Por Soledad Solís Córdova
En su más reciente visita a Morelos el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, con motivo de los 100 años del asesinato del general Emiliano Zapata no perdió oportunidad, abusando de la tribuna que le confiere su investidura para seguir difamando y enlodando la imagen del Movimiento Antorchista, mención calumniosa que ha sido repetida en sus discursos en más de 60 ocasiones en los últimos meses cuando hace referencia a nuestra organización en forma despectiva como la “Antorcha mundial”, en el contexto de su crítica a los programas sociales de los gobiernos anteriores nos ha colgado el epíteto de intermediarios sin prueba alguna, para señalar que recibíamos moches y que ahora todo eso se acabó, pues a la gente se le entregarían los apoyos de forma directa.
Una y otra vez los antorchistas, por los escasos medios a nuestro alcance, hemos aclarado que nosotros no somos intermediarios, que no recibimos dinero de programas sociales a los que se refiere el Presidente, y que eran precisamente los funcionarios en turno quienes hacían la entrega de estos programas, como le consta a los beneficiarios de PROSPERA y de otros programas federales. Lo que sí es cierto es que hemos gestionado y lo seguimos haciendo, desde hace 45 años, obras y servicios para comunidades y colonias olvidadas, pero dichas obras las han hecho los gobiernos en turno de los tres niveles y de diferentes partidos. La mejor prueba del uso transparente de los recursos públicos que fueron etiquetados es que ahí están las obras, contantes y sonantes para todo aquel que las quiera ver, en cada uno de los centros a los que fueron asignadas. Y, sin embargo, persiste el acoso presidencial en contra nuestra, pues seguramente López Obrador se atiene al dicho “suelta mentiras que algo queda”.
El fondo de la cuestión de por qué AMLO persiste en atacarnos cada vez que puede es nuestra insistencia en que se destinen recursos para obra pública a municipios, comunidades y colonias marginadas, pues el nuevo gobierno de la República, en su afán electorero de implementar programas sociales de apoyos directos que le den imagen y la gente le deba el favor, borró de un plumazo el ramo 23 destinado para obra pública y servicios para los estados y los municipios del país. Por supuesto que no quiere tener competencia política, por eso atacan a todo aquél o aquella organización que les pueda hacer sombra.
Cabe mencionar que no estamos en contra de esos apoyos, lo que sí es que con eso no se resuelve el gran problema de la pobreza en México, con los enormes rezagos que aún hay en materia de educación, salud, vivienda, empleo, etcétera, por tanto, es legítima y de justicia social el combate a la pobreza que Antorcha se ha echado a cuestas desde su creación. Es por eso que seguiremos insistiendo ante el Gobierno federal para que sean atendidas y resueltas las necesidades básicas que tienen más de dos millones de mexicanos a los que representa nuestra organización.
Por otro lado, es cierto que no somos los únicos que hemos recibido la condena del dedo flamígero del Presidente, en los escasos meses que lleva al frente del ejecutivo, son muchos los perjudicados que han sido señalados sin que presente prueba alguna, los casos más recientes son las estancias infantiles, el despido arbitrario de trabajadores al servicio del estado, la polémica cancelación del aeropuerto que generaría cientos de miles de empleos y su afán por imponer el tren maya a las comunidades indígenas del sur del país, etcétera.
Llama especialmente la atención el caso de la termoeléctrica de Huexca en Ayala, pues en tiempos de campaña López Obrador se comprometió a suspender su funcionamiento, a dar marcha atrás a dicho proyecto y, con ello, se ganó simpatías entre las comunidades que se oponen y que fueron severamente reprimidas en tiempos de Graco Ramírez, pero ahora que se trataba de cumplir la palabra empeñada les dio la espalda y no sólo eso, ante el justo reclamo de los que defienden el agua y sus tierras de posible afectación, el propio Presidente los tildó de conservadores radicales de izquierda y fue, precisamente, en ese clima de crispación que se dio el asesinato de Samir Flores, uno de los líderes del movimiento, caso grave por el que hasta el momento no se ha hecho justicia. Es por eso que estos lo declararon persona no grata en tierras zapatistas, lo cual obligó al Gobierno a cambiar de sede el evento oficial al general Emiliano Zapata y a convertir la plaza de armas de Cuernavaca en llena de vallas para evitar cualquier riesgo, qué rápido pasamos de la euforia al desengaño.
Por nuestra parte, continuamos con la tarea de organizar y luchar para que mejore la suerte de miles de mexicanos que se debaten en la pobreza, convencidos de que la razón nos asiste.