Por Oscar Garza Bello
Cuando alguien muere y se considera que pudo haber sido un asesinato, los sospechosos se definen contestando estas 3 preguntas:
- ¿Quién tiene un motivo?
- ¿Quién tiene los medios?
- ¿Quién tuvo la oportunidad?
Quizá esto fue realmente un accidente, pero hay un dicho que afirma que en política no existen las casualidades. Y si respondemos a las tres anteriores preguntas, no se puede evitar poner en la lista de sospechosos a AMLO y a Barbosa.
AMLO es sospechoso porque ha sido un sembrador de odio. Llegó a la presidencia siguiendo el viejo adagio: divide y conquistarás. Y así lo hizo, provocó una división y polarización de los mexicanos sin precedentes, y nos enfrentó entre MORENA y la mafia del poder del PRIANRD, entre “solovinos” y “fifís”, entre ricos y pobres.
Sin embargo, dentro de su estrategia, AMLO se le olvidó leer a Maquiavelo, quien afirmaba que, según la experiencia histórica, el príncipe debe procurar ser amado y temido, pero que, si se ve forzado a escoger, como el ser amado no depende de él sino de los súbditos, debe elegir ser temido, PERO NO ODIADO.
Por su afán de enfrentar a la sociedad mexicana en polos opuestos, AMLO es amado por sus “solovinos” o “chairos”, y es odiado por los que él llama “fifís”. El odio que ha sembrado el PEJE le cobra factura y es lo que hace a los fifís, verlo como sospechoso de homicidio en el caso del helicóptero desplomado, que cobró la vida de la gobernadora de Puebla y su esposo, con quienes tuvo fuertes enfrentamientos electorales.
Por la misma razón del enfrentamiento electoral, Barbosa, el candidato perdedor a la gubernatura de Puebla, es otro posible y fuerte sospechoso, pues esta muerte “oportuna”, le permitirá volver a competir por la gubernatura de Puebla, en las elecciones extraordinarias que habrán de realizarse en unos meses en ese estado. Fue público y notorio cómo el perdedor Barbosa, hizo berrinches que rayaron en lo absurdo y lo ridículo, buscando anular la elección, y cerrando filas con MORENA, sus alcaldes, y hasta el mismo AMLO, para boicotear el gobierno de su enemiga, Martha Érika Alonso. Ahora podrá volver a intentar ser gobernador.
Si este no fue un accidente sino un homicidio premeditado por ambos o alguno de los citados sospechosos, calcularon muy mal. De inmediato se les mira a ambos como los posibles responsables, y una mayoría de los fifís, ya los juzgó y los encontró culpables. AMLO sembró odio y rencores, y hoy cosecha sospechas y acusaciones.
Accidente o no, AMLO no podrá evitar que, en la mayoría de sus actos públicos, haya personas que le griten: ¡ASESINO! El cobijo de sus “solovinos” no podrá salvarlo del escarnio público. Y esto puede ser el comienzo del fin de su presidencia e incluso afectar su ya precaria salud.
La presión sobre AMLO puede llegar a ser tan grande, que incluso si se trató de un accidente, quizá para librarse tenga que fabricar un culpable y entregarlo como chivo expiatorio. Y el mejor candidato para ser inmolado en el altar de la opinión pública, es Barbosa. Démosle tiempo al tiempo.
SOBRE EL AUTOR: Oscar Garza Bello es economista, consultor de negocios, financiero y fiscalista. Graduado Licenciado en Economía por el ITESM, Master en Administración Pública por la Universidad de Harvard, y Master en Administración de Negocios por la Escuela Kellogg de la Universidad Northwestern. Se ha desempeñado profesionalmente en los sectores privado, no lucrativo, la academia, y los 3 niveles de gobierno.