Jesús Yáñez Orozco
Ciudad de México, (BALÓN CUADRADO).– Desde no respetar los protocolos sanitarios en plena pandemia de Covid-19 –donde México se acerca a 92 mil decesos–, con más de 200 casos positivos en el balompié local, hasta ser acusados de violencia de género, abuso sexual u homicidio culposo, los futbolistas de la Liga Mx han sido involucrados en acciones que rompen las normas sociales.
Sergio Varela, antropólogo social especializado en deportes y adscrito a la Universidad Nacional Autónoma de México, opinó que los jugadores “tienen rasgos similares a los de un héroe y pueden sentirse intocables, mientras los clubes suelen ser cómplices con una actitud permisiva.”
Varela apuntó que si bien los jugadores son responsables de sus actos, los clubes y la Federación Mexicana de Futbol (FMF) también tienen una carga de responsabilidad y encubrimiento.
“Primero llaman indisciplina a un delito, es un eufemismo, intentan amortiguar la gravedad de la situación. Al tratar de encubrir con estos términos se convierten en cómplices”, subrayó.
Es cierto, aceptó, “existe la presunción de inocencia, pero son actos que van más allá de la indisciplina o problemas extra cancha.”
En el futbol, detalló, “los jugadores y técnicos van y vienen. Pero quienes perduran son las instituciones. Ellos generan la irregularidad de los comportamientos. Es un tema actual el hecho de que los varones tenemos un ejercicio muy notable no sólo de violencia física, sino simbólica, el hecho de que no se condene, habla de un sistema de complicidad.”
Abundó:
“Se tendrían que aplicar sanciones severas, incluso de la Federación o la propia FIFA, pero en la mayoría de las veces no pasa nada, son castigados y después ya están en otro club.”
Varios futbolistas han sido relacionados en el último año a actos considerados como indisciplinas o conflictos extra cancha, aunque incluso sean situaciones legales. La lista inicia con jugadores que violaron los protocolos contra el Covid-19 al asistir a fiestas, como Alexis Vega y Uriel Antuna, quienes fueron castigados una semana e incluso después los convocaron a la selección nacional.
En situaciones más graves, Renato Ibarra llegó a un acuerdo con su pareja sentimental luego de ser detenido por violencia familiar y tentativa de feminicidio, y al salir del América ahora juega en Atlas.
También destacan Marco García, acusado de acoso e integrante de Pumas que ahora se recupera de una lesión, así como João Maleck, quien con apenas 21 años fue declarado culpable de la muerte de dos personas tras un accidente automovilístico.
El caso más reciente es el de Dieter Villapando, quien fue dado de baja por Chivas al enfrentar un proceso legal, de acuerdo con un primer comunicado del club, el cual dijo será implacable ante cualquier indisciplina. Medios señalaron que el jugador es acusado de agresión sexual.
Los deportistas y los futbolistas mexicanos, reflexionó el antropólogo, “juegan una narrativa heroica muy poderosa, muchos vienen del barrio, pasaron situaciones adversas y triunfan en una profesión donde compiten muchos, pocos llegan y son menos los que se mantienen.”
En el imaginario colectivo, puntualizó, “penetra esa idea también por la relación dialéctica de los medios de comunicación y el deporte profesional.”
Reflexionó que aunque cada caso es diferente y “se necesitaría estudiar uno a uno para tener un análisis más detallado y consistente, varios jugadores suelen dar declaraciones que demuestran una idea de sentirse privilegiados.”
Basta ver, ejemplificó, “el discurso de Hugo Sánchez –cinco veces campeón de goleo en España–, si el señor no cree ser tocado por un dios, no sé cómo podríamos explicar sus declaraciones. Lo dice y lo asume explícitamente. Eso permite ver que sí hay gente que se consideran como personas superdotadas y con privilegios.”
No obstante, concluyó:
Los jugadores “cometen acciones similares a las del resto de los ciudadanos, sólo que están más expuestos por temas mediáticos. Crecieron en nuestra sociedad, no pueden abstenerse de ella pese a barreras físicas como sus mansiones.”