Ciudad de México.- A 73 años del bombardeo a Hiroshima y Nagasaki, los tratados para evitar el aumento de la producción nuclear y los ensayos de este tipo no han sido eficaces. De hecho, “los tratados contra el uso de armas nucleares son casi letra muerta”, comentó en entrevista el especialista en armas de destrucción masiva Benjamín Ruiz Loyola.
“En estas siete décadas, no creo que los gobiernos hayan aprendido absolutamente nada del peligro potencial que simbolizan (las armas nucleares), si fuera así estaría vigente el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, el cual no ha entrado en vigor porque hay países que no lo han firmado como Corea del Norte, India ni Pakistán”, dijo Ruiz Loyola.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a la fecha se han llevado a cabo más de 2 mil ensayos nucleares y aunque solo se han detonado dos bombas sobre asentamientos humanos —precisamente las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki—, la institución mundial contabiliza aún 26 mil unidades en reserva, aproximadamente.
“Lo que hay que hacer es seguir insistiendo en el desarme total. Mientras no todos los países estén de acuerdo en que es necesario desarmarse, no vamos a avanzar mucho”, aseguró quien en 2006 fuera uno de los inspectores de armas químicas de la ONU en Bagdad.
Los tratados han sido de múltiples tipos: desde el que prohíbe los ensayos nucleares en el espacio ultraterrestre y debajo del agua, hasta aquellos que pretenden reducir o eliminar ciertas categorías de armas nucleares, así como evitar la propagación de las mismas. Pero hasta julio del año pasado la ONU propuso el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares uno de los primeros que se opone al uso de la energía nuclear de tipo armamentístico que prohíbe: crearlas, producirlas, hacer pruebas con ellas, adquirirlas, tenerlas en posesión o almacenarlas.
Hasta ahora 122 países se han mostrado de acuerdo con esta petición pero aún faltan 71 países miembros de la ONU; entre ellos Rusia y Estados Unidos, estados que suman 93 por ciento de todas las cabezas nucleares emplazadas en el planeta, según datos del Instituto de Investigaciones para la Paz de Estocolmo (SIPRI), el cual contabiliza solo 15 mil unidades nucleares en todo el mundo.
“Estados Unidos y Rusia son los países con más arsenal nuclear y debemos estar preocupados por las personas que están al frente de estas naciones ya que en cualquier momento podrían hacer detonar alguno de estos ingenios nucleares”, dijo Benjamín Ruiz.
La primera región libre de armas nucleares fue América Latina y el Caribe (ALC), al adoptar unánimemente el Tratado de Tlatelolco en la década de los sesentas. “Ciertamente, este tratado fue el primero en América, pero no es suficiente para mantenernos libres de los ataques por lo que debemos insistir en el desarme total”, agregó Ruiz Loyola.
El armamento nuclear es tan solo 1 de las tres categorías de armas de destrucción masiva que existen y a la que se suman las armas químicas y las biológicas.
“Las tres son completamente distintas. Las armas biológicas son microorganismos que provocan enfermedades, mientras que las segundas son sustancias químicas tóxicas que matan a la gente precisamente por su toxicidad. Las armas nucleares provocan explosiones de incalculable poder y lo que hacen es destruir todo lo que hay a su alrededor. En diferencia, ni las armas químicas ni las armas biológicas destruyen otra cosa que no sean seres vivos”, explicó.
Agregó, hoy en día hay armas químicas depositadas en el océano y otras abandonadas en tierra, pero no hay una estimación de cuántas se encuentran ocultas porque ninguno de los países que llevó a cabo ese tipo de acciones ha estado dispuesto a manifestar cuánto ha tirado o abandonado, confesó el académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).