Aquiles Córdova Morán
Nació en la ciudad de Saltillo, Coahuila, México, el 27 de agosto de 1849. Vivió en una época en que la sociedad mexicana era dominada por una intelectualidad filosófico-positivista, además de una tendencia romántica en la poesía. Hijo de Francisco Acuña y Refugio Narro, recibió de sus padres las primeras letras. Fue un estudiante distinguido aunque inconstante.
Cuando muere, en 1873, solo había concluido el cuarto año de su carrera. En los primeros meses de sus estudios médicos vivía en un humilde cuarto del exconvento de Santa Brígida, de donde se trasladó al cuarto número 13 del corredor bajo del segundo patio de la Escuela de Medicina, el mismo que años antes habitara otro infortunado poeta mexicano, Juan Díaz Covarrubias. Se suicidó en esa habitación el 6 de diciembre de 1873, a la edad de 24 años.
De mi libro Poesía y lenguaje, comparto con ustedes lo siguiente.
“Como ya ha quedado asentado, las estrofas están compuestas por un número indeterminado de versos que pueden poseer metro, rima y ritmo.
El número de versos de una estrofa combinado con la longitud (es decir, con el número de sílabas) de cada verso determinan toda una serie de combinaciones métricas que considero necesario señalar porque pienso que ello ayudará al mejor conocimiento de la poesía, al reconocimiento de su importancia y, además, motivará a los escépticos a acercarse a ella.
Los versos pueden ir desde dos, tres o cuatro sílabas hasta 14, según el género que haya elegido el poeta para expresar su pensamiento, por lo que se nombran y clasifican según el número de sílabas que contienen. Dependiendo de su número, son considerados de arte menor (que simbólicamente se representa con minúsculas) o de arte mayor (que se representa con mayúsculas).
El género de tal o cual poesía, pues, queda definido según el número de versos que tenga la estrofa y el número de sílabas que tenga el verso.
Una estrofa que se compone de tres versos es llamada terceto. Los tercetos casi siempre son versos endecasílabos (es muy raro encontrar tercetos con otra magnitud).
Entre los tercetos más famosos se encuentran los de la Divina Comedia de Dante Alighieri, que son tercetos endecasílabos perfectos, es decir, cada terceto tiene exactamente 33 sílabas. La Divina Comedia se divide en tres partes (Infierno, Purgatorio y Paraíso) que constan de 100 cantos en total; cada uno de estos cantos se compone de tercetos perfectos, excepto la última estrofa que es un cuarteto.
Los tercetos de Dante tienen, además, la característica de ser tercetos encadenados; se llaman así porque cada terceto rima el primer con el tercer verso, y el segundo verso rima con el primer verso del terceto que sigue, y así se van, es decir, están encadenados los unos con los otros. A continuación unos versos del poema:
A mitad del andar de nuestra vida
extraviado me vi por selva oscura,
que la vía directa era perdida.
¡Ay, cuánto referir es cosa dura
de esta selva lo espeso, agreste y fuerte,
de que aun conserva el pecho la pavura!
Tanto es agria, que poco es más la muerte;
mas las otras diré cosas que viera,
antes de lo que en ésa halló mi suerte.
Otros tercetos famosos son los de Manuel Acuña en su poesía Ante un cadáver:
¡Miseria y nada más! Dirán al verte
los que creen que el imperio de la vida
acaba donde empieza el de la muerte.
Y suponiendo tu misión cumplida
se acercarán a ti, y en su mirada
te mandarán la eterna despedida.
Estos, al igual que los de Dante, son tercetos endecasílabos y encadenados, pues la rima sigue y no se queda solo en una estrofa”.