Pumas, ‘pulpo chupeteador’ de la UNAM

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Jesús Yáñez Orozco

 

Balón Cuadrado.- Hace 43 años, los Pumas son intocables. Gracias a una mayúscula falacia: “son de la UNAM”. Algunos cronistas, en su delirio discursivo, osan endilgarles un calificativo heroicamente v vergonzoso: “gloriosos”. La realidad es otra: con la figura de Patronato Universidad Nacional A.C., son iniciativa privada que se beneficia de un bien público: UNAM.

Mas, históricamente, el equipo felino no se toca, ni con el pétalo de la más leve crítica, por los intereses aviesos que decanta.

Sus colores, azul y oro, simbolizan más de cuatro décadas engañifa balompédica.

Aunque pocos, cada vez hay más medios de comunicación que develan la impostura deportiva que significa el llamado “equipo universitario” –quizá la más abyecto del balompié nacional– a la oscura sombra del frondoso árbol que representa la Universidad Nacional Autónoma de México.

Salvo excepciones, la prensa nacional, escrita, electrónica — radiofónica y televisiva– y ahora digita, son pocos los priman el periodismo de investigación para atisbar sobre la opacidad con que se maneja en general la UNAM, el futbol en particular.

Son luz al final del oprobioso túnel del balón que caracteriza al balompié mexicano.

La mayoría de la industria mediática aborda el tema del balompié en la Máxima Casa de Estudios, sólo, como espectáculo/información. En parte por el espíritu mafioso con que se maneja el equipo, casi nadie hurga en su albañal.

Los miembros de Patronato Universidad Nacional A.C., son una casta maldita que nadie toca.

Algo similar a lo que ocurre con Pumas, sucedió con el equipo Lobos de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Que, como el equipo de la UNAM, se manejaba a través de un patronato. Al amparo de esa figura legal hubo desvío de 400 millones de pesos.

Hasta la fecha nadie, oficialmente, ha sido investigado qué sucedió en la institución educativa poblana.

Las autoridades de ambas universidades –incluso las mismas cabezas de los patronatos— deben ser enjuiciadas y, en su caso, sancionadas como mandata la ley.

De los 18 equipos de Liga Mx –todos en mayor o menor medida reciben presupuesto o exenciones de gobiernos federal, estatal y municipal de los 311 equipos que conforman la Federación Mexicana de Futbol— el equipo felino es el más oprobioso gracias al dinero de pueblo.

Los mantenemos con nuestros impuestos.

Porque no sólo usufructúa más de 150 mil metros cuadrados de la UNAM sin retribución alguna: estadio México 68’, la Cantera –donde están sus oficinas administrativas, servicio médico y fuerzas básicas–, Cancha Dos y una de las varias tiendas de ropa deportiva que tiene en la ciudad.

Sino que una vez más se confirma que, como los carteles de la droga, cobra el llamado derecho de piso (http://baloncuadrado.com/2020/10/16/pumas-cartel-del-balon-en-la-unam/).

Es, literal, la más descarada y descarnada hampa del futbol, con apoyo del presupuesto federal.

Sanguijuela que se alimenta de la sangre del pueblo que tiene un salario de 123 pesos diarios.

O como decía el célebre cómico Jesús Martínez, Palillo, cuando se refería al monopolio camionero en la Ciudad de México de los años 50s, 60s y 70s –y quien solía andar con amparo en el bolsillo por su crítica mordaz al PRI–, que aplica a la actual clase política mexicana –cínicos, ineptos, farsantes, explotadores y vividores del presupuesto–:

“Pulpo chupeteador”.

No por ser autónoma, la UNAM está al margen de la ley.

Significativa una nota de 431 palabras del reportero Omar Flores, en ESPN, previo al partido de la final del futbol mexicano contra León, que acabaron perdiendo, después de aquél polémico partido contra Cruz Azul.

Equipo al que eliminaron 4-0 de forma vergonzante, por usar un eufemismo. Que se convirtió en escándalo nacional. Que no cesa.

Y que constata cómo –desde 1977, cuando fueron privatizados por el rector Guillermo Soberón Acevedo, recién fallecido–, Pumas es un bien privado que se alimenta de la carne de un bien público, a la brillante sombra de un Patronato: Universidad Nacional A.C.

