BALÓN CUADRADO/Agencias
Jesús Yáñez Orozco
Ciudad de México.– Aunque nada ganó, eclipsó la competencia Lorena Ramírez, indígena rarámuri, la de pies ligeros. Corrió el medio Maratón de la Ciudad de México.
El tapatío José Luis Santana Marín notó que ya nadie lo perseguía a la altura del Auditorio Nacional. El pelotón y los rivales más peligrosos quedaban muy atrás. En ese momento decidió separarse del grupo de manera definitiva y no permitir que nadie más representara una amenaza.
A partir de entonces, todo fue exigencia. Los kilómetros más difíciles en pesado ascenso en Lomas de Chapultepec, donde el punto más alto alcanza los 2 mil 306 metros sobre el nivel del mar.
Pero al mismo tiempo de absoluto placer por la carrera y encabezar en solitario.
Santana sentía el rigor en las piernas. Eran dos tablas carnosas. Pero la voluntad que lo movía era mucho más firme que cualquier pendiente. Volteaba cada tanto y descubría que iba solo.
Al acercarse a la meta en el Ángel de la Independencia, todavía echó una mirada para confirmar que nadie más podía arrebatarle el triunfo del Medio Maratón –21 kilómetros– de la Ciudad de México 2022.
El tapatío ganó con tiempo de 1:05:36, un minuto de diferencia sobre su más cercano competidor, su paisano, Orlando Casillas Velázquez, quien entró como segundo con 1:06:34 y detrás el mexiquense Gadmiel Espinoza Paredes, con 1:06:54.
Un podio totalmente mexicano.
Espinosa terminó así con la hegemonía de los corredores de Kenia, quienes ganaron las más recientes ediciones. Hacía cinco años que un connancional no cruzaba como triunfador en el Medio Maratón de la CDMX, el último que lo hizo fue Juan Luis Barrios en 2017.
“Cuando vi que estaba solo en el kilómetro 5 tenía que dar lo máximo, exigirme porque desde el inicio sabía que había venido para ganar”, expresó Santana apenas cruzó la meta.
“Tenía claro que hacía años que no ganaba un mexicano. Éramos un grupo compacto de unos seis corredores y ahí venían un par de kenianos; cuando me sentí mejor, me despegué de todos, di un jalón y no vi más al grupo. No esperé para atacar, no eran los planes, pero estaba muy cómodo y simplemente lo hice”, agregó.
Las piernas de Santana respondieron mejor de lo que esperaba. Ni las subidas de Paseo de la Reforma impidieron que continuara con un ritmo imposible para los otros contendientes.
Al llegar a la meta estaba un poco sorprendido por la distancia que consiguió respecto de sus perseguidores.
Sorprendido y, de manera asombrosa, casi entero.
No esperaba ganar
Ganar el Medio Maratón de la Ciudad de México en la rama de mujeres fue una sorpresa para la mexiquense Mayra Sánchez Vidal.
No es la primera vez que conseguía este triunfo.
Eso no era lo inédito.
Lo hizo en 2019. Pero esta vez subir a lo más alto del podio, de verdad, no estaba en sus planes.
Hace mes y medio, Mayra sufrió una caída mientras entrenaba en Toluca. El golpe le provocó una lesión en el coxis que la dejó dos semanas en reposo.
“Pensé que esta carrera estaba perdida”, contó al cruzar la meta.
“Sólo tuve tres semanas de preparación. Mi papá y entrenador me dijo que podía competir, pero que sólo aspiraba a quedar en un quinto lugar, y si lo conseguía eso sería mi medalla de oro”, añadió.
Mayra estaba incrédula y con una sonrisa inocultable cuando cruzó la meta.
Terminó con tiempo de 1:17:23, seguida muy atrás por la corredora de Kenia, Leah Jebiwot Kigen, con 1:18:37, y el tercer puesto lo consiguió la competidora de Torreón, Argentina Valdepeñas Cerna, con 1:18:55.
“No esperaba ganar, de verdad, yo venía por el quinto lugar, pero de pronto me di cuenta que podía y no paré hasta conseguirlo”, repetía entre risas.
Después llegaron más y más corredores. Algunos bien entrenados; otros con visibles estragos del esfuerzo. Pero todos con la adrenalina al tope y una alegría contagiosa.
Pies ligeros
Entre los finalistas destacaban los competidores rarámuris que por primera vez se probaron en esta distancia, una bagatela para atletas que acostumbran correr cien kilómetros a través de montañas y por jornadas de casi 12 horas.
Llegaron muy atrás, porque 21 kilómetros, la distancia del Medio Maratón, es apenas el tramo que ellos utilizan para empezar a calentar. Lo de ellos no es tanto la velocidad, sino la resistencia sobrehumana.
Una de ellas, Lorena Ramírez, era la más solicitada por todos. Después de sus competencias en ultramaratones, pero sobre todo por el documental de Netflix, Lorena, la de los pies ligeros, la corredora de la sierra de Chihuahua es una celebridad.
Al cruzar todos querían una foto de ella. La identificaban por su falda tradicional. Ella ha dicho que, aunque lleve shorts debajo, nunca sale sin esa prenda porque entonces ya no sería ella. Sus hermanos, Mario y Juana, también competidores, dicen que no le gusta hablar.
Acepta tomarse fotos con la gente, pero sin fingir sonrisas ni ofrecer palabras de cortesía. Su amabilidad es silenciosa. La honestidad de Lorena sólo se expresa con la vitalidad de sus piernas a toda carrera.
Mario esperó a sus hermanas y después se dirigió a la carpa donde venden productos de la marca Lorena Imparable para financiar sus viajes y competencias.
Por ahora, dicen, aprovechan la visita y conviven con la gente.
En unos días volverán a El Hormiguero en la sierra de Chihuahua. Los espera la familia, la tierra cultivada y sus cabras.
Allá –dicen– donde correr no es una competencia, sino parte de la vida.
(Con información del diario La Jornada)