Siempre asumo que un buen libro
es más inteligente que su autor.
Puede decir cosas que el escritor no conoce.
Umberto Eco
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
El 7 de diciembre del 2020 fue la última vez que López Obrador desayunó con Ricardo Monreal Ávila en Palacio Nacional, claro que en aquellos entonces era motivo para presumir las fotos y pues era mandar el mensaje de que todo estaba bien entre el Ejecutivo y el presidente de la Cámara de Senadores, así convenia a las dos partes y más en la primera mitad del sexenio cuando López necesitaba sus reformas y que le cumplieron sin cambiarle ni una coma, así lo ordenó el caudillo de Macuspana y los legisladores fueron obedientes.
Entrados en el cierre del cuarto año de gobierno y con la sucesión presidencial desatada antes de tiempo, el contexto entre el tabasqueño y el zacatecano es completamente diferente. La relación se fracturó cuando Monreal jugó en la Ciudad de México y su apoyó fue para los opositores que les arrebataron nueve alcaldías, pero en lo particular la alcaldía Cuauhtémoc que gobernó el ahora senador, desde entonces se cerró la puerta del Palacio, no hubo más desayunos con tamales de chipilín y ni lo nombra en su listado de “corcholatas”.
Eso sí hay mensajes velados para que lo entiendan los interesados como el del pasado jueves cuando López dijo que ahí andan subiendo fotografías con él cuando jugaban canicas, el que había puesto una imagen haciendo referencia a que están en la lucha desde hace 25 años fue Monreal Ávila, las cartas están marcadas, no hay piso parejo porque el dedo del presidente será el elector del candidato, todo lo demás es decir la encuesta para elegir será mera pantomima porque se dicen los más demócratas, los diferentes pero formados en los años más recalcitrantes del PRI, claro ejemplo es lo sucedido en las elecciones de consejeros de Morena realizada el pasado fin de semana donde hubo acarreos, desorganización, compra de votos y quema de urnas.
Aquí se lo dije, los personeros del senador Monreal y representantes de los partidos políticos andan muy activos para intentar convencerlo de que jale con ellos para el 2024. En aquel año 2018 le realicé una entrevista al zacatecano en el despacho de la alcaldía Cuauhtémoc, fuera de micrófonos me comentó que sí le gustaría ser candidato a la Jefatura de Gobierno, aunque no fuera por el partido del presidente y que tenía buenos amigos en otros partidos. Al final por conveniencia se quedó, aunque Andrés Manuel le negó la candidatura y se la dio a Claudia Sheinbaum, pero el triunfo de la 4T era inminente y se convirtió en senador de la República.
Solo es cuestión de tiempo para que Ricardo Monreal ponga los pies fuera de Morena, ya no tiene cabida y menos cuando antes que él están Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López y Marcelo Ebrard con el que tiene un acuerdo. Tiene tiro directo con Dolores Padierna, Martí Batres al que congeló en el Senado, obviamente con Mario Delgado que no lo va a dejar pasar y con el patrón de todos ellos que entiende que su utilidad ya terminó.
A Ricardo Monreal lo miran como rebelde contra López Obrador a la altura del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo que lo impulsaron y que lo conocen bien, Monreal anunció que no participó en el proceso interno de selección de consejeros y consejeras de Morena, por respeto a las personas que fueron excluidas y eso le está generando un capital político que la incipiente oposición está dispuesta a adquirir.
Insisto solo es cuestión de tiempo para que salga de Morena, él sabe que no hay segundas oportunidades y mucho menos terceras, si no es en el 2024 en busca de la presidencia ya no será, o para retenerlo la propuesta debe ser muy grande, pero López Obrador no lo tiene en primer plano y hasta de traidor lo ha etiquetado… pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
¿Pobreza franciscana y las “corcholatas” gastando en campañas?
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Hasta la próxima.