La Secretaria de Educación del GCDMX, Mara Robles Villaseñor, informó que luego de conocerse el caso del niño de una escuela primaria en la Colonia del Valle, que fue expulsado por su actitud agresiva y acusado de cometer bullying en contra de sus compañeros de salón y de la escuela, puso al servicio de la familia todo el apoyo psicológico y de salud que requiera el menor y su madre, y pidió no criminalizar al pequeño, pero sí, poner atención a su conducta.
Destacó que por instrucciones del Jefe de Gobierno, se ofrece a la familia un trabajo multidisciplinario proporcionándole asesoría psicológica; atención médica, a través de la Secretaría de Salud, del GCDMX, que se harían cargo del niño, y si es víctima de discriminación, intervendrá el Consejo para Prevenir la Discriminación.
Agregó, que luego de la exhaustiva investigación, si se comprueba que haya niños que fueron víctimas de bullying, (se habla de 23, entre ellos una de posible intento de estrangulamiento), se les brindará atención en las 25 Unidades de Atención de Prevención de la Violencia.
Destacó que las autoridades de educación pública y el gobierno locales están convencidos de que debe privar la perspectiva de Derechos Humanos, es decir, “no podemos culpar al menor, no podemos criminalizarlo, lo que debemos hacer es atenderlo; pero desde luego no debe haber impunidad; si el chico cometió una falta de tal gravedad tiene que ponerse remedio contundente”.
Mara Robles, explicó que el Gobierno de la Ciudad de México “está haciendo su tarea” en el tema del bullying, pues pidió a la UNAM realizar un estudio, a través del Seminario de Estudios de Juventud, que será el primer gran estudio que se realiza al interior de las escuelas.
Por su parte, dijo, la SEDU han realizado entrevistas a profundidad, focus group y orientación a los maestros. En cuanto la UNAM nos entregue la encuesta que hizo procederemos a atacar ésta indisciplina en todas sus dimensiones.
Por lo pronto, concluyó, el pequeño expulsado de la escuela por actitud agresiva, será atendido multidisciplinariamente por instituciones del gobierno capitalino, incluida la mamá, para buscar modificar su conducta y reintegrarlo a las actividades propias de un niño de 10 años de edad.