El significado del feminismo marxista (II)

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Betzy Bravo García

El feminismo emerge como uno de los movimientos sociales de mayor trascendencia en las últimas décadas. Desde la efervescencia social de los años 60 y 70, ha evolucionado de manera vigorosa en respuesta a la necesidad de un cambio radical en el sistema económico, social y cultural imperante. Este llamado a la transformación se fundamenta en la conciencia de que la pauperización y la violencia han minado el bienestar de la población en general, manifestándose de manera especial en detrimento de las mujeres.

Un análisis plausible proviene de las mujeres feministas marxistas, quienes han examinado la opresión y la violencia contra nosotras como algo inherente al sistema capitalista, más que como un puro producto de cuestiones morales o personales, es decir, más allá de que la violencia y el maltrato a las mujeres tenga su causa principal en la maldad o ideología de otros miembros de la sociedad; el feminismo marxista encuentra la causa última en el modo económico-social capitalista. Así, se acerca al materialismo histórico planteado por Marx y la solución a la problemática es anti-capitalista.

El análisis materialista de la historia es lo que diferencia al marxismo de las concepciones históricas burguesas. Esto significa que proclama las prácticas humanas concretas y las relaciones sociales de los seres humanos como referente principal del análisis teórico. En este sentido, hay una interdependencia del corpus teórico con la realidad histórica, en donde ésta no puede ser obviada. Para Lise Vogel, filósofa feminista materialista, la concepción marxista aborda las relaciones producidas a lo largo de la historia en el terreno de lo concreto, esto es, las relaciones entre los seres humanos y de éstos con la naturaleza. Este enfoque inspiró la literatura feminista de las décadas de los 60 y 70 en la que destacan Silvia Federici, María Rosa Dalla Costa y Selma James.

Silvia Federici, en “El patriarcado del salario”, explica que el análisis de Marx brindó herramientas teóricas para la lucha feminista, y ésta, a su vez, dotó nuevos puntos de vista a los análisis marxistas de la realidad. Analizar ambas perspectivas es importante para alcanzar un cambio abarcador y justo en la sociedad, trabajar por el mismo impone la tarea de comprender las motivaciones y perspectivas de la lucha feminista, que en más de una ocasión requieren atención urgente, como en el caso de los feminicidios; es decir, se requiere atender tales denuncias en el presente y no postergar la solución hasta que el modo capitalista llegue a superarse.

Dada esta introducción, enunciaré los elementos del marxismo en el feminismo, por un lado, y del feminismo en el marxismo, por otro lado. Los puntos centrales del marxismo que son retomados por el feminismo, a decir de Federici, son los siguientes:

La historia entendida desde la perspectiva marxista, es decir, como un proceso de lucha de clases en donde las clases subyugadas se enfrentan a las élites para liberarse de la explotación. Esta visión se contrapone a la visión de un sujeto histórico universal; concibe entonces al desarrollo de la historia manteniendo clases en conflicto. Esta perspectiva es muy importante para el feminismo marxista: la división de la sociedad en diversos elementos -fundamentalmente en dos clases sociales- visibiliza y denuncia las diferencias y desigualdades; por el contrario, concebir una visión universal de un sujeto histórico borra la concreción de las distintas clases y las injusticias pueden pasar desapercibidas. Percibir las desigualdades que sufren las mujeres desde el feminismo es una consecuencia de un análisis marxista.

La naturaleza humana como producto de las prácticas sociales, no como algo eterno. Esto se ve en el marxismo cuando cuestiona el origen de las condiciones existentes: las relaciones sociales, jurídicas, económicas, etc. Este tipo de análisis es retomado por el feminismo al preguntar por la naturalización de la feminidad y del papel de la mujer en la familia y sociedad. La naturalización de la feminidad es una forma de sometimiento. La desnaturalización de las relaciones sociales ofrece una salida al sometimiento de las mujeres: el hecho de cuestionar que el lugar de las mujeres es la cocina o que está por debajo de la posición de los hombres es desnaturalizar el papel que se le ha asignado a las mujeres con la instauración del capitalismo.
Relación entre teoría y práctica. Para el materialismo histórico, el conocimiento surge en relación directa con la práctica, en el proceso de cambiar a la sociedad y de preservarse se constituyen formas teóricas que influyen en la realidad concreta. Esto sirve también al feminismo en tanto que permite la noción de transformar las condiciones existentes.

El trabajo humano como fuente principal de la producción de riqueza. Desde la teoría marxista, el trabajo es el germen de la acumulación capitalista. Esto es central en el feminismo, pues considera el papel del trabajo doméstico, que permite que los trabajadores produzcan para la acumulación de la burguesía. El análisis sobre el valor del trabajo doméstico surgió al final de los sesenta y se cristalizó en la lucha feminista que indagó los fundamentos materiales de la opresión de las mujeres en términos de la crítica de la economía política de Marx.

