Por: Leopoldo Mendívil
LIC. JESÚS RAMÍREZ CUEVAS,
DIRECTOR GENERAL DE COMUNICACIÓN SOCIAL,
PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA:
+Futilidad es lamentarse
sin evitar eliminar la causa
John Geddes
¿Sabe usted por qué al presidente López Obrador le gusta tanto el rollo del perdón y del agravio nunca olvidado?
Puesto del lado de los agraviados, el año pasado nuestro jefe ejecutivo exigió a España pedir perdón a México por los excesos de la conquista. Desde el lado de la gandalla, él hizo lo mismo con los yaquis de Sonora y los mayas de Yucatán y ayer hasta a los chinos, declarando que “el Estado mexicano pide perdón a los familiares de las víctimas de la represión autoritaria cometida por movimientos, organizaciones y gobiernos de nuestro país” en agravio de migrantes chinos y sus descendientes.
La violencia de un grupo humano sobre otro siempre es reprobable, qué duda cabe, pero a Andrés Manuel López Obrador le preocupan el agravio y el perdón casi como si se tratara de un equilibrio cósmico…
Por ello, hoy me permito darle algunas ideas para próximos perdones:
AMLO no es culpable de que exista el crimen organizado, pero sí es responsable de no estarlo abatiendo adecuadamente y de que siete ciudades mexicanas estén en el top ten mundial de la violencia; de que siga habiendo desaparecidos; de que solo 10 por ciento de la Guardia Nacional esté certificada y de que persista la impunidad sin haber hecho hasta la fecha algo adecuado para combatirla.
No es culpable de la pandemia, pero sí es responsable de minimizar la amenaza que implicaba, conocida ya la catástrofe que vivía Europa en 2020 y llegaba a los Estados Unidos de América; de ignorar al Consejo de Salubridad y atenerse a un epidemiólogo venido a rock star; de burlarse del cubrebocas y de no brindar al personal sanitario equipos de protección personal en cantidad y calidad suficientes.
México ocupa el primer lugar mundial en personal sanitario muerto por Covid-19 y uno de los últimos en cuanto al manejo la crisis sanitaria (6.5 en una escala de 100, Instituto Lowry).
AMLO no es culpable de la crisis económica provocada por la pandemia, pero sí es responsable de no atemperarla en México ayudando a las PYMES, escuchando a los empresarios y dando confianza a los inversionistas; es responsable de concentrar la obra pública en las Fuerza Armadas y de generar desconfianza suficiente para que a diciembre de 2020 hubiesen salido ya del país unos 19 mil millones de dólares.
AMLO no es culpable de la pobreza, pero sí es responsable de que sus programas sociales solo repartan mucho dinero y no sepamos a la fecha cuál es su efectividad y sus destinos concretos (CONEVAL 2020).
No es culpable de que PEMEX y la CFE estuvieran quebradas, pero sí es responsable de pretender implantar una costosísima política energética que no saca adelante a las paraestatales, que viola el T-MEC y que nos hará pagar indemnizaciones estratosfèricas. A PEMEX le inyectó 176 mil millones de pesos y ésta perdió 606 mil millones de pesos.
López Obrador no es culpable de que haya niños con cáncer, pero sí es responsable del desabasto de medicamentos para ellos y para todos los enfermos; y de que la vacunación infantil tuviera una caída histórica (-20 por ciento, UNICEF). Y todo eso lo hace responsable de muchas muertes que eran evitables.
AMLO no es culpable de la violencia de género, pero sí es responsable de no impulsar una política pública en defensa de las mujeres; de recortar 80 por ciento del presupuesto de INMUJERES y de ni siquiera lanzar una campaña en medios que ayudara a condenar las conductas machistas.
Podrían continuar los ejemplos, pero aquí le paro por hoy, Jesús.
Si don Andrés quiere perdón a los agravios, podría empezar por pedirlo a los 128 millones de mexicanos que (des)gobierna. Y ya entrados en gastos, pues que pida perdón a las siguientes generaciones, quienes también van a sufrir el impacto de las actuales decisiones presidenciales…
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