BALÓN CUADRADO/Agencias
Jesús Yáñez Orozco
Ciudad de México.- Mísero espectáculo en irremediable ‘partido molero’.
En el último partido amistoso de la Selección Mexicana ante Ecuador, el Tri causó diferentes impresiones en el área de juego pues su desempeño en la cancha generó la molestia del público, hubo diferentes infracciones: fallas que no se concretaron en anotación y lo más destacado es que no cayeron los goles que el público esperaba, por lo que el partido se fue con un amargo 0-0.
De nueva cuenta el Tri se vio envuelto en una polémica a causa de su incompetencia; a pesar de que su enfrentamiento ante los ecuatorianos fue un duelo no oficial y se jugó en Chicago, Estados Unidos, la afición del combinado nacional no toleró las fallas del conjunto dirigido por Gerardo Tata Martino y volvió a entonar el grito homofóbico que prohibió la FIFA.
Al segundo tiempo, al minuto 79, el árbitro central detuvo el juego debido a que desde la tribuna se escuchó la frase que incita a la discriminación y homofobia. En cuanto el silbante principal detectó la infracción, llamó a todos los jugadores al centro de la cancha para iniciar con la primera fase del protocolo aprobado por la FIFA para actuar frente al grito.
Los jugadores se concentraron en el centro del campo a la espera de la reanudación del partido. Y es que previo a que el público cometiera la infracción, en el partido Uriel Antuna fue derribado en el área chica; en primera instancia el conjunto azteca reclamó penal a favor del tricolor, sin embargo, no se marcó la falta y se dejó correr el partido.
Incluso el Tata Martino le reclamó al cuerpo arbitral pues las constantes infracciones se volvieron parte de la dinámica del juego, por lo que no se permitió un juego fluido y generó lesiones, tal fue el caso de Jesús Tecatito Corona, quien tuvo que abandonar el partido a causa de una lesión.
Por ello el entrenador argentino mostró su enojo y los futbolistas también se calentaron en la cancha.
Mísero espectáculo
Una felina reacción de Guillermo Ochoa, multiplicándose sobre la línea de gol con el pie y la mano derecha, disimuló todas las carencias que mostró México frente a Ecuador en el Soldier Field de Chicago. El portero, que se encamina a su quinto Mundial, atajó en dos tiempos un remate a quemarropa de Romario Ibarra y mantuvo el empate 0-0 en un partido amistoso que acrecentó las críticas sobre Gerardo Martino.
Al Tricolor parecía que le quemaba la pelota en el primer tiempo. Recorría apenas un par de metros y los jugadores ecuatorianos volvían a la carga con un nuevo ataque. Uno de los más peligrosos fue Romario Ibarra, desbordando a velocidad como lo hizo en la pasada liguilla con el Pachuca.
Lo sufrieron Néstor Araujo y Fernando Beltrán, a quienes superó escabulléndose por los espacios, pero, sobre todo, mantuvo en alerta a Ochoa, convertido en figura ante una defensiva inoperante.
El juego intenso de los equipos multiplicó los choques, las barridas a destiempo y las patadas sin balón en el medio campo. A los 13 minutos, Corona encabezó uno de los primeros ataques mexicanos y, después de un remate desviado, quedó atrapado tras una temeraria entrada de Piero Hincapié, quien recargó todo su peso sobre la rodilla derecha del mexicano y lo obligó a salir con ayuda de los doctores.
El semblante de preocupación de Martino resume lo que pasó con su equipo la mayor parte del tiempo. Desde Raúl Jiménez, que no pesó y sigue lejos del nivel acostumbrado con el Wolverhampton, hasta un Alexis Vega que sumó más caídas que disparos frente al arco. Uriel Antuna trató de cubrir la ausencia de Tecatito, pero pasó de noche por la banda derecha.
Aunque hubo voluntad en el Tricolor, faltaron ideas y protagonismo en la zona más importante. Después de la atajada imposible de Ochoa, Ecuador no se apagó y mostró la misma convicción en el segundo tiempo, cuando estuvo a punto de romper el cero con un cabezazo de Ibarra que pasó desviado.
Pronto el desconcierto mexicano se transformó en frustración, y elementos como Héctor Herrera y Andrés Guardado intercambiaron agresiones con sus pares ecuatorianos.
Un zurdazo de volea de Jesús Gallardo, apenas a unos metros del poste, fue lo más cercano a cambiar el resultado.
Para colmo, cerca del final, el silbante Óliver Vergara detuvo el encuentro por la aparición del grito discriminatorio en contra del portero Alexander Domínguez, en otra muestra de la desesperación de los aficionados por la falta de un buen espectáculo.
(Con información de los diarios La Jornada, El Economista y el portal Infobae.com)