Esperpentos políticos

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La Polilla

Por Stephen Crane

Traía sueltos los demonios en la entraña. De 50 años de edad, Alejandro Moreno Cárdenas, del PRI, estaba rojo de ira, indignado, a punto del patatús, porque Morena no le había dado la oportunidad de hablar, cambiando la orden del día en la reunión plenaria del Senado de la República.

Estaba encendido, sus ojos despedían fuego, aterraba, porque Morena censuró al Revolucionario Institucional, y al opositor Partido Acción Nacional (PAN), pidiendo una intervención militar estadounidense en México.

Se desató el infernal circo Atayde de la política Nacional. Ocurrió al pie de la leyenda de cuatro letras doradas que ningún político respeta, “la patria es primero”, y antes de terminar el himno nacional -“mexicanos al grito de guerra”, “un soldado en cada hijo te dio”, y a un costado del atril de madera con escudo áureo del águila devorando la serpiente sobre el nopal-.

Con la volcánica furia contenida, a punto de estallar, antes de terminar de entonar el cántico, Moreno, alias Alito, también presidente nacional del PRI, increpó e intercambió manotazos, en su papel de picapleitos, con Gerardo Fernández Noroña, acorazado por Morena y su juvenil ancianidad, 65 años de edad, apodado popularmente el Chagoleón Chafa. 

“Te pido que me dejes hablar”, se escucha decir a Moreno en un vídeo difundido por ‘N+’, canal 4 de Televisa.

¡No me toques¡“, reviró Noroña, con voz amenazante, tiránica, como acostumbra tratar a la oposición, mujeres en particular.

El patético espectáculo al concluir la sesión en el Senado la tarde del pasado miércoles, se convirtió en histórico. No se veía algo similar desde la década de los 80, cuando Miguel Ángel Barberena agredió a Porfirio Muñoz Ledo, en la Cámara de Diputados de San Lázaro. 

Un mar de vídeos de la sesión, inundaron las redes sociales. Filias y fobias de uno y otro lado. La acendrada polarización nacional donde sólo hay héroes y villanos; rudos y técnicos; chairos y fifis. Deleznables apátridas quienes no comulgan con el delirante, hipocondríaco, discurso oficial.  

Mostraron cómo, el presidente de la Cámara alta, el rostro contrito de miedo y desconcierto, tlaconete en sal, se defendió de media docena de empujones manotazos que le propinó Alito. Parecía  guiñapo, muñeco de trapo, pese a la diferencia de estatura -unos 10 centímetros- y peso -mínimo 15 kilos-. 

Lo traía de un lado al otro sobre un ring imaginario.

Entre ambos, nunca hubo un puño cerrado. Tampoco golpes, como los narran algunas crónicas parlamentarias y analistas políticos. Fue un insulso pleito de lavadero.  “Sólo se rasgaron las medias”, ironizaban, hilarantes, los cibernautas. 

Cuando mucho fue round de sombra de pugilismo legislativo.  

Sólo fueron imágenes aparatosas, teatrales, vergonzantes, circenses. Parecía uno de los tongos -peleas arregladas- de la Barbie Mexicana del Ring -Canelo Álvarez-. 

Dignas de lo que, como nunca, se ha reducido la política nacional y al país: amarga comedia bufa.

La cólera de Alito estaba a tope, después de dar el último empujón a su rival ideológico, quien estuvo a punto de caer al suelo. Cuando, en un acto provocador, poniéndole el celular casi en la cara al legislador tricolor, apareció, enfundado en playera verde, el camarógrafo Emiliano González González, colaborador de Fernández, sin cargo alguno en el Senado.

Dándole, también, un empellón a la altura del pecho, Alito, verde de muina -una especie de Hulk furibundo a estas alturas- lo mandó de glúteos al piso.

Como Adelitas, puñado de legisladoras del partido oficial salieron al rescate de Noroña, entre ellas Dolores Padierna -esposa de René Bejarano, vergonzosamente apodado El Señor de las Ligas, recibiendo dinero del empresario Carlos Ahumada-, acorazándolo tras sus faldas, como protectoras madres del barrio que aparecen para salvar a su crío desvalido.

Otro priísta, Carlos Gutiérrez Mancilla, quien se adelantó y aprovechando el forcejeo, entre un mar de cuerpos, intentando dar un zape, con el puño abierto a Noroña, que apenas le tocó la nuca, mientras algunos legisladores llegaron a apoyar a las senadoras que trataban de salvarlo de los iracundos priistas. 

En el Senado se oían gritos para que se tranquilizaran los rijosos.  

La sesión, que después fue descrita por Noroña como “un debate duro”, subió de tono cuando la polémica panista, Lilly Téllez, tomó la tribuna para ratificar las declaraciones que dio a la televisora Fox News, donde hizo un llamado a que Estados Unidos brinde “ayuda” -no solicitó intervención del ejército Cara Pálida- a México, en la tibia, timorata, lucha del gobierno federal contra el crimen organizado. 

(Vale recordar que hay un promedio de 80 asesinatos diarios, en todo el país, y 11 feminicidios cada 24 horas).