Esas son las herramientas que el marxismo le ha dado al feminismo. Por otro lado, el feminismo ha aportado perspectivas de análisis al marxismo. En este sentido, resaltan los textos de la misma Federici, Dalla Costa, Leopoldina Fortunati, Maria Mies, Cinzia Arruzza y Roswitha Scholz.

Los puntos de vista propios del feminismo que insertan nuevas vetas de lucha en el marxismo son los siguientes:

El trabajo doméstico de las mujeres. Éste es un tema principal en el feminismo, pues denuncia la explotación que las mujeres viven en sus hogares, donde tienen que fungir como base de la reproducción de la mano de obra de las fábricas: gracias al trabajo doméstico de las mujeres, los obreros pueden vestir, alimentarse y ser descargados del cuidado de sus hijos e hijas, lo que posibilita que trabajen para el gran capital. El trabajo doméstico no ha sido reconocido adecuadamente e incluso es menospreciado; no obstante, la mayoría de mujeres no sólo realiza labores domésticas, además tiene trabajos en empresas o industrias, es decir, sufren explotación doblemente. La sola denuncia de este hecho pone de manifiesto un gran sector de la población que frecuentemente es ignorado.

El análisis de la familia proletaria nuclear. Fortunati y Federici ahondaron en la construcción de la familia proletaria moderna, si bien Marx sentó los precedentes en “El capital”. Federici explica que alrededor de 1870, mientras Marx escribía “El capital”, en Gran Bretaña y EE. UU. empezó la reforma de la familia proletaria, que se replicó después en otros países europeos, esto fue un cambio histórico en la política del capitalismo; consistía en la dependencia económica de las mujeres hacia los hombres, pues ellas eran rechazadas en las fábricas por razones como la falta de fuerza o condiciones físicas para el trabajo.

Así, las mujeres permanecían trabajando en casa y los hombres se constituyeron como supervisores del salario no pagado de las mujeres. En una situación así, la violencia está siempre latente y la mujer está sometida a quien tiene el poder económico. A esto, Federici lo denomina “patriarcado del salario”, se trata de relaciones sociales con una nueva jerarquía patriarcal que permitió un rápido avance del capitalismo y su arraigo de mejor modo, pues consiguió, por un lado, un trabajador pacificado gracias a que tiene una sirvienta en casa y, por otro lado, un trabajador más productivo. Este modelo de familia continuó hasta la década de 1970, cuando las mujeres se sublevaron y rechazaron ser sometidas en la familia y la sociedad. El feminismo ha encauzado esta lucha, ha significado una protesta en contra de la naturalización de las tareas domésticas y por el reconocimiento de las mismas labores.

El salario es una forma de organizar a la sociedad. Esta tesis sostiene que a través del salario se crean jerarquías y se invisibilizan áreas de explotación de aquellas personas sin acceso a un salario, tal como quienes hacen el trabajo doméstico. Esto implica que el hombre se constituya con poder sobre la mujer, que disponga sobre su familia sin que las mujeres tengan derecho de enunciar sus puntos de vista o emprender actividades por su propia cuenta.

Reelaboración de la acumulación originaria planteada por Marx (origen de las condiciones de existencia del capitalismo) y del desarrollo del capitalismo. La propuesta feminista de la acumulación originaria y de la historia del capitalismo considera, además del área de la producción económica, el área de la reproducción social, en la cual se inscriben las tareas de orden doméstico, de sexualidad y procreación. Esto había sido anotado por Marx y Engels, no obstante, en aquel tiempo, la familia proletaria nuclear no había sido completamente establecida, por lo que el tiempo propicio para tal crítica no estaba dado. Son las feministas quienes han completado y ajustado tal análisis desde la instauración de la familia nuclear. Un trabajo notable al respecto es el de Nancy Fraser y Rahel Jaeggi: “Capitalismo. Una conversación desde la Teoría Crítica”.

El feminismo marxista, entonces, cuestiona el lugar de las mujeres en la sociedad desde un punto de vista materialista histórico, y aboga por la superación del capitalismo. Importantes luchas históricas han sido encauzadas por la valentía y rebeldía de las mujeres. Hasta el día de hoy, diversas luchas de mujeres han logrado avances importantes por la humanidad, como el derecho al voto o el poder de decidir sobre su cuerpo, éste es el caso del derecho al aborto. Las banderas del feminismo marxista se suman, al tiempo que provienen, de las luchas históricas del marxismo en general. El cuestionamiento y las denuncias del feminismo no implican una fragmentación de la lucha política de las masas, sino un enriquecimiento de la misma.

Betzy Bravo es licenciada en filosofía por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

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