Jesús Yáñez Orozco
Ciudad de México, (BALÓN CUADRADO).- Hace más de seis décadas el futbolista mexicano está en total indefensión laboral ante el poder omnímodo de los dueños del balón. Por ejemplo, las lesiones que sufren los jugadores pueden llegar a “complicarse severamente” por el “gran desconocimiento” sobre sus derechos y contratos, los alcances que éstos tienen, así como por “la falta de un cuerpo jurídico que realmente los respalde”, diagnosticó el abogado Alfredo Massad, especialista en derecho deportivo.
Apenas el pasado lunes, el ex jugador José Antonio García, 28 años de edad, acusó a los Pumas de la UNAM de cometer una negligencia médica durante el tratamiento de una lesión que sufrió en la cadera en 2012 y hoy lo tiene postrado en una silla de ruedas.
Hasta el momento, según indicó el otrora defensa, el conjunto auriazul, el Patronato de la Universidad Nacional AC, que administra al equipo felino, no se ha hecho responsable del caso.
Al respecto, Massad, quien representa al ex futbolista Carlos Sánchez en la demanda que interpuso en contra del América por no haberle brindado la atención médica adecuada tras un golpe que recibió en la cabeza durante un partido disputado en 2008, el cual derivó en un infarto cerebral en pleno entrenamiento, aseveró que ese tipo de situaciones “ocurren con mucha frecuencia en el futbol mexicano.
Pero lo más lamentable es que en varios casos las complicaciones se pudieron haber evitado si los jugadores hubieran actuado a tiempo, jurídicamente hablando.
Explicó que la reacción tardía de los futbolistas en estas situaciones “se debe principalmente a que los equipos sólo les ofrecen dos opciones: si van a una consulta externa pueden rescindirles el contrato, pero si el club se hace cargo, en muchas ocasiones, únicamente les dan paliativos hasta que prescriben las acciones en contra, entonces los dejan atados de manos, lo cual es algo muy aberrante y maquiavélico.
“Justo así pasó con Carlos (Sánchez) y me parece que sucedió lo mismo con Toño García. Durante varios meses, incluso años, sus equipos sólo les dieron paliativos que poco a poco complicaron sus lesiones, y después ya no quisieron hacerse responsables de las terribles consecuencias de la mala atención de su cuerpo médico”.
Detalló que cuando los jugadores se encuentran en la encrucijada de seguir atendiéndose con su club o acudir a una revisión a una clínica externa, “no cuentan con un cuerpo colegiado que los asesore, ni tienen una protección jurídica que los apoye, por lo cual nunca se enteran de que la falta de atención médica es un hecho ilícito en sí.
“El que los equipos descuiden a sus futbolistas por completo, da cabida a miles de demandas, y ellos no lo saben. Desgraciadamente muchos se acercan con los abogados del propio club y eso es incorrecto, porque ellos siempre van a velar por los intereses de la institución”.
En ese sentido, estimó que la Asociación Mexicana de Futbolistas (AMFpro), que encabeza Álvaro Ortiz, aún no tiene el auge necesario ni brinda la protección legal adecuada.