Gloria Brito Nájera
Todos nos enteramos a través de los medios de comunicación y las redes sociales sobre la triste noticia del accidente ocurrido el pasado jueves 9 de diciembre en el kilómetro 9 de la carretera de Tuxtla Gutiérrez a Chiapa de Corzo, que dejó como saldo a 55 migrantes que viajaban a bordo de un tráiler de forma clandestina, fallecidos, así como decenas de heridos.
Testigos oculares describen este suceso como horroroso, triste y desolador, al ver cómo tantos seres humanos en un abrir y cerrar de ojos perdieron la vida, y más porque ellos solo buscaban vehementemente lograr una vida mejor, la vida que este sistema rapaz en el que vivimos les ha arrebatado. Se revela con este hecho, una vez más, la gravísima y compleja crisis que padece el país y refleja la incapacidad de las autoridades.
Y eso no es todo, los migrantes que logran avanzar en su travesía para llegar a Estados Unidos, muchas veces se convierten en víctimas de robos, extorsiones, secuestros, violaciones, desapariciones o incluso encuentran la muerte debido, entre otros motivos, a la actividad de grupos de la delincuencia organizada o a la corrupción y los abusos por parte de algunos funcionarios.
Triste su vida, pero no tienen nada que perder más que su vida, precisamente, pues los migrantes son víctimas de delincuencia y pobreza, que juntas han obligado a grandes masas de seres humanos a emigrar de sus países, que, para aumentar sus pesares, tienen gobiernos impuestos por el imperialismo yanqui.
Para juzgar con suficiente información el fenómeno migratorio que ocurre frente a nuestros ojos, debemos saber que: Honduras, El Salvador y Guatemala de donde proceden principalmente, son pequeños y débiles países con los peores índices de desarrollo social. Para hacer más duro el sufrimiento de esos expulsados de su tierra por la fuerza de los hechos, son mirados con desdén, desprecio y amenazas por los representantes de la potencia norteamericana. El planeta entero se encuentra hoy dominado y sometido a este despiadado régimen que gobierna con mano de hierro a esos países débiles.
Por ejemplo, Honduras enfrenta alto índices de pobreza y desigualdad; hasta 2019, la población hondureña vivía con menos de 1.90 dólares por día, teniendo con esto la segunda tasa de pobreza más alta de América Latina y el Caribe, solo después de Haití. Además, Honduras registra altos niveles de violencia con más de 38 homicidios por cada 100 mil habitantes. La pobreza pega a tres de cada cuatro hondureños.
Es por ello, que la migración se ha convertido en una válvula de escape ante la pobreza, desigualdad y miseria que aquí se padece.
El problema es muy claro ahora, en Honduras igual que en México, el neoliberalismo capitalista crea riqueza como nunca soñó en su historia. Pero no la reparte, la concentra en cada vez menos manos, la de los privilegiados.
Por causas iguales o peores los migrantes toman desesperados y graves riesgos aún a costa de sus vidas, y ahí están los centroamericanos, recorriendo con enormes dificultades unos tres mil quinientos kilómetros de sus lugares de partida hasta su ansiada meta, el país de la “democracia”, de la “libertad”.
Para variar, a los pocos días de haber ocurrido el terrible accidente en Chiapas, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, mandó a su ejército de granaderos a recibir con “hospitalidad”, dijo ella, a la caravana de migrantes. Ésta es la forma cómo el gobierno morenista se las gasta para tratar a los más desvalidos, pues nosotros hemos vivido en carne propia los malos tratos y represión, de un gobierno que se ha caracterizado por ser agresivo y ocupar a las policía antimotines, para golpear y amedrentar a los más pobres
Hoy le tocó a los migrantes recibir una probada de este gobierno inhumano y represor que se las da de muy humanitario ante el mundo, pero en casa, golpea y viola derechos humanos, sin importarle las difíciles condiciones de su travesía ni los graves motivos que tienen para abandonar su patria.
En 2018, López Obrador prometió a los migrantes centroamericanos, refiriéndose a ellos como hermanos, que en México se les daría trabajo y que tendrían protección en su camino para Estados Unidos, dijo, “queremos un mundo sin injusticias, queremos un mundo que defienda el derecho a la vida, va a haber trabajo para nosotros y los que necesiten que vengan de otras partes”. “Donde come uno, comen dos”, además de prometer dar visas. Hipocresía y demagogia pura de López Obrador, eso fue, hoy la triste realidad salta a la vista y no es menos cruel que la que viven en su país
Por si fuera poco, la agresión donde la policía de Claudia Sheinbaum arremetió contra los migrantes, desenmascara la política bestial del gobierno de Morena en la capital del país, además que esta política la viene aplicando hasta con los de casa que le exigen que cumpla con su deber como jefa de Gobierno y atienda a los más pobres.
En lugar del respeto a la promesa de López Obrador para defender los derechos de los migrantes, brindarles atención y respetarlos, su gobierno ha desplegado miles de elementos de la Guardia Nacional, del Instituto Nacional de Migración y policías estatales, evidenciando un ambiente de represión.
En México 228,000 migrantes han sido detenidos en este año y se ha deportado a 82 mil, según las últimas cifras del Instituto Nacional de Migración, y casi 120,000 han solicitado el asilo, datos históricos que triplican los de 2019.
A todos los pobres de la tierra que sufren los embates de un sistema mezquino y de sus ejecutores enquistados en el poder, esos que con piel de oveja, -como López Obrador-, les dicen al oído acérquense para luego que estén a su alcance atacar con tanta furia, no nos queda más remedio si queremos lograr justicia social, que unirnos, unirnos de una vez por todas para formar un frente común para nunca más permitir atropellos y emprender la lucha por la conquista de un mundo mejor para todos.
