizó más cuando avanzado el evento comenzó a caer una pertinaz lluvia que hizo que los pocos simpatizantes a la convocatoria se arremolinaran hacia el centro haciéndose más notoria la falta de asistentes al evento que se anunció como “masivo”.
En las unidades que las brigadas morenistas utilizaron para trasladar a la gente, se observó la permanencia al interior que esperó el paso de la lluvia copiosa que se dejó sentir en el Valle de México.
La aspirante Arely Estrada cerró así sus actividades proselitistas, en donde de acuerdo con encuestas apenas alcanza un 27% de la preferencias electorales en la localidad. De acuerdo con la Casa Encuestadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales, apenas un 8% de los vecinos ha escuchado hablar de la aspirante ya que ella no viene de las bases morenistas de la localidad, los cuales fueron desplazados por el grupo de Estrada así como un ex priista, Armando Corona Rivera, ex diputado local, quien estaría participando en la contienda. Por el monto, querido lector, es todo