Los niños en la cultura

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Por Nidia Sánchez

La vida en rosa

 

La compleja situación de la cultura en el país desde la visión de la escritora y poeta María Eugenia Márquez, está fracturada, sin espacios suficientes donde se puedan desarrollar los artistas, los creadores, más en este tiempo en que cerraron los recintos y ahora se trabaja a través de las redes sociales y plataformas de internet.

Es cierto que se abrieron espacios virtuales como alternativa para no dejar morir a la cultura y el arte, al mismo tiempo se puede decir que las necesidades de sobrevivencia orillaron a los creativos a instalarse en forma clandestina en bazares, cafés y restaurantes, más visible en la bella Cholula, también en Puebla, donde se convertía en una cuestión de apoyo solidario entre la comunidad.

María Eugenia Márquez, originaria de Puebla (capital) egresada de la Licenciatura en Idiomas de la UAP -hoy, BUAP- tiene 35 años imbuida en el universo de las letras a través de sus estudios en la SOGEM Escuela de Escritores y el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla IMACP.

En 2020, no fue posible debido al brote del Covid-19, estrenar el programa en vivo que María Eugenia, quien es también promotora cultural, realizaría a invitación del ayuntamiento de la Heroica Puebla, donde tenían todo programado para el estreno televisivo de “Viento cercante”.

Piensa que la cultura oscila entre altos y bajos, cuando entran y salen de cargos públicos, a veces, personas con preparación e interesados en impulsar la cultura y su desempeño es reconocible, luego entran otros que nada saben, que en el mejor de los casos son aprendices que echan mano de quienes tienen preparación ofreciéndoles espacios para participar o integrarse a proyectos.

En este tema, nuestra tallerista de poesía, narrativa, novela y ciencia ficción, hace un paréntesis importante para señalar que existen casos de creadores que presentan buenos proyectos que no resultan elegidos en convocatorias de instituciones de gobierno, y algunos se los apropian obteniendo beneficios sin hacer el trabajo.

Con lo anterior queda de manifiesto que algunas personas en este gremio cultural aunque no tengan calidad ganan espacios porque pueden robar las ideas (los proyectos) pero no el talento, y eso se nota en cuanto intentan hacerlos realidad, no saben cómo, y el autor sí.

La realidad local en Puebla, y que parece generalizada en nuestro país, es que recortaron el presupuesto a la cultura, no han sido gratuitas las manifestaciones de exigencia sobre los derechos de la comunidad cultural y artística para ser reconocidos como parte de una sociedad productiva que aporta.

Una de las funciones de la cultura es que el ser humano se dignifique, piense, reflexione y analice, se convierta en un observador de la sociedad, pero a los gobiernos tal parece que no les conviene tener ciudadanos cultos porque comenzarían a exigir sus derechos en todos los ámbitos y verdaderamente a involucrarse en las decisiones del país, algo parecido a lo que hacen los intelectuales, cuestionar con bases.

En Puebla, la capital, las lecturas mejor acogidas son las que se realizan en los eventos de Poetry-Slam, donde llegan a teatralizar su participación para integrar a los asistentes.

Por su parte, el IMACP está promoviendo charlas literarias en las que María Eugenia Márquez está participando. Las salas de lectura están tomando mayor fuerza de la que tenían porque llegan a más audiencia con facilidad en su forma virtual.

Nuestra escritora y poeta participa en eventos de lectura con los Escritores del Golfo, y La Academia Literaria de la Ciudad de México.

Es autora de “La sombra del verso”, un poemario que presentó en coautoría en la biblioteca BUAP; “El sueño 2020” libro de prosa, haiku, y narrativa que toca el tiempo de pandemia; “Ensueño”, que es otro poemario.

Ha participado en tres antologías de la Academia Literaria de la Ciudad de México, además colabora en la revista “La llama azul”, de la citada academia.

Con amplia preparación también en cine, danza, narración oral y escénica, narrativa gráfica, escultura en papel mache, grabados, oratoria, pintura, dibujo de sombras con figuras geométricas y caricatura.

María Eugenia Márquez ha impartido talleres en distintos recintos y áreas públicas, propiciando la participación de padres e hijos, logrando involucrar a la familia en la cultura como un acto de responsabilidad, aprendizaje y crecimiento.

Ha tenido especial inclinación por los niños, que son vulnerables, están formación, y con el apoyo de amistades involucradas en las letras logró trasladarse a las comunidades más apartadas de la capital para impartir talleres en jardín de niños, primarias y secundarias, creando una técnica que involucra relajación a través de la respiración, música, lectura y escritura.

Con la experiencia de convivir con menores, afirma que ellos le enseñaron a ser más sensible, aprendió que requieren mayor atención.

Su internamiento en la sierra poblana le hizo vivir de cerca la problemática de violencia de niños y niñas, los dolorosos usos y costumbres y el autoflagelo de menores de edad para no ser víctimas de algo peor, como el intercambio de niñas por cosas y para ser usadas de distintas formas. A través de la poesía y narrativa les dio herramientas para contar sus historias silenciadas, que han quedado en las bibliotecas de aquellas escuelas, donde maestros y niños permitieron que esto fuera posible.

En la ciudad de Puebla, nuestra escritora se acercó al Hospital del Niño Poblano, aproximadamente en el 2011, con la intención de compartir lecturas de cuentos, convivir con los niños enfermos de cáncer. Recuerda como un poema sobre la muerte les cambió la vida a los padres.

Otros talleres para padres los impartió en una clínica del IMSS de Puebla, llevando música, lectura, escritura, adaptándose a las necesidades especiales por las que atravesaban los participantes.

El gusto y el compromiso con la cultura le llevó a impartir un curso intensivo a los maestros de bachillerato para que a su vez enseñaran a sus alumnos a escribir y participar en un concurso literario.

Para María Eugenia gran parte de disfrutar la vida es compartir lo que sabe hacer, y ha llevado la literatura a todos los rincones posibles como una embajadora de las letras, como hacen los creadores aportando todo lo que pueden por iniciativa propia.

Entre los recuerdos memorables tiene presente una lectura de narrativa en la emblemática Biblioteca Palafoxiana.

Muchas vivencias con un buen sabor de boca y en otros casos afrontando con gracia las vicisitudes, María Eugenia deja en claro que es un eco vivo de la cultura siempre con nuevos emprendimientos.

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