Abel Pérez Zamorano
Recientemente Andrés Manuel López Obrador anunció una reforma a la Ley Federal de Austeridad Republicana, para establecer la “pobreza franciscana”, otra vuelta de tuerca a un esquema de gobierno cuyos resultados evidencian a las claras que sirve a las grandes empresas, no a los pobres, como pretende la propaganda oficial; para estos últimos es la austeridad, no para los gobernantes y la camarilla de ricachones dueños del país. Las acciones anunciadas son prolongación de una farsa, absolutamente inocua para abatir la pobreza: no existe real intención de reducirla, como indica la evidencia.
El 10 de agosto, la radiodifusora alemana Deutsche Welle (DW) publicó un detallado artículo sobre el crecimiento de la pobreza en México, basado en datos de la CEPAL (organismo de la ONU), titulado “Las pobres cifras de la pobreza en México”. Inicia así: “Cuando AMLO asumió la presidencia de México, el 1 de diciembre de 2018, las expectativas eran inmensas: reducir la pobreza entre los 132 millones de mexicanos. ¿Cuántos son hoy realmente los pobres en México?”.
Supuestamente con la austeridad y el tan cacareado como falso combate a la corrupción, se habrían ahorrado 2 billones de pesos, para combatir la pobreza, que no se ve dónde se han aplicado, porque sus esperados efectos sencillamente no se dejan ver. Publica DW: “… en 2018, en México había 52 millones de pobres. Y […] ‘México tendrá la cuarta proporción más alta de población en pobreza de América Latina y el Caribe a partir de 2020’, estimaba la CEPAL. Esto equivale a 55.6 millones de personas en situación de pobreza […] Para este 2022, la misma institución calcula que los pobres en México serán 58.1 millones, o sea, 2 y medio millones más que hace dos años y 6.1 más que al principio del mandato de AMLO”. Así las cosas, en los cuatro años de este gobierno, cada mes el número de pobres aumenta en 127 mil personas: 4 mil 236 diarios. He aquí el resultado real de la política de “primero los pobres”. Aunque estas cifras pueden estar maquilladas.
En entrevista con DW, Araceli Damián, investigadora de El Colegio de México, experta en medición de la pobreza, dice: “… las cifras de la CEPAL sobre la pobreza en México están basadas en los datos de Coneval […] esos datos ‘no reflejan toda la realidad’ […] ‘mientras la CEPAL habla de 52 millones de pobres en México en 2018, la realidad es que aquí ya teníamos 90 millones de pobres, o sea, alrededor del 73 por ciento de una población de 132 millones’. Damián […] parte de que los pobres en México son casi el doble de las cifras oficiales. […] existe hoy un aproximado de 100 millones de personas que padecen algún grado de pobreza, o sea 8 de cada 10 mexicanos’, dice Damián, que se basa en un método integral de medición de la pobreza creado junto con el investigador mexicano Julio Boltvinik Kalinka, una autoridad mundial en medición de la pobreza y asesor de la ONU” (Ibid.). Según estas cifras, el número de pobres habría aumentado de 90 a 100 millones en cuatro años ¡Diez millones más! La estrategia de AMLO no funciona, o, más bien, es una astuta engañifa para ocultar la verdadera naturaleza neoliberal de su gobierno. Veamos.
El contenido de la nota anterior se relaciona estrechamente con el de otra, del 17 de julio, escrita por José Luis Caballero para El Economista. Se reseña ahí el exorbitante aumento en la fortuna de Carlos Slim, indicador del aumento de todas las grandes fortunas. Entre el primer trimestre de 2020 y el primero de 2022 la riqueza de Slim creció 56%. Con datos de la Unidad de Inteligencia y Estudios Especiales de El Economista, detalla: “La riqueza del empresario mexicano Carlos Slim hiló cuatro trimestres de avance, impulsada por Grupo Financiero Inbursa, que aportó 104,037 millones de pesos, mientras la utilidad reportada por América Móvil fue 17 veces mayor que la de 2021 […] El incremento en los ingresos del magnate mexicano llevó su fortuna a un nivel récord de 1.88 billones de pesos, con una acumulación que no se había observado desde la creación del Índice Slim en 2011 […] En el primer trimestre de 2022 la fortuna de Slim aumentó 89,043 millones de pesos […] unos 247 millones de pesos más cada día […] [en] cuatro trimestres consecutivos […] el valor de mercado de su fortuna aumentó 610,225 millones de pesos […] Grupo Financiero Inbursa nunca había realizado una aportación de esta magnitud al valor de mercado a la riqueza del mexicano […] la utilidad consolidada de sus empresas fue por 42,672 millones de pesos, casi cuatro veces más que la de un año antes”. Calculando sobre los datos anteriores, entre enero y marzo su fortuna habría aumentado ¡en 10.2 millones cada hora!
Así pues, mientras de un lado vemos un pavoroso aumento de la pobreza, del otro, una vertiginosa acumulación de la riqueza, y no es coincidencia. Ello revela una relación orgánica, estructural efectivamente. Es consecuencia necesaria del modelo neoliberal, diseñado precisamente para propiciar la acumulación de la riqueza, y lógicamente, si esta se concentra, debe aumentar, en el otro polo, la pobreza, en extensión y profundidad. Son fenómenos que se presuponen mutuamente. Además, no hay de qué sorprenderse. Sobre aviso no hay engaño. Recordemos que el 22 de mayo, en Sonora, el presidente declaró ufano que en el tiempo que lleva gobernando “ningún rico en México ha perdido dinero, sino que al contrario, les ha ido bien, y a las pruebas me remito”. Sí, y las pruebas, como vemos, son estremecedoras. Ha trabajado muy bien para los ricos, y ha traído más pobreza. Dice el pasaje bíblico: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:15-20).
Y no hay que ir muy lejos por la explicación. En la entrevista referida de DW a Araceli Damián, a la pregunta de ¿Por qué se ha disparado la pobreza en México?, la investigadora responde: “Este Gobierno no introdujo una reforma impositiva, a pesar de que el pago de impuestos en México es muy regresivo. Los ricos pagan muy pocos impuestos. Casi todos los paga la clase media [y los pobres, añado yo, APZ]. La otra cuestión es que AMLO se decidió por grandes obras, como una refinería o el Tren Maya, como una apuesta a un desarrollo económico muy poco claro, que no se va a reflejar en un aumento sustancial del nivel de vida [y además] se le pide a los programas sociales resolver un problema estructural de pobreza, que no solamente tiene que ver con la falta de actuación de los programas sociales, sino con muy malos salarios. Toda vez que México es de los peores lugares en América Latina en materia de salarios, con jornadas laborales muy altas”.
Efectivamente, el avance de la pobreza revela a las claras la inoperancia de los programas sociales de AMLO. Araceli Damián resalta correctamente el carácter estructural del problema: el régimen fiscal regresivo, defendido por el presidente (donde pagan proporcionalmente menos quienes más ganan), y que propicia el aumento de las grandes fortunas; el ingente gasto en inversión destinado a construir elefantes blancos con nulo impacto en desarrollo económico y social, pero sí muy redituable para los corporativos que reciben contratos sin licitación alguna; el miserable gasto público en favor de los sectores de bajos ingresos, y el bajísimo nivel salarial, el menor en los países de la OCDE. En conclusión, no hay lugar para ilusiones. Este gobierno está al servicio de los acaudalados; el pueblo debe percatarse de ello, de que es víctima de un monumental engaño y que, si quiere progresar, debe tomar el poder y gobernar al país.
(Fotografía Proceso)