Fernando Castro Borges
El anuncio del fallecimiento de Silvia Pinal Hidalgo está acaparando los titulares de todos los medios, tanto nacionales como extranjeros. Su trayectoria en el cine y la televisión es impresionante, y su colaboración con el director Luis Buñuel es particularmente notable. Películas como “Viridiana”, “El ángel exterminador” y “Simón del desierto” son solo algunas de las muchas obras maestras en las que participó.
Recuerdo el día que conocí a Silvia Pinal, en 1994, en ese entonces yo era un asesor en la Asamblea de Representantes del Distrito Federal, y ella era una de las asambleístas. Me impresionó su presencia al entrar a un salón donde se llevaba a cabo una discusión en los trabajos de comisión, todas las miradas las acaparó y se adueñó del espacio, obsequiando sonrisas en modo de saludo, se dirigió en breves pasos, hasta ocupar un asiento, que por fortuna era justo junto al mío. ¡Vaya fortuna! compartir una reunión de trabajo con una de las actrices que mas he admirado.
Lo que más me impresionó, al tratarla fue su capacidad para imponerse sin necesidad de ser agresiva o dominante. Su presencia era tranquila y segura, y siempre parecía saber exactamente lo que quería decir y cómo decirlo. Siempre me he considerado afortunado de haber tenido la oportunidad de conocerla y trabajar con ella, aunque fuera por un breve período.
El fallecimiento de Silvia Pinal es una pérdida para la cultura mexicana y para el mundo del cine, teatro y la televisión. Su legado como actriz y como persona es imborrable, y siempre será recordada como una de las grandes damas del cine mexicano.
Aunque ya no está con nosotros, su memoria y su legado vivirán para siempre en nuestros corazones y en la historia del cine y la televisión mexicana.