El ímpetu del corazón,
engaño encantador,
nos hace sufrir muy pronto.
Aleksandr Pushkin
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
Que lejos quedó aquel liderazgo que abanderaba las causas de los más pobres, el que se apoderaba de las calles y gritaba por las injusticias, ese que enamoró a muchos porque los malos gobiernos habían sumido al país en severas crisis económicas, educativas, privatizaron los bienes de la nación y volvieron deudas privadas en públicas para que la ciudadanía termine pagándolas, los desvíos de recursos, lamentablemente esos problemas persisten y no se alcanzó la justicia social prometida porque López Obrador sufrió una metamorfosis y hoy por la embriaguez del poder está irreconocible, o perversamente siempre fue así y ahora se muestra tal cual es.
Aquellos que hoy gobiernan se quejan de que todo se politiza, se quejan de las críticas de la prensa, de los intelectuales, de los ambientalistas, gritan y patalean como si estuvieran haciendo bien las cosas, piensan que se les debería estar agradecidos por cada una de sus acciones. Pero seamos claros, los dueños de politizar absolutamente todo fueron ellos, y yo pienso que bueno porque es una manera de ejercer presión sobre los que tienen el poder, así los vimos cuando las Reformas Estructurales de Peña Nieto, la guerra declarada contra el narco de Felipe Calderón, con las torpezas de Vicente Fox, los casos de la “casa blanca”, los contratos de Pemex a la familia de Juan Camilo Mouriño, la militarización del país y la construcción de “la verdad histórica” sobre la desaparición de los 43 normalistas en el sexenio anterior.
Y la lista anterior da para llenar hojas y hojas, salían a la calle, que bueno, para gritar sobre las injusticias y politizar los casos, los vimos con sus pancartas pidiendo que los militares regresaran a los cuarteles, a Fernández Noroña encarar valientemente a Genaro García Luna en su comparecencia en la Cámara de Diputados, lo hacían con fuerza y propios y extraños les reconocían el valor y hay que decir cínicamente o porque no les quedaba de otra los funcionarios aguantaban y eran exhibidos. Ahora aquellos que fueron ya no son, hoy que gobiernan tiene la piel muy delgada, amos del relativismo y el engaño, no aguantan la crítica, se escudan en la mala fe y que se trata de campañas orquestadas para descarrilar a su gobierno.
Esas prácticas son las enseñanzas que aplican en Palacio Nacional, ante la falta de resultados y los hierros cotidianos no les queda más que recurrir a la descalificación y responsabilizar a los medios, pero hay hechos que los desnudan y nos muestran sus limitaciones, lo miserables que pueden ser al responder ante la tragedia como con la pandemia que dejó más de 330 mil muertos y hoy anda de campaña Hugo López Gatell pidiendo el voto popular, ahora tocó el turno a Acapulco y otros once municipios donde la gente lo perdió todo por el huracán Otis, ya suman 47 fallecidos y el gobierno mexicano solo declaro dos municipios de Guerrero como zonas de desastre.
Ahí quedan las notas en los medios como testimonio, los cientos de historias que consignan la reacción tardía del Ejecutivo lo mismo que las redes sociales, el perfil que tiene la responsable del Centro Nacional de Desastres Laura Velázquez Alzua, desaparición de Fonden, la ausencia del gobierno de Evelyn Salgado y la limitada presidenta municipal Abelina López Rodríguez que no estuvieron a la altura del reto.
Un grupo de residentes que se sienten abandonados por el gobierno de López Obrador realizarán protestas en la Ciudad de México porque el presidente no los fue a ver, entonces ellos vienen a visitarlo, claro que el Palacio Nacional sigue amurallado y seguramente la policía de Martí Batres los estará esperando. Ni modo así será de turbulento el cierre de sexenio de quienes todo politizaron, no cumplieron y ahora no aguantan… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.