Por: Antonio Zacarías
Como cada año, las escuelas de nivel medio superior y superior iniciarán sus procesos de selección para dar cabida a los que quieran y -sobre todo- puedan acceder al siguiente peldaño de su formación académica. Y, aunque es verdad, que nuestra carta magna establece la obligatoriedad de la educación en cualquiera de sus niveles, en los hechos dicho derecho no se vuelve realidad para cientos de miles de estudiantes, pues no basta, no es suficiente que figure como ley para que se haga realidad. Valdría preguntarse: ¿Por qué?
La razón por la cual ningún gobierno -incluido el actual- se ha ocupado en lograr que sea real el acceso a la educación es por la forma en la que está organizada la sociedad, por la manera en la que los hombres están organizados para producir los bienes materiales. Esta condición hace que no sea necesario que todos los niños y jóvenes se instruyan, desarrollen sus capacidades, se apropien de los mejor de la cultura humana. Pues para el gobierno y la clase a la que éste representa y defiende, la verdadera significación de la educación (para los economistas filántropos) es la formación de cada obrero en el mayor número posible de actividades industriales (C. Marx) y nada más.
De otro modo, no podría entenderse que, cada año se cuenten por centenas de miles los que no logran acceder a la educación media superior y superior. Tan sólo el año pasado, en el primer concurso de ingreso de la UNAM para cursar el ciclo escolar 2020-2021 se registraron 130 mil estudiantes, no obstante, se estima que la máxima casa de estudios sólo recibió al 10%; es decir, sólo 13 mil jóvenes lograron ingresar para cursar una licenciatura. Cabe señalar que el ingreso a la universidad no significa concluir la carrera. La OCDE afirma en su informe Educación Superior Resultados y Relevancia Para El Mercado Laboral, que sólo el 23% de los inscritos en el nivel superior logrará finalizar su educación superior; es decir, de los 3.5 millones que hoy están inscritos, sólo concluirán su educación superior 800 mil. El mismo informe señala que en México sólo el 17% de los adultos de 25-64 años cuentan con un título de educación superior, una cifra muy inferior al promedio de los países que integran la OCDE (37%). Finalmente, el mismo informe señala que en la actualidad, México tiene la proporción más baja entre los países de la OCDE, pues sólo medio millón de egresados de educación superior entran cada año en el mercado laboral. Dicho de otra manera, de los que terminan una licenciatura, sólo 6 de cada 10 encuentran trabajo.
A este respecto el gobierno de López Obrador lo más que ha podido hacer es crear las Universidades para el Bienestar “Benito Juárez García” (UBBJG). Sin embargo, una investigación de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) puso al descubierto una serie de graves irregularidades acerca del funcionamiento de las cien UBBJG. Por ejemplo, funcionan en terrenos baldíos, unidades deportivas, salones municipales, oficinas de Gobierno local, casas ejidales, bibliotecas municipales, locales comerciales, casas de la cultura y peor aún, no cumplen las reglas mínimas que ordena la SEP para otorgar títulos con validez oficial -no cumplen los requisitos para obtener su REVOE-; significa que los actuales alumnos de las UBBJG no podrán acreditar los estudios realizados y, por tanto, no obtendrán título y cédula profesional. Tal vez, éstas sean algunas de las razones por las que López Obrador quiera desaparecer el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales (INAI).
Por otro lado, el panorama en el nivel medio superior es igual de desalentador. De acuerdo con la OCDE en el informe antes señalado, un gran número de estudiantes abandonan la educación media superior, y en la actualidad se prevé que solo el 56,3% de los mexicanos terminen este nivel de estudios, habrá que recordar que tan sólo en este año cerca de un millón de jóvenes abandonaron este nivel educativo. A estas circunstancias hay que agregarle los estragos de la educación a distancia. La falta de acceso a Internet, la carencia de dispositivos para acceder a las clases en línea y la apremiante situación económica junto con el mal diseño de la educación a distancia han golpeado a nuestro frágil sistema educativo y los resultados serán desoladores. Una de las afectaciones que se ha acentuado -pues ya antes de la contingencia era un problema- es el rezago en aprendizajes prioritarios.
Toda una generación de estudiantes será afectada como resultado de las terribles decisiones en el manejo del país y de la pandemia (hasta ayer se contabilizaban mas de 130 mil muertos); sin embargo, el gobierno de López Obrador no se inmuta, pues como señalamos antes en palabras de Marx, lo que importa es sólo la formación de obreros y ya.
A fin de cuentas, López Obrador – y los poderosos que él representa- no tiene los medios ni las ganas de ofrecer al pueblo una educación verdadera. Por eso se vuelve vital la organización y lucha del pueblo, para que así se garantice, no sólo la educación de todos los mexicanos, sino, además, pan, vivienda, vestido y seguridad.
Y aunque en general el panorama es sombrío, siempre hay una luz en medio de la oscuridad. El Movimiento Antorchista Nacional se ha preocupado por formar escuelas de nivel medio superior y superior y para muestra tres de ejemplos. En Ixtapaluca, Estado de México, el Centro Universitario Tlacaélel (CUT) es una universidad de carácter social convertida hoy en referente en el oriente mexiquense; en Chimalhuacán, de manera conjunta el Gobierno municipal y los integrantes del Proyecto Nuevo Chimalhuacán encabezado por su inspirador e impulsor el Biólogo Jesús Tolentino han logrado la creación de 7 escuelas de nivel superior; y, por supuesto, el Instituto Tecnológico de Tecomatlán que atiende a cientos de jóvenes de la mixteca y de otros estados de la República; además se han formado, a lo largo de nuestro país cientos de preparatorias gracias al trabajo entusiasta de los maestros y los padres de familia organizados en Antorcha.