Carlos Ugalde Sixtos
A inicios de semana al presidente se le ocurrió decir que él haría la labor de vigilante en las próximas elecciones del 2021. En colaboraciones anteriores ya había comentado que para el primer mandatario no es prioridad tratar sobre los tétricos efectos de la pandemia (más de 20 mil muertos), ni cómo va a reactivar la economía (que ya desde antes de la pandemia estaba en números negativos), pero que ahora se complica por los más de 12 millones de empleos perdidos, etc. No, está claro que no. Para él la prioridad es la contienda electoral del 2021 en donde se elegirán nueva cámara de diputados, quince gubernaturas y miles de alcaldías y puestos de elección popular. Por eso su prisa por reanudar su gira por todo el país en medio de lo más álgido de la pandemia, por eso sus banderazos de inicio de megaobras y, por eso también, decía yo la semana pasada, está haciendo acopio de recursos de un lado y de otro, no para combatir la hambruna, ni para equipar en cantidad y calidad adecuadas a los hospitales designados para luchar contra el Covid 19, ¡no, señor! Está esperando el momento oportuno para hacer caer más votos a favor de su partido. En su plan, por demás perverso, está utilizando los mismos principios maquiavélicos de la antigua Roma: divide y vencerás (chairos y fifis); al pueblo pan y circo (tarjetas y mañaneras), discurso populista (primero los pobres) y hasta seudosocialista, etc.
Por otra parte, sigue desapareciendo organismos que, según él, no sirven para nada y que las funciones que venían realizando bien pueden pasar a la Secretaría de Gobernación. En fin, austeridad y más austeridad, recortes y más recortes. ¿Y todo para qué? Adivinó amable lector, para las elecciones del 2021, lo cual debe traducirse, para hablar claro, en compra de votos a diestra y siniestra. Creo que en vez de portar a Benito Juárez en el logotipo del Gobierno de la (mal llamada) Cuarta Transformación, debería exhibir la foto de Antonio López de Santa Anna, dictador que centralizó los tres poderes en su persona y que debido a sus ambiciones personales provocó que México perdiera más de la mitad de su territorio. Además, como seguidor de Juárez el presidente sale reprobado de todo a todo, ya que ni siquiera se ha aprendido en forma correcta la famosa frase juarista “el respeto al derecho ajeno es la paz” ni el nombre correcto de la esposa de don Benito (Margarita Maza de Juárez). En fin, dicen que los padres de Mussolini, el dictador fascista de Italia, decidieron bautizar a su hijo con el nombre de Benito por admirar la vida del Benemérito de las Américas y nunca imaginaron que su hijo iba a ser la antítesis de aquél. Ni hablar, “el hombre pone, Dios dispone, llega el diablo y todo descompone”.
Jaime Rivera Consejero del INE (Fotografía Diario de Querétaro)
Finalmente, se sabe que la elección de los cuatro consejeros del INE que hacen falta, se está “cocinando” para que queden incondicionales a Morena. De consumarse esta trama, esa institución, que ha sido clave para salvaguardar la democracia y la paz social, habrá perdido su independencia y su credibilidad y las puertas quedarán abiertas de par en par para darle paso al fraude electoral. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos no faculta al presidente para autonombrarse guardián de las elecciones, ni puede ser garantía de imparcialidad alguna por razones obvias. Sería un abuso de poder porque estaría pisoteando la Ley al pretender ser juez y parte en los próximos comicios. Dicha pretensión confirma, no solo que la única prioridad del presidente es la contienda electoral de 2021, sino que además, desnuda su intención de manipular los resultados. Los antorchistas alertamos al pueblo de México para no permitir que esto suceda.