Y que es, a todas luces, contrario al espíritu de la feroz cruzada del presidente Andrés Manuel López Obrador contra la corrupción. Lo que él llama “purificar” al país desde la entelequia de la Cuarta Transformación.

La corrupción está bajo sus narices: pestilente albañal.

Y nada hace.

Ni hará.

AMLO, como plañidera mañanera, lleva dos años en el poder caracterizado por la simulación.

Morena, su partido, es el peor rostro del PRI.

Pocas veces visto en la prensa deportiva mexicana, el portal de ESPN, en base a un trabajo de investigación, tituló así una nota, el pasado 9 de diciembre, antes de la derrota en la final del torneo de liga ante León:

“UNAM duplicó apoyo, con dinero público, a Pumas entre 2019 y 2020”.

Establece el epígrafe de la nota firmada por Omar Flores:

“La UNAM –cuyo rector es Enrique Graue– destinó millones de pesos al presupuesto de Pumas con compra de boletos que no fueron justificados”.

Y en su primer párrafo denuncia a rajatabla:

“De un momento a otro, la UNAM duplicó los apoyos económicos que le da al Club Universidad entre el 2019 y el 2020, por compra de boletos, sin justificarlos”.

La Universidad Nacional Autónoma de México, revela el reportero de ESPN, compró ocho mil boletos por partido que jugó Pumas de local entre el Apertura 2019 y el Clausura 2020, con una ganancia de casi 45 millones para el club de futbol.

Paradójicamente, la directiva del equipo felino tiene la obligación de hacer aportaciones a la rectoría de la Máxima Casa de Estudios.

O, como se dice coloquialmente: los patos tirándole a las escopetas

De acuerdo con una nota del diario El Economista de principios de 2017, de 2007 a esa fecha –una década–, el equipo generó ingresos por cuatro mil 500 millones de pesos.

Ecuación que hay que hacer en función de 43 años.

Y el precio del equipo, según el portal Transfermarkt –una suerte de bolsa de valores virtual del futbol global— coloca a Pumas en el lugar 12 de los 18 equipo de Liga Mx: 26 millones 780 mil euros –unos 651 millones de pesos–.

Un prietito en el arroz o un arroz en los prietitos de lo que en realidad representa la miseria deportiva y humana del equipo estudiantil (sic) sucede con José Antonio García.

De tener una promisoria vida, de ensueño, en las canchas, acabó postrado en silla de ruedas. Por eso, exige “justicia y un trato digno” a la directiva del conjunto de la UNAM.

Club al que acusó de cometer «negligencia médica» durante el tratamiento de una lesión que sufrió en la cadera en 2012 que acabó retirándolo en 2018 y que hoy, a los 28 años de edad, lo tiene inválido.

Como los principales responsables de no atender el caso durante su gestión, señaló a Rodrigo Ares de Parga, ex presidente de la escuadra universitaria; Antonio Sancho, ex director deportivo, y José Ramírez, ex vicepresidente de operaciones.

Incluso elevó su queja al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS). Está en espera de la resolución. Que, todo indica, será favorable.

Club indigno del lema universitario, que creó José Vasconcelos:

“Por mi raza hablará el espíritu”.

Según una solicitud de transparencia hecha por ESPN desde el pasado 16 de octubre, la UNAM compró ocho mil entradas por partido de local de los Pumas entre el Apertura 2019 y Clausura 2020, “4 mil de ellos sin justificación alguna”, sostiene el portal de la televisora deportiva.

Los boletos iban con destino al Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM) y para la AAPAUNAM. Pero cada una de las organizaciones mencionadas sólo le exigen 2 mil boletos por juego (4 mil en conjunto).

No los 8 mil que se pagaron, se reporta en sus acuerdos con la Universidad.

“La Universidad entregará al STUNAM 2 mil boletos correspondientes a la parte inferior del Estadio Olímpico México 68 (900 para la parte superior, 1000 para la parte inferior y 100 para la zona azul y oro), en cada encuentro deportivo que se realice en dicho escenario”, se lee en el contrato colectivo de trabajo del STUNAM, vigente hasta 2020 y que fue renovado hace algunos días.

En una temporada, de acuerdo con los registros de la Federación Mexicana de Futbol, la UNAM pagó el 30 por ciento de las entradas que vendió el equipo local, al adquirir 128 mil boletos para 17 partidos de local que disputaron los universitarios en la pasada temporada, a cambio de 44 millones 560 mil pesos. El estadio Olímpico Universitario tiene capacidad para 42 mil aficionados. Aunque originalmente era para 72 mil.