La panista aseguró tener “una trayectoria limpia” frente a lo que llamó “mafiosos de Morena”, y dijo, apasionada, casi a punto del éxtasis, que su confianza en Dios y en la ciudadanía le daba la fuerza para “hacer temblar a los tiranos de los morenarcos”.

Téllez, la versión femenina del niño héroe Juan Escutia, prometió que seguiría defendiendo a México, lo que encendió los ánimos. Tanto el PRI como el PAN la respaldaron, mientras ella llamaba narcopolíticos narcosatánicos a los morenistas.

Los senadores oficialistas reviraron y escupieron encendidos gritos patrioteros: 

“Traidora” y “vendepatrias”.

La historia no cejaba de ser un infausto circo de tres pistas.

Luego del triste episodio pugilístico, Noroña explicó por qué del desaguisado, en una conferencia de prensa: que el PRI había pedido una intervención, que fue negada por la asamblea, por lo que dio por concluida la sesión.

“Entonces me empezó a jalonear, a toquetear, empujar. ¿cuál enfrentamiento? Me dio golpes y me dijo ‘te voy a partir la madre, te voy a matar”.

Noroña y Emiliano, su colaborador -que terminó en un acto teatral: con un collarín y la mano izquierda con un vendaje burdo- presentarán denuncias por las agresiones y los daños causados al equipo del camarógrafo. 

Noroña, jugador de futbol americano en sus años mozos, hizo referencia a su edad, 65 años, y a la granítica juventud y la poderosa constitución física de su agresor, y ha repetido, cual plañidera, que él no empezó la pelea, sino el priista.

En otra rueda de prensa, Moreno exhibió la “cobardía” de Noroña, argumentando que lo empujó porque se había portado mal con una mujer, una senadora allí presente.

“Con esa si eres muy hombre”, recriminó.

Pero lo cierto es que la bronca venía de antes.

Ambos se tienen odio jarocho. 

Aunque dos alacranes no se pican.

La Presidenta Claudia Sheinbaum -apodada Camelia, la Texana- en redes sociales, se solidarizó con Noroña. En su soporifera conferencia mañanera del pueblo, sostuvo que lo que más llama la atención es este “linchamiento mediático que han querido hacer contra Gerardo, y en redes lleno de bots; pero ayer me estaban enseñando, creo que 90 por ciento de la tendencia ahí, que suben en la red X, son bots”.

Subrayó que el ataque está registrado en videos y fotografías. Y muestran claramente la agresión al término de la sesión de la Comisión Permanente en la antigua sede del Senado en Xicoténcatl.

 Asimismo, criticó que se destinen recursos para aumentar artificialmente tendencias en X contra Fernández Noroña.

 Y preguntó:

 “¿Quién los paga?, ¿para qué los pagan? ¿qué necesidad hay de estar pagando en una red social para subir una tendencia? Todos los comentócratas ahí justificando la agresión que yo caractericé ayer como porril”.

 Los morenarcos también tienen sus granjas de bots, amén de todos los medios oficiales, prensa escrita, radio, televisión y diarios digitales. Donde destaca el diario La Jornada, que alguna vez fue un medio creíble. También son “porriles”.

El periodista Ciro Gómez Leyva arremetió contra Fernández, luego de que el morenista le reclamó por la “falta de solidaridad” hacia él, tras el humorístico incidente con Alito.

Por medio de redes sociales, el conductor de un noticiero de Radio Fórmula, dijo que “en su desesperación, Noroña me reclama falta de solidaridad ante la ‘agresión’ de Alejandro Moreno”.

Además, acusó que el ahora ex presidente de la Cámara Alta -terminó en encargo el pasado 31 de agosto- le dijo que cuando ocurrió su atentado, a bordo de su auto, el 15 de diciembre de 2022, él lo “condenó enérgicamente” y que, en este caso, a Ciro le faltó solidaridad.

“Vaya: pensé que lo había hecho por convicción, no para venirlo a cobrar un día”, escribió Gómez.

El comunicador aseguró que creyó que el apoyo del polémico político, tras ser atacado con un arma de fuego, era “solidaridad” y no una “inversión”.

Culminó su lapidario mensaje: “aquello fueron nueve balazos a la cabeza (su atentado); lo del miércoles, unos pinches empujones”. 

Ciro también llama “parásito” a Gerardo Fernández.

Otro destacado periodista Raymundo Riva Palacio, en su columna en el diario El Financiero, Nada Personal, llamó “desquiciado” a Noroña. En redes sociales hubo quien lo tildó de “psicópata”.

Del océano de comentarios en internet, pitorreándose del jalón de pelos entre el Changoleón Chafa y Alito, destacan tres:

 Primero: Del caricaturesco México: mientras Sinaloa está a punto de llegar a un año de narcoviolencia, se incendian las redes sociales con empujones de dos deleznables senadores.

Segundo:  Escupe Fernández Noroña, en el espacio que tiene con José Cárdenas: “sé que más de un periodista quiere mi muerte; no se las concederé”. ¡Pos qué gacho!

 Tercero: El Changoleón Chafa detona tanto encono social porque es espejo de lo que, infaustamente, somos como mexicanos. Y nos aterra mirarnos en él.

Pos, sí, fue un humorístico pleito de lavadero de cirqueros de la política.

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