“Amor, ¿no sabes qué hora es?
No, por favor
No digas nada
Yo lo sé todo, ya lo ves
Cierra la puerta y calla…” Rafael Pérez Botija
MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
De acuerdo con la filosofía...
Performance Radiofónico:
Programa:
“REVELACIONES MÁS ALLÁ DE LA MÚSICA Y LAS EMOCIONES”
(Programa Radiofónico Sin Fines de Lucro).
“EL CÁNCER... más allá...
*Por decreto no se corrige incapacidad, errores ni ineficiencias Más que una propuesta para solucionar la crisis por la que atraviesa el país, el decálogo que presento el jueves 27 de noviembre en Palacio Nacional Enrique Peña Nieto, se vio, se sintió como una medida desesperada, un escudo ante la imposibilidad, aun, de solucionar los conflictos de inseguridad.
Una turba de individuos cubierto del rostro había quemado el templete donde el Presidente daría un mensaje sobre la violencia que se generaba en el país, policías y guardias de seguridad, únicamente miraron como los delincuentes sociales prendían fuego al templete, nada hicieron.
Dicen que la historia de México tuvo un parte aguas el año de 1968, se dice por parte de los beneficiarios de aquél movimiento social que los cambios en México vinieron luego de la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas, argumentan que hubo democracia y más libertades, además de que aseguran que la mujer fue reconocida en sus derechos.
Las complicidades del crimen organizado y el gobierno son más que evidentes, cómo puede ser posible que un presidente municipal sea un criminal en potencia, que haya sido denunciado en su momento, incluso, como sospechoso de homicidio y nadie del gobierno, de sus superiores, en este caso el gobernador no supo nada.
En Newsweek leemos: “El que tiene el poder manda. El que manda predomina. El que predomina impone sus normas a la sociedad. Bajo esta dinámica, la clase política mexicana ha mantenido su amañado liderazgo gracias a la utilización de un binomio funesto: la corrupción y la impunidad. Siendo participes de un debilitamiento de las normas sociales y cómplices de la quiebra de la ley, el gobierno mexicano —en la mayoría de las ocasiones— ha añadido a sus tareas principales, la adopción de estrategias transgresoras de Estado que siguen preservando hasta hoy los intereses de unos cuantos mandos.
Alguna vez tuve la mala fortuna de visitar a un subdirector de tránsito que presuntamente era mi amigo, con la finalidad de obtener de forma fácil una licencia de manejo. Fue en Acapulco y tendría yo cerca de veinticinco años. Cuando me recibió en su despacho y le señalé el motivo de mi visita entró uno de sus subalternos para avisarle