· El debate y sus principios
· Cómplices del oprobio
Blas A. Buendía
Los sectores de la sociedad, sobre todo quienes poseen el poder de convencimiento fuera de lo que es el desastre de la trillada Cuarta Transformación, deben formar un frente común para que con la ley en la mano, se haga valer la constitucionalidad de la nación a fin de evitar que México se vaya a la borda que pretenden los agoreros del desastre que se rivaliza entre la democracia y el comunismo de forma permanente.
Es perenne comparar que los sistemas políticos democráticos y comunistas se basan en diferentes principios ideológicos. Aunque superficialmente parecen compartir la filosofía del “poder para el pueblo”, en la práctica los dos sistemas de gobierno estructuran el tejido económico y político de la sociedad de maneras marcadamente diferentes.
En la esfera económica, el comunismo exige que el gobierno tome el control de todo el capital y la industria en el país en un esfuerzo por eliminar la desigualdad económica, en contra de las mayorías de sus gobernados.
La otra cara de la monera, una democracia respeta el derecho de los individuos a poseer propiedades y medios de producción. En México no es así. Los atrabiliarios a quienes se les puede bien calificar “hijos del demonio”, siguen en su afán no solo de destruir las instituciones republicanas, sino reformar el estatus jurídico del país, y si pueden (…) hasta cambiarle el nombre a México.
El panorama político también es muy diferente en una democracia frente al comunismo. En una sociedad democrática, las personas son libres de crear sus propios partidos políticos y participar en elecciones, que son libres de coerción y justas para todos los concursantes.
En una sociedad comunista, sin embargo, el gobierno está controlado por un partido político y no se tolera la disidencia política, como viene ocurriendo con el maquillaje de la 4T, que se integra en una amplia gama de interpretaciones del comunismo, generalmente nombradas por el dictador que las creó. Incluyen marxismo, leninismo, estalinismo, trotskismo, maoísmo, titoísmo y eurocomunismo. Los principales partidos comunistas incluyen el Partido Comunista de la Unión Soviética (1912-91), el Partido Comunista de China (1921-ON), el Partido de los Trabajadores de Corea (1949-ON) y el Partido Comunista de Cuba (1965-ON).
El dolor de los comunistas, son las muchas formas de democracia. Incluyen la democracia representativa, parlamentaria, presidencial que son realmente las que velan por los desarrollos de las sociedades en el mundo. Los comunistas creen que la guerra es buena para la economía al estimular la producción, pero debe evitarse.
Históricamente, el comunismo siempre ha caído en el control de una sola parte sobre la sociedad. Esto puede deberse a su estructura básica de consolidar todo el poder y los recursos, pero nunca se ceden a la gente.
En todo este contexto, la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, al analizar el tema “El debate y sus principios”, destaca que la abogacía independiente de la Nación bien sabe que el Derecho permite debates sutiles, en los cuales la inteligencia y el tacto, la verdad y la razón han de rivalizar constantemente con la inhabilidad y la descortesía;
La falsedad y la locura para poder arribar a la determinación de los intereses de justicia y/o los intereses de aquellos a los que les apetece denigrar a ella; entre los medios que constituyen asistencia a la Ley o aquellos que se convierten en cómplices del oprobio; entre las sentencias que honran y las complacencias que envilecen; entre los haberes ganados en buena ley y las gananciales recibidas por diversos actos de corrupción.
“En cada uno de los debates que esa abogacía independiente sostiene se debe, en todas las circunstancias, sostener esa autoridad moral, no cederla ante interés alguno que pretenda denigrar a la justicia, para transmutarla en capricho de ese oprobio; a la par esas togas jamás deben de debatir sin pasión, lo deberán de hacer con arrebato, con conocimientos”, avizoro el penalista Alberto Woolrich.
Al margen de las anteriores consideraciones —señaló— en esta Cuarta Transformación de la Nación, la abogacía independiente debe de recordar que nuestros debates deben de ir siempre encaminados a perpetuar el respeto que merece el control de legalidad y constitucionalidad, es decir, la preservación del principio de juridicidad que comprende ambos. “La justicia o la injusticia pueden ser una virtud o una mancha a la norma redactada por el Constituyente del 17, o sea, a nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”, precisó el jurisconsulto.
A propósito de las pasadas reflexiones, dijo, suele plantearse la deficiencia existente entre un debate de los gobernantes sosteniendo una defensa de la injusticia para los efectos de perpetuarse en el poder.
Es evidente que en México, la abogacía independiente de la Nación siga debatiendo en defensa del ingrediente esencial del Derecho, de la justicia, ello es preferible al debate que caracteriza al sistema derivado que pretende la conservación del Poder Político.
“Los togados tenemos la obligatio de seguir debatiendo en contra del carente o limitado conocimiento, por no decir la arbitrariedad del gobernante, ello es sencillamente peligroso para la Nación y propende hacia la injusticia.
“Debemos hacer valer nuestras libertades para debatir y contradecir en todo aquello en lo que se pretenda que impere la ley del capricho, de la obstinación, de la tozudez e incapacidad comprensiva y necedad del Poder Ejecutivo Federal, sólo así la abogacía independiente de la Nación podrá hacer valer el respeto que nuestro Pacto Federal merece. “¡Es cuánto!”, puntualizó la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, que preside el prestigiado abogado Alberto Woolrich Ortiz.
Premio México de Periodismo Ricardo Flores Magón-2021