En 1962 Antonio Gramsci dividió a los intelectuales en orgánicos e inorgánicos. En el contexto gramsciano el intelectual orgánico era el tipo ideal de los sistemas socialistas, su fin. Era el especialista que se formaba dentro de un nuevo sistema político y su peculiar modo de concebir la producción, con el objetivo de sentar las bases teóricas de los principios económicos, políticos, sociales o culturales de esa forma de gobierno. El intelectual develaba las contradicciones del andamiaje político e intentaba predecir o resarcir los daños.
Para Gramsci la actividad del intelectual orgánico era positiva solo si el sistema político estaba fundado bajo principios de libertad, democracia y equidad económica. Fuera de ese sistema —por ejemplo el capitalista o neoliberal— el ejercicio del intelectual orgánico era social y políticamente negativo porque legitimaba esa base amoral.
A mitad del siglo XX, en México, al intelectual le sucede el periodista. Si un gobierno quería legitimarse debía tener en sus manos las llaves de la conciencia social. Descubrió en los medios de información el aparato ideológico propicio para la calibración de la verdad, y en el oficio del periodista —de ese indagador, por antonomasia, de las verdades sociales— a un soldado de la verdad oficial.
Así el periodismo orgánico tomó forma después de la Revolución y se instituyó en los gobiernos de Ordaz, Echeverría, Portillo, de la Madrid y Salinas. Los medios de comunicación se convirtieron en un grupo de presión y en factor real de poder. El ejercicio periodístico era calificado de orgánico si legitimaba a través de la tergiversación de la información el estado de cosas.
El periodista soslayaba el plano ético, salvo honrosas excepciones; no le incumbía el estado social de la gente. Hubo una división de la realidad; la escisión del mundo y de la vida fue a dos manos. Por un lado, los políticos se alejaron de la vida común e inauguraron su propia clase: la opulencia, la élite; por otro lado, los periodistas mantuvieron las tropelías de esa clase en la deriva informativa.
Así el periodista orgánico responde a las necesidades de comunicación y justifica a ese gobierno a cambio de prebendas.Pero ¿cuándo un político se convierte en orgánico?
Del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano poco se puede discutir su preparación, su juicio político y la experiencia que tiene producto de su vida, lo que le ha dado un gran capital político, sin embargo no es un hombre que a estas alturas de la vida, quiera exponer ese capital político al frente del Partido de la Revolución Democrática, porque le pasaría lo que a cierta especie de arañas que se comen a su madre; las diferentes corrientes ideológicas al interior del PRD acabarían con ese capital político.
Cuauhtémoc Cárdenas estudió la carrera de ingeniería civil en la Universidad Nacional Autónoma de México. En 1961 inició su participación política en el Movimiento de Liberación Nacional. En los años sesenta se convirtió en directivo de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas y ya en la década de 1970 empezó su despegue en las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI): fue senador de la República por el PRI y subsecretario forestal y de la fauna de la Secretaría de Agricultura y Ganadería. En 1980 se convirtió en gobernador de Michoacán, puesto que en 1928 ya había ocupado su padre, Lázaro Cárdenas, su prometedora carrera dentro del PRI le hizo destacarse como un posible candidato futuro a la Presidencia de la República, sin embargo, el carácter inquieto y la honda preocupación democrática de Cárdenas lo llevaron a inaugurar, a mediados de la década de 1980, la «corriente democrática» del PRI, ala del partido opuesta a la oficial que buscaba la renovación interna del partido. El objetivo de Cárdenas era la instauración de un sistema electoral más representativo y limpio en México.
Convertido en la figura más destacada del movimiento democratizador, Cuauhtémoc Cárdenas se enfrentó a los sectores oficialistas del PRI, lo que lo obligó a abandonar esta formación política en 1987. Organizó con otros partidos de centro e izquierda un Frente Democrático Nacional (FDN) que intentó en las elecciones de 1988 romper la hegemonía del partido gobernante sin conseguirlo: una vez más el candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari, se hizo con la presidencia. Su derrota en estos comicios, calificados por él como “poco claros”, lo llevó a fundar, junto con varios simpatizantes, el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Cuauhtémoc Cárdenas se postuló nuevamente a las elecciones presidenciales de 1994, pero fue derrotado de nuevo por el candidato del PRI, Ernesto Zedillo. Para estas elecciones, la mayoría de los partidos del FDN se unificaron en el Partido de la Revolución Democrática, que obtuvo 40 escaños de los 500 que componen la cámara de diputados.
El mayor triunfo político de Cárdenas tuvo lugar en julio de 1997, cuando su coalición venció en las elecciones municipales y se convirtió en el primer gobernador de Ciudad de México democráticamente electo; se mantuvo en este cargo hasta 1999. La cómoda victoria del PRD significó un cambio en la escena política de México, puesto que ese mismo año el PRI perdió la mayoría absoluta, por primera vez en la historia, en el congreso.
Sin embargo, su mandato se vio plagado de dificultades, como la incontrolable contaminación atmosférica de la urbe y, sobre todo, el crecimiento de la delincuencia. A finales de 1998 Cárdenas anunció la aplicación de medidas de urgencia, incluido el nombramiento de un nuevo responsable de seguridad para la más grande aglomeración urbana del planeta.
Cárdenas abandonó su cargo al frente del Distrito Federal para pasar a encabezar la candidatura del PRD en las elecciones de julio de 2000. No obstante, en estos comicios se vio relegado al tercer lugar, tras el vencedor, Vicente Fox, del Partido de Acción Nacional (PAN).
¿Cuauhtémoc Cárdenas se habrá convertido en un político orgánico?
Esto porque ahora su imagen solamente es utilizada para justificar gobiernos corruptos como el encabezado por Juan Manuel Zepeda Hernández, en el municipio de Nezahualcóyotl, gobernante que utiliza los recursos económicos de la administración municipal para cambiar despensas por afiliaciones al PRD mediante la organización “Red Aurora”.