“La UNAM compró estas entradas a precio de taquilla y se duplicó el apoyo justo previo a la pandemia del coronavirus, que provocó que el resto de los partidos del 2020 se disputaran sin público”, agrega la nota de ESPN.

En el documento, se precisa que para el partido contra América no se adquirieron boletos, pese a que, por acuerdo, al menos se debían comprar 4 mil, y en caso de hacerse la compra de ocho mil boletos, aumentaría el gasto de la UNAM en 2 millones 560 mil pesos.

En resumen: la UNAM destinó, en total, casi 45 millones de pesos de su presupuesto a los Pumas.

Salea de Lobos

Una calca de lo que sucede con los Pumas ocurrió con equipo Lobos BUAP.

El caso de la investigación que existe contra el rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), Alfonso Esparza Ortiz por un presunto desvío de 400 millones de pesos a Lobos, llegó el 19 de julio de 2019 al presidente López Obrador.

Ese día lanzó una lapidaria advertencia envuelta en algodón: no toleraría este ominoso caso de corrupción.

“Hay universidades que organizan coloquios y seminarios con gastos pagados para intelectuales como si estuvieran en el paraíso y jamás un cuestionamiento. La corrupción no se debe tolerar, se debe aplicar la transparencia en las universidades, que no haya cacicazgos”, dijo.

Destacó que, en este caso, debe haber una investigación, respetando siempre la autonomía de las universidades.

¿Y la UNAM, apa?

La previa a las palabras de AMLO, el diario El Universal, divulgó que la auditoría interna de la BUAP inició una investigación contra Esparza Ortiz, por un posible desvío de recursos públicos por 400 millones de pesos, utilizando al equipo de los Lobos como medio.

La indagación comprende el periodo 2007 y 2013, lapso en el que la hija de Esparza Ortiz, Luza Esparza, estuvo como encargada del club, y quien al final salió con un mar de problemas con el grupo que encabeza Mario Mendivil.

“Que no haya malversación de fondos, que no haya cacicazgos. Todo lo que sabemos, existe en algunas universidades, las cuales son hasta emblemas de cómo se controla el poder”, respondió López Obrador al ser cuestionado durante la mañanera sobre el caso Lobos BUAP.

Según la versión que dio a conocer dicho medio, Esparza Ortiz, y su hija habrían desviado 400 millones de pesos y habría utilizado a Lobos BUAP como medio para lograr este cometido

Con el pretexto del futbol, hay sanciones que marca la ley para esa forma turbia, total opacidad, de manejo de dinero público para beneficio privado.

De acuerdo con el Código Penal Federal, título decimo, los delitos cometidos por servidores públicos están consagrados en el capítulo I.

Establece:

Uso indebido de atribuciones y facultades en su Artículo 217, establece que comete el delito de uso indebido de atribuciones y facultades:

I.- El servidor público que indebidamente:

  1. A) Otorgue concesiones de prestación de servicio público o de explotación, aprovechamiento y uso de bienes de dominio de la Federación;
  2. B) Otorgue permisos, licencias o autorizaciones de contenido económico;
  3. C) Otorgue franquicias, exenciones, deducciones o subsidios sobre impuestos, derechos, productos, aprovechamientos o aportaciones y cuotas de seguridad social, en general sobre los ingresos fiscales, y sobre precios y tarifas de los bienes y servicios producidos o prestados en la Administración Pública Federal, y del Distrito Federal.
  4. D) Otorgue, realice o contrate obras públicas, deuda, adquisiciones, arrendamientos, enajenaciones de bienes o servicios, o colocaciones de fondos y valores con recursos económicos públicos.

II.- Toda persona que solicite o promueva la realización, el otorgamiento o la contratación indebidos de las operaciones a que hacen referencia la fracción anterior o sea parte en las mismas, y

III.- El servidor público que teniendo a su cargo fondos públicos, les dé a sabiendas, una aplicación pública distinta de aquella a que estuvieren destinados o hiciere un pago ilegal.

Ley que cae como anillo al dedo a Pumas de la UNAM y Lobos de la BUAP para que sean investigados y, en su caso, sancionados.

Aunque nada pasará en la milagrosa –más bien demoniaca– Cuarta Transformación.

Algo huele a podrido en Dinamarca.

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