Miguel Ángel Casique Olivos
Con Sheinbaum la pobreza en la CDMX incrementó un 163% y el hacinamiento sigue
La Ciudad de México se caracteriza por ser una de las grandes ciudades del mundo que conserva su riqueza histórica a través de su arquitectura, cultura y tradiciones, siendo económicamente rentable para la inversión pública y privada para así mejorar las condiciones de vida de sus habitantes; sin embargo, esto no ocurre porque se vive con bajos salarios que no permiten el acceso a mejores condiciones de vida y agrava las desigualdades.
De acuerdo con el informe “Rostros de la desigualdad: desigualdades multidimensionales en la Ciudad de México”, elaborado por el Programa de Periodismo del CIDE, OXFAM México y la revista “Chilango”, la capital del país carece de condiciones básicas y elementales ante una expansión poblacional colosal: generando hacinamiento, pobreza y marginación.
Los hogares de menores ingresos sufren las peores condiciones de vida, pues carecen de una vivienda digna, acceso a servicios públicos como drenaje, agua potable, educación y salud, sumado a la inseguridad alimentaria que ya era grave mucho antes de la pandemia por Covid-19.
El discurso polarizado de los gobernantes han clasificado como “clase media” a las alcaldías donde el partido gobernante, Morena, perdió en las pasadas elecciones de junio, y como consecuencia se ha creado una percepción bastante clasista sobre las otras, principalmente por sus condiciones de vida y el acceso a la información.
Con la llegada de Claudia Sheinbaum como Jefa de Gobierno, la pobreza dentro de la CDMX se ha incrementado en un 163%, según los datos del Coneval, por lo que los hogares pobres, en materia de vivienda carecen de la infraestructura básica que responda a sus necesidades.
Los niveles de ingresos económicos también hacen imposible ahorrar para mejorar las viviendas, o en su caso, adquirir lotes para la construcción de las mismas en zonas mucho menos costosas, debido a que la gran mayoría de empleos se mueven en la informalidad y muy pocos son formales o propios.
De esta manera, observamos que las políticas públicas en materia de infraestructura son insuficientes para los habitantes de la CMDX, creando una desigualdad de ingresos y como consecuencia una desigualdad de espacios que perjudican a la salud de los “chilangos” e impiden su desarrollo productivo y de vida.
La otra cara de la CDMX refleja una explotación laboral que impide que el trabajador ahorre lo suficiente como para autoemplearse y cambiar su forma de vida y de su familia. La vida des estas personas refleja la precariedad en la que el gobierno morenista de la ciudad de México, con Claudia Sheinbaum, tiene a sus habitantes de las zonas más marginadas de la gran metrópoli. Por el momento, querido lector, es todo.