Está muy citado desde que Jesús Reyes Heroles, entonces titular de Gobernación, refirió que en política la forma es fondo. Y aun cuando la expresión ya forme parte de un espeso caudal de citas, la recupero porque viene, una vez más, como anillo al dedo.
La víspera, al participar en la Cumbre Climática virtual, convocada por el presidente de Estados Unidos, el demócrata Joe Biden, nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador, observó un estilo poco ortodoxo y aún descortés con el anfitrión de la cita y unos 40 líderes del mundo, entre ellos el primer ministro chino y otros estadistas del orbe, amén de gobernadores, alcaldes y funcionarios.
(Fotografía El Sol de México)
Poco o prácticamente nada, importó al presidente el nivel y la representación de los participantes en esta cita mundial. Cero cortesía. Tampoco le importó el tema, sí, el cambio climático, un fenómeno que sobresale hoy en todo el mundo porque implica el riesgo de un colapso de consecuencias insospechadas para la vida del planeta en todas sus manifestaciones.
En su escala de importancia, López Obrador puso por encima su ya tradicional mañanera en Palacio Nacional, el sitio predilecto del mandatario y donde cada mañana repite, arenga y machaca un discurso ya de suyo conocido. Un espacio también donde responde con sobrada solvencia las preguntas más a modo posibles y donde se siente confortable con su coro de “periodistas” y aún funcionarios y colaboradores, aduladores al punto de la melaza.
Sin importar que fue el presidente Biden, quien lo invitó a esa cumbre virtual durante la primera llamada telefónica que ambos tuvieron luego del triunfo del demócrata, reconocido tardíamente por el propio López Obrador, otra vez incurrió -insisto- en una descortesía política no sólo a su anfitrión, sino al resto de participantes en esta cita -también insisto- considerada de primera importancia por el propio Biden y el resto del mundo con excepción del mandatario mexicano.
(Imagen reuters)
En lugar de atestiguar con su presencia el curso de esta cumbre, López Obrador prefirió permanecer en la mañanera y dar la espalda a un tema crucial para México -los efectos climáticos están a la vista, incluso Tabasco, su estado natal- y para el mundo con el derretimiento por ejemplo de los casquetes polares.
Pero nada, nada es más importante para el presidente que su chamba mañanera, donde según un estudio reciente de una ONG, López Obrador difunde numerosos datos inexactos durante los dos años de gobierno, acaso más que el estadounidense Donald Trump, famoso por divulgar “fake news” en sus apariciones públicas.
De acuerdo con un informe de la organización civil Signos Vitales Pulso de México, el jefe de Estado mexicano apela a mentiras a un promedio de 80 veces diarias, en su intento por desacreditar las críticas de sus opositores, con la frase muy socorrida de “yo tengo otros datos”.
“El valor de la verdad, a un tercio del sexenio”, es el nombre del estudio elaborado por la ONG, el cual señala que López Obrador “recurre a mentiras, medias verdades y datos no verificables para no abordar problemas como la militarización y la gestión de la pandemia” contra el Covid.
Según el diario estadounidense The Washington Post, Trump contabilizó 23.000 mentiras en el curso de su mandato de 4 años, pero López Obrador está a punto de multiplicar por dos esa cifra. Pero esto, claro, es otra historia, citable si acaso porque ese espacio en Palacio Nacional es el foro preferido del presidente, incluso por encima de una cumbre sobre el clima y donde propuso la extensión de su programa Sembrando Vida, aún y cuando un día antes de formalizarlo, ya había recibido una negativa de la Casa Blanca.
Quizá eso animó el desaire a Biden, la vicepresidenta Kamala Harris y una amplia representación del liderazgo mundial, entre ellos los líderes de China, Rusia, India, los estados del Golfo Pérsico, aliados europeos y asiáticos y naciones costeras e islas que lidian ya con los efectos de los cambios climáticos. Pero eso resultó ayer mucho menos, infinitamente menos importante que la mañanera, el escenario número uno de México y hasta podríamos decir del mundo de López Obrador.
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