Juan Reyes Osorio
Luego de que cientos de ciudadanos a lo largo y ancho del país se manifestaron y exigieron a las autoridades federales y locales la ejecución de acciones urgentes para enfrentar la carencia del agua que azota principalmente en la zona centro y norte del país, hace dos días circuló la mala noticia de que también en Tabasco se está acabando el agua.
Algunos medios se han encargado de correr la voz de alarma dando a conocer que importantes ríos que bañan la zona serrana de la entidad como Puxcatan, La Sierra, Samaria, entre otros, se están agotando y presentan los niveles más bajos.
Mientras se escribían estas líneas circuló ampliamente en redes sociales el video de un niño de escasos ocho años arrastrando un cayuco a mitad del río Carrizal, a la altura de la ranchería González, para ayudarle a su hermano a encontrar aguas más profundas y poder navegar.
Entre los políticos del pasado y los de ahora, empezando por el Gobierno federal no hay ninguna diferencia; todos son iguales por más que digan lo contrario.
Paradójicamente y para desgracia de los tabasqueños, los mismos afluentes que antaño fueron causa de las inundaciones, están ahora azolvados y dificultan la libre circulación del agua, a tal grado que la temporada de estiaje que se avecina amenaza con venir acompañada de una de las peores épocas de sequía.
Los mismos medios que publican la nota, recogen las declaraciones del coordinador de Protección Civil, Mauro Winzig Negrín, quien señala que la situación tendrá que ser atendida por diversas dependencias de Gobierno como la Secretaría de Salud, la Comisión Estatal del agua y Saneamiento (CEAS), Conagua, entre otras, y que la única solución es practicar un dragado a los ríos pues al no tener un control de presas, todos los sedimentos que bajan del estado de Chiapas se van acumulando y bloquean el paso del vital líquido precisamente por traer poca fuerza.
En estas condiciones, el único remedio es el desazolve con maquinaria pesada. Sin embargo, el propio funcionario reconoció que las autoridades actuales no cuentan entre sus prioridades realizar estos trabajos, pues se trata de “un proyecto que la próxima administración tendrá que atender” y agregó que lo que los funcionarios locales harán es emitir un comunicado de riesgo donde harán exhortos a la población para afrontar esta temporada.
En pocas palabras, lo que se nos está diciendo en buen español es “que cada quien resuelva el problema como pueda”, porque los señores ya se van, y ahí que vean los nuevos gobernantes de qué forma resuelven el desastre.
Ah, pero que no nos preocupemos porque nos van a dejar por escrito en unas hojitas de papel muchos consejos de cómo debemos cuidar el agua (agua que por supuesto no va a haber) para enfrentar la situación.
Como todos podemos ver, entre los políticos del pasado y los de ahora, empezando por el Gobierno federal no hay ninguna diferencia; todos son iguales por más que digan lo contrario.
Esta actitud ya todos la conocemos, no es nada nuevo. A los afectados de siempre no nos sorprende que tanto los políticos de antes como los de ahora actúen exactamente igual; todos se parecen como una gota a otra gota. Sólo hasta que ya está el niño ahogado quieren tapar el pozo o a veces solo se aparecen para tomarse la foto y ya jamás regresan; como si los hubiera tragado la tierra.
Por todo esto, es necesario que recordemos lo que dijo el presidente aunque ahora ya se le haya olvidado: “Sólo el pueblo puede salvar al pueblo”.
Pero ese pueblo debe estar unido y organizado para que su fuerza sea tan grande no para obligar a los gobernantes a que se preocupen por la gente, porque ellos ya no van a cambiar, sino para que juntos formemos una fuerza capaz de tomar el poder y demostrarles a todos ellos que el pueblo organizado sí sabe gobernar.