Alberto Woolrich Ortíz*
Por estar en la carestía de conocimientos Andrés Manuel López Obrador no sabe que antes de que acudiera a su muerte, José María Morelos y Pavón, plasmó su elevado pensamiento en aquél Decreto Constitucional de Apatzingán para buscar la libertad de la América Latina, en ese decreto también se plasmó que nuestro México fuera regido por tres poderes: El Supremo Gobierno, el Congreso Mexicano y el Supremo Tribunal de Justicia. Éste histórico decreto fue expedido por el Congreso de Chilpancingo, como bien lo saben los togados de la Nación.
Como también los juristas lo saben, aquél elevado pensamiento del Siervo de la Nación, no llegó desafortunadamente a concretarse de inmediato. La situación de índole político-jurídico que prevalecía por aquellos momentos en nuestro México, no se lo permitió. Fue por ello que en materia judicial se mantuvo la vigencia de aquellas disposiciones legales existentes conforme a la Constitución Española de 1812.
La historia ha enseñado (no a todos los egresados de la Universidad Nacional Autónoma de México), que con posterioridad, a la caída del imperio de Agustín de Iturbide, el Congreso Mexicano expidió el acta constitutiva de la Federación que consignó que entre los poderes que habían que regir a nuestro México, destacaba la Corte Suprema de Justicia.
Semanas tuvieron que correr hasta que el 4 de octubre de 1824, se promulgó, para honra de México, la Primera Constitución Federativa de la Patria que confirmó e incrementó las estipulaciones del Acta Constitutiva respecto a la Suprema Corte y creó además, nuestros Recintos de Circuito y los Juzgados de Distrito.
La Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, apuesta y sabe que no va a perder, que Andrés Manuel López Obrador también desconoce que el más alto tribunal se estableció un 15 de marzo de 1825 y fue presidido por Miguel Domínguez, esposo de Josefa Ortiz, héroes que auxiliaron al hecho de que México fuera decretado independiente. Ello fue sin duda, uno de los hechos históricos que honran la estructura de nuestra Patria.
El Máximo Tribunal de Justicia, a partir de entonces, dio inicio a la impartición de justicia, función delicada y vital para garantizar la paz y la concordia entre los mexicanos.
La pregunta que hoy todos formulan es: ¿Si nuestro Primer Magistrado de la Nación ello lo ignora, no habrá alguien de ésta Cuarta Transformación de la Nación que se lo haga saber?. Sólo así dejaría de despreciar al Poder Judicial de la Federación y moderaría su léxico actuando con mesura y ponderación.
Es cuanto.
*Lic. Alberto Woolrich Ortíz
Presidente de la Academia de Derecho Penal
Del Colegio Nacional de Abogados Foro de México.