Miguel Ángel Casique Olivos
Política y economía no son fenómenos aislados
El pasado miércoles 30 de octubre, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó que el crecimiento económico en la República mexicana es heterogéneo, y que hay 22 estados en situación crítica o en franca recesión, ya que entre abril y mayo reportaron cifras negativas, según el Indicador Trimestral de Actividad Económica Estatal.
Las entidades son Estado de México (Edomex), San Luis Potosí, Veracruz, Oaxaca, Baja California Sur, Sinaloa, Tabasco, Guerrero, Hidalgo, Chiapas, Michoacán, Yucatán, Morelos, Puebla, Baja California, Campeche, Nayarit, Querétaro, Sonora, Zacatecas, Tamaulipas y Tlaxcala. En conjunto aportan 53 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional y su estancamiento contribuyó a la parálisis económica casi integral del país durante la primera mitad del año.
Para los especialistas, el descenso de estas entidades debió influir en el estancamiento nacional, porque en el segundo trimestre de 2019 bajaron o descendieron, ya que en ellas se realiza 69 por ciento de las actividades económicas en el territorio. En Campeche y Tabasco, por ejemplo, el factor principal de retroceso fue la crisis del sector petrolero, que también golpea a la región sureste; en tanto que la desaceleración que afecta a Coahuila, Querétaro y Nuevo León, tuvo su causa en la caída de las ventas al exterior y en la falta de inversión privada.
Los estados con mayores problemas son Tabasco y Zacatecas, ya que llevan cinco trimestres consecutivos con números negativos en su crecimiento económico; Chiapas, Edomex y Nayarit llevan cuatro meses; Baja California Sur, Oaxaca y Sonora, dos. Todas estas entidades están en recesión. El cuatrimestre en retroceso del Edomex resulta demás preocupante, porque es la segunda entidad con mayor participación en el PIB nacional (nueve por ciento); y en los primeros seis meses de 2019, su producción industrial registró una caída anual acumulada de 3.6 por ciento.
Aunque para el actual gobierno estos datos pueden resultar no muy negativos, incluso “positivos”, la realidad es otra. En este mismo espacio hemos comentado que la economía nacional se halla en crecimiento cero, y la administración morenista no está haciendo lo correcto para impulsarla. Por otro lado, no lo hace porque no hay inversión suficiente; además algunos capitales privados incluso se retiran al extranjero. Podemos hablar, entonces, de una economía simulada que tarde o temprano acarreará más problemas de crecimiento que afectarán los bolsillos de todos los mexicanos.
Esta misma simulación se advierte en la falta de una política integral que reactive el crecimiento y rescatar el mercado interno para superar el principal obstáculo de ambos objetivos –los 30 millones de personas del sector informal, que genera 23 por ciento del PIB, y es consecuencia del modelo neoliberal–, los cuales brillan por su ausencia en la estrategia de López Obrador, quien supone que, con sus programas asistencialistas, recreará el Estado de Bienestar en México.
Y mientras en el terreno económico los problemas se multiplican, diariamente hay noticias alarmantes como la iniciativa impulsada en la Cámara de Diputados con el fin de “sacar” más recursos fiscales para el Gobierno Federal, las medidas como reducción de 50 por ciento en el financiamiento a los partidos políticos, medida que, independiente de su monto, no deja de ser anecdótica, demagógica y manipuladora, como ocurrió con la venta del avión presidencial.
Entre las proyecciones del crecimiento económico de México en 2019 destacan la de La Comisión Económica para América Latina y el Caribe, que lo ubica en 0.2 por ciento; el Fondo Monetario Internacional prevé 0.4; el Banco de México, 0.45; la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, 0.5; el Banco Mundial, 0.6 y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, 0.9 por ciento, casi un punto porcentual. Para que esta última proyección se cumpla, el crecimiento en el cuarto trimestre tendría que ser con una tasa que ni China tiene.
Cuando faltan meses para que termine 2019, la única meta que puede cumplir el Gobierno Federal es que el PIB pase el cero crecimiento y que, en función de este objetivo, se ponga especial atención en estimular la inversión productiva pública y privada, nacional y extranjera en áreas como la innovación tecnológica, el combate a los principales problemas que enfrentan el campo y los servicios públicos de salud, educación, infraestructura urbana básica. En la recta final de 2019, México tendrá una economía estancada y ésta será la antesala de una recesión mayor en 2020. Por el momento, querido lector, es todo.