Cristina Rosas Illescas
Mucho ha repetido el presidente Andrés Manuel López Obrador, en sus conferencias mañaneras y en todos sus eventos públicos, que es enemigo acérrimo de la corrupción y de los corruptos gobiernos del pasado. Fue su principal bandera de lucha, pero ha callado como momia cuando organismos nacionales e internacionales, con datos de la última semana de enero, ubican a México como uno de los países más corruptos del mundo, y donde que ha crecido, por tres años consecutivos, a pesar de la supuesta lucha para acabar con este mal, que es un fracaso y una rotunda mentira.
Son tantos los actos de corrupción de los miembros de Morena que hay la percepción en un alto porcentaje de mexicanos, que los recursos económicos, políticos y jurídicos son utilizados en su beneficio y que el presidente pretende ocultarlos porque empañan la imagen de sus corcholatas presidenciales.
Los resultados de Transparencia Internacional colocan a México como un país que no avanza en materia anticorrupción, que está estancado y donde está es más escandalosa porque involucra a funcionarios de los tres órdenes de gobierno; municipal, estatal y nacional, siendo la segunda nación con el peor índice de corrupción, colocándose entre las naciones más corruptas de las 38 naciones pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) del Grupo de los 20, integrado por las principales economías del mundo.
Tras dar seguimiento a los tres años del gobierno de López Obrador, se observó que es una constante que no se apliquen medidas correctivas para castigar y disminuir la corrupción. No hay condenas contra funcionarios públicos de alto nivel o ejecutivos del sector privado por corrupción; algunos casos que estarían bajo investigación implican a integrantes de la red política del propio presidente.
El informe concluye, en voz de Dalia Ferreira, presidenta de Transparencia, que los gobiernos débiles no logran detener las redes criminales, el conflicto social y la violencia, y exacerban las amenazas a los derechos humanos, al concentrar el poder en nombre de la lucha contra la inseguridad.
Pese a que el informe no detalla los casos de corrupción en el gobierno morenista, en el país son ampliamente conocidos, el de la ex presidenta municipal de Texcoco, ex Secretaria de Educación y ahora candidata por morenista al gobierno del Estado de México, Delfina Gómez, ampliamente conocida por los diezmos que a la mala les quitó a los trabajadores del municipio de Texcoco, a quien recientemente, la Auditoría Superior de la Federación (ASF), detectó irregularidades por 830 millones de pesos de la SEP, disfrazados de pago de sueldos, prestaciones, la aparición de trabajadores fallecidos en nómina, bienes adquiridos no localizados, etcétera.
Si López Obrador luchara realmente contra la corrupción, no hubiera aceptado la candidatura de Delfina Gómez, o exigiría su retiro de la contienda hasta que concluyan las investigaciones, pero, por el contrario, la defiende por ser, a decir de él, una persona honesta.
Otro de los muchos ejemplo de corrupción, es el cometido en el organismo de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), por Ignacio Ovalle Fernández, por la módica cantidad de nueve mil 500 millones de pesos, por la que se han presentado 38 denuncias y 15 carpetas de investigación por la Unidad de Inteligencia Financiera, la Secretaría de la Función Pública y la propia Fiscalía General de la República, por la presunta comisión de delitos que podrían haber ocasionado un daño patrimonial a Segalmex, Diconsa y Liconsa.
Y no son casos de menor importancia, los sobres amarillos de Pío, las tranzas de Manuel Bartlet y su hijo en la venta ventiladores para hospitales, la casa gris de José Ramón López Beltrán, los contratos de la prima Felipa Obrador, y las burdas trampas del famoso “Plan B”, para hacerse del poder absoluto de la Nación. Si esto no es corrupción entonces que responda el creciente dominio del crimen organizado y masacres que han superado con creces a todos los anteriores gobiernos. No debemos permitir que siga la corrupción y destrucción del país, con los gobiernos de Morena.
