José Luis Aguirre Huerta
Aparece ante nuestros ojos la figura emblemática de la tragedia creación del dramaturgo de todos los tiempos, Sófocles, un poeta feliz quien incursionó en los ámbitos de la tragedia humana.
Edipo padre de cuatro hijos entre quienes se encuentra a la figura de la Antígona y al tristemente célebre Polinice, todos ellos hijos del infortunio y del incesto con Yocasta, madre de Edipo Rey, esposa de este último y de Layo ultimado por el hijo de la fortuna como bien lo predijo el oráculo.
Polinice con el desacierto de atacar su ciudad natal Tebas, es condenado por el Rey Creón hermano de Yocasta, a permanecer insepulto.
Antígona se rebela contra las leyes de Creón y sepulta a su hermano Polinice siendo cuestionada por Creón pero esta le espeta: “Nada contra las leyes de los dioses, nadie contra el derecho natural de ser sepultado humanamente”.
En efecto, el derecho natural no es una ley de curso obligatorio, implementada por el estado. Es una norma valorativa de conducta humana que evita el atentado contra la conformación del ser, ontológicamente válida para preservar al estado humanitario en convivencia societaria armónica, todo lo que impida el desarrollo de los sujetos bajo una situación de mínimo de convivencia, de paz y tranquilidad, debe ser abrogado, combatido e inobservado.
En las anotadas circunstancias la tortura policiaca envilece a las instituciones del estado y deteriora a todo procedimiento judicial, es un mecanismo avergonzante e intolerable en la procuración y operación de justicia, por ende, debe desaparecer como modelo de investigación y combate a la criminalidad, como también es inadmisible la degradación de los Militares y Marinos para confinarlos al ejercicio de policías de barrio o de Investigación Ministerial.
Los derechos fundamentales, deben apuntar al exterminio de los mecanismos de tortura policiaca y militar, contra la población, siendo de constatación objetiva la disminución a violación de derechos humanos en proporción directa a la minimización de participación militar en las poblaciones fronterizas.
Valga el presente como un grito de protesta, ante la muerte de un menesteroso en las mazmorras pestilentes, capturado por la acción policiaca en las inmediaciones de la Vicente Guerrero y 16 de Septiembre en el Centro de Ciudad Juárez, por la madrugada del diecisiete de febrero del año que cursamos.
Torquemada el inquisidor, recobra vida como ilustre maestro de las corporaciones policiacas en la vida actual del México moderno, de la justicia oral, lenta y colapsada por los niveles burocratizantes intolerables de los operadores de justicia, quienes asentaron sus reales de togas inservibles, como mercaderes de la justicia del eje vial Barranco Azul, bonito color, en la ciudad fronteriza antes enunciada.
(*) Abogado Penalista
Presidente de la Barra Interamericana de Derechos Humanos
55-2261-1625