Alerta familiar

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San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.- Nunca había acudido al Hospital de Las Culturas por cuestión de salud. Anoche la pasé ahí, no por mi, sino por mi hermano mayor que tuvo una emergencia. Se le subió la glucosa hasta el infinito y se desvaneció mientras estaba en el sauna.

Por fortuna no se golpeó.

Esa era la mayor preocupación de mi madre, quien a las 18:59 horas emitió un mensaje.

Recién mi hermano mayor había recobrado el conocimiento: “Bendito sea Dios, pero hay que ver, si se golpeo la cabeza debe checarlo”.

El accidente debió suceder a eso de las 17:45 horas, poco después de comer y beber unas cervezas con un amigo suyo de hace muchos años.

Su amigo fue quien llamó al 911 y de inmediato acudió una ambulancia. Lo trasladaron al hospital inconsciente.

Mi hijo Óscar Takeshi siguió a la ambulancia en su auto, y poco después llegué yo.

Mi hermano Jorge ya había recobrado el conocimiento. Yacía en un camastro con suero y oxígeno, atendido por tres médicos de turno.

Respiraba agitado y pedía que le quitaran la mascarilla de oxígeno.

Le transmití calma y que relajara su respiración. Le supervisé el cráneo presionando con mis dedos. No tenía chipotes ni se quejó con la presión de mis dedos. Aún así pedí que por favor le hicieran una tomografía.

Un médico dijo que el tomógrafo no servía.

Eso mientras otro galeno me pedía los datos generales de mi hermano: su fecha de nacimiento, su escolaridad; si era alérgico a algún medicamento, si tenía seguro popular, si ya había sido operado en alguna ocasión… si tenía algún familiar diabético.

Luego me dio su diagnóstico: “glucosa en 294”.

-“¿Cuánto es lo normal?”, inquirí.

-“Lo normal es 110…”, dijo lacónico.

Mi hermano lucía la nariz morada.

-“Es por la falta de oxígeno”, me dijo otro doctor, libreta en mano, mientras supervisaba en un monitor su ritmo cardíaco.

Mi hermano menor, Hugo Armado, fue quien dio la voz de alerta, a eso de las 18:27 horas: “Lamentablemente Jorge lo está llevando Take al hospital, está inconsistente, al parecer se golpeó en el baño, familia de Sancris, favor verlo y ayudar a que lo antiendan en el mejor lugar”.

Al leerlo me sobresalté.

En un principio entendí que mi hermano Jorge había llevado a mi hijo Takeshi al Hospital.

Mi hermana Mayra y ms sobrinas Adriana y More, desde Yajalón, enviaban oraciones: “Si oraciones Dios guardando todo.” “Nuestra fe puesta en Dios”.

Eran las 18:51 horas.

Llegué al Hospital de Las Culturas y mi hijo estaba afuera con Jorge Luis, el amigo de Jorge.

Yo iba con la firme intención de moverlo a una clínica privada, debido a la mala fama del sector público.

Pero me sorprendió la pulcritud de la sala de emergencia y del personal médico, y la calidad de la atención que se brinda. Amabilidad y buen trato, diría yo, incluso vocación de servicio. Médicos y enfermeras por igual. Todos muy profesionales, con uniforme limpísimo y un estetoscopio  colgando del cuello.

Contrasta grandemente con la primera impresión de las salas de espera, donde decenas de familiares yacen desparramados en el piso, durmiendo sobre cartones, encobijados.

Uno piensa en insalubridad, precariedad, desbastó de medicamentos y equipo obsoleto.

Pero no, por lo menos ya no ahora. El personal médico trasmite humanismo.

A la media noche, igual, una cuadrilla barre y recoge la basura el el patio exterior del nosocomio, mientras en la sala de espera muchos duermen en bancas y el piso, y otros tantos ven la tv donde se transmiten noticias.

Hay en ese espacio una máquina despachadora de café, otra de galletas y chucherías y la más grande de Coca Cola.

La mejor noticia en el chat familiar la recibimos a las 23:04 horas, enviada por mi hermano Julio, quien hizo la primer guardia hasta las 12pm: “Estoy con Jorge. La doctora dice que su glucosa ya está normal. Le harán nuevas mediciones en un rato y seguirá en observación hoy. Ya respira normal y está en su color”.

Los chats de sus hijos comenzaron a llegar desde el extranjero: Beto, desde Denver, Estados Unidos; Tania, desde Bogotá, Colombia.

El oso mayor se había desvanecido y alarmó a medio mundo.

Ya es la 01:24 del viernes 15 de marzo y aún sigo aquí, en el Hospital de Las Culturas, cabeceando, con un termo lleno de té, en vigilia hasta las 5am. En la sala de espera, algunos dormitan en las bancas, la mayoría yace en el piso, la tv con volumen muy alto, mientras dentro del Hospital de las Culturas, en San Cristóbal de Las Casas, pareciera estarse escribiendo otra historia en cuanto a la tensión a la salud, más humana diría yo, al pueblo de Chiapas.

Falta, eso si, un albergue para familiares que están día y noche en vigilia de los pacientes./revista Jovel Sclc

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