Aumenta el número de contagios por covid-19 y aumenta el desempleo y el hambre

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Por Gloria Brito Nájera

 

Ciudad de México.- Aunque en la historia de la humanidad ha habido otras pandemias, ésta, la del covid-19 aparecida en Wuhan, una ciudad de China, se ha propagado aceleradamente como ninguna otra. En unas cuantas semanas ha recorrido ya casi la totalidad del planeta, países desarrollados y no desarrollados, casi todos sufren su paso letal. China con 84 mil contagios y 4,600 muertes, ha logrado recobrarse y enviar ayuda a otros países, mientras que, Estados Unidos, primera potencia mundial con tecnologías avanzadas, con más de un millón de contagios y casi 60 mil muertes hasta el día de hoy, no ha podido frenar la expansión de este virus en su propio país, ni ayudar a ningún otro. La diferencia de estos resultados diametralmente opuestos es el enfoque político que se le ha dado al problema: atender la salud pública y salvar vidas o salvar la ganancia de los grandes capitales a costa de miles de contagios y muertes.

En México, la situación no es nada alentadora. En primer lugar, porque no contamos con una estadística oficial confiable y cierta, la información acerca de los contagios y muertes por el coronavirus es engañosa, desde el principio se aplicó un número bastante reducido de pruebas; voces autorizadas, doctores en matemáticas de la UNAM, han señalado al subsecretario de Salud, su error o “trampa” que, de ser cierta, estaríamos hablando de 30 veces más de contagios y de muertes. Esta política del gobierno de la 4T de ocultar la realidad no es nueva, por ejemplo, la violencia y la inseguridad en nuestro país, a pesar de la pandemia, van en aumento, y se nos dice que “vamos muy bien”; la economía desde antes de la pandemia se desplomó (quedando el PIB en -1.6 por ciento) y ahora se espera un deterioro mayor, algunas instituciones hablan hasta de que pueda caer todavía 10 puntos más, una tragedia económica peor que la de la Gran Recesión de 1929, pero se nos dice que “vamos muy bien”.   En segundo lugar, porque el gobierno de la 4T, desde que tomó el poder, apostó por los recortes, entre otros muchos, al presupuesto del Sector Salud, ahora los que están pagando estas decisiones del presidente, son el personal médico y los enfermos por coronavirus, que no pueden asistir a instituciones privadas, porque los hospitales no cuentan con equipo, ni material necesario para atender esta pandemia. En Tercer lugar. La falta de atención temprana ante la covid-19. El gobierno de la 4T, actuó igual que las “democracias” capitalistas, en especial la de Estados Unidos, no hizo caso de la amenaza que se venía, minimizó el problema, perdió un tiempo precioso, se hacía la invitación por parte del presidente de ir a comer a lugares públicos y a dar besos y abrazos, y, para colmo, se recurrió a dar recomendaciones, dignas del oscurantismo de la edad media, de frenar al coronavirus con estampitas religiosas y amuletos de la suerte (no lo olvidemos).

Apenas entramos a la Fase 3, los hospitales en la CDMX ya están saturados, y lo peor está por venir, dijo el director de OMS. Además de más contagios y de más muertes. Se aproxima un desastre económico sin parangón, la pandemia ha puesto a la economía un freno brutal, el comercio internacional se ha reducido a niveles atroces, el precio del petróleo, uno de nuestros principales ingresos en México, se ha desfondado. Para los mexicanos con menos ingresos, esta tragedia, se ha traducido en la brutal caída del empleo, sobre todo de la economía informal. Para los que viven al día, para ellos, quedarse en casa es un lujo, quedarse en casa es ya no tener que comer al otro día, para nueve de cada diez mexicanos su situación económica ha empeorado. Cada vez es más urgente un programa de apoyo alimenticio para los que ya no tienen qué comer, como lo está proponiendo el Movimiento Antorchista. Por lo menos 44 millones de mexicanos, los más desamparados necesitan alimentos, sin distinción de partido. Recordemos que ese programa no saldrá del bolsillo de López obrador, son nuestros impuestos por eso debemos exigirlo.

El presidente debe hablarnos con la verdad. Decir que ya “Hemos domado a la pandemia” cuando aún no hay ni vacuna, ni medicamento, ni cura, ni tratamiento que elimine el virus del organismo, es otra ilusión o falacia. Es urgente que el presidente desista de proyectos como “Dos Bocas”, El Tren Maya, “El Aeropuerto de Santa Lucia”, esos recursos deben destinarse a paliar el hambre de los mexicanos más humildes, porque mañana ya será tarde.                                                                        (Fotografía principal El Economista)

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