A pesar de que los diputados federales disfrutan de un sueldo casi cuatro veces mayor que el que reciben los mexicanos bien remunerados (los primeros perciben mensualmente 74 mil 672 pesos, mientras que 2 de cada 10 mexicanos reciben 18 mil 483 pesos al mes), los diputados federales de Morena se han empleado a fondo para hacer que sus ingresos sean mayores y, con los ajustes recientes, ahora podrán recibir hasta 234 mil pesos mensuales libres de impuestos; es decir, gozarán de apoyos legislativos que ascenderán hasta a 156 mil pesos más de lo que reciben mensualmente.
Con esos apoyos extraordinarios, 330 diputados federales (de un total de 500) podrán comprar gasolina y adquirir boletos de avión: 170 de los 500 legisladores federales que conforman la Cámara de Diputados gozan de apoyos para comprar gasolina, que reciben por vivir hasta 210 kilómetros lejos de San Lázaro y el apoyo para transporte aéreo es para quienes superan esa distancia. Así, pues, los 74 mil 672 pesos que perciben los 500 diputados federales están libres de polvo y paja, cosa que no ocurre con el sueldo de los millones de mexicanos que no tienen el privilegio de ocupar un escaño en la Cámara de Diputados.
En proporción con el salario mínimo, los diputados federales reciben el equivalente a 606 de los mismos, mientras que 2 de cada 100 mexicanos perciben cinco salarios mínimos (18 mil 483 pesos). Pero ese salario, repito, solo lo obtienen 2 de cada 100 mexicanos y aproximadamente 38 millones (31%) sobrevive con 3 mil 697 pesos mensuales, salario con el que únicamente pueden adquirir un cuarto de la canasta básica que aproximadamente cuesta 15 mil 799 pesos.
El raquítico salario que perciben los cabezas de familia de millones de hogares mexicanos, los obliga a recurrir a otras fuentes de ingresos para cubrir los gastos de alimentación, transporte y salud, aunque solo sea con medicinas genéricas. De aquí que niños y jóvenes abandonen sus estudios a corta edad para trabajar y ayudar económicamente a sus familias. Lamentablemente, a la vuelta de los años, esos niños y jóvenes ya no querrán retornar a las aulas -si es que tuvieran la oportunidad- porque el dinero les da independencia que les gusta, a pesar de que generalmente los lleve a adquirir vicios y, por tanto, a malograr su vida.
Pero el cómodo y bien remunerado trabajo de los diputados federales -de quienes, por cierto, la gente dice (con honrosas excepciones) que no hacen nada y que los afiliados al partido Morena solo sirven de levantadedos para aprobar las absurdas y neoliberales iniciativas del presidente López-, no es igual al que realizan millones de mexicanos que, por no haber concluido ni siquiera la secundaria, tienen que desempeñar duros trabajos por los que reciben uno o dos salarios mínimos.
El rezago educativo que desde hace muchos años padece México, y que los gobiernos federales anteriores no pudieron o no quisieron remontar, se incrementó durante los tres años que lleva gobernando López Obrador: de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en 2018 el rezago educativo era de 19 por ciento y en 2020 subió a 19.2 por ciento.
Aparentemente, el incremento del rezago educativo fue leve, pero la actual deserción escolar apunta a que las cosas se van a poner muy feas en materia de educación y, por tanto, del salario que obtendrán los futuros trabajadores. El pasado 18 de agosto, el diario nacional El Sol de México publicó una nota intitulada La deserción escolar tiene un alto costo, firmada por la reportera Nurit Martínez, quien informó que el abandono o deserción escolar por la pandemia de Covid-19 hasta ahora alcanza “a 847 mil 072 estudiantes, desde preescolares hasta universitarios, (lo que) ha significado una inversión desaprovechada de 27 mil 127 millones de pesos, según cálculos hechos con cifras de la Secretaría de Educación Pública (SEP).”
La “inversion desaprovechada” de 27 mil 127 millones de pesos es lo de menos. Lo que realmente importa es que esos miles de niños y jóvenes que han abandonado las aulas están poniendo en grave peligro su futuro, el cual puede ser sombrío tanto en el ámbito laboral como en el social. Esa deserción escolar también tendrá consecuencias en todo el país, pues, no solo puede incrementar el analfabetismo, que nunca ha sido erradicado, sino que la falta de cultura de niños y jóvenes les impedirá la explotación racional y eficiente de los recursos naturales del país.
Desde que en 1974 apareció Antorcha Campesina en la esfera pública -que luego derivó en el Movimiento Antorchista Nacional-, sus fundadores plantearon lo siguiente: para que México tenga un desarrollo económico que brinde un mejor futuro a sus habitantes, es necesario que el Estado invierta en educación para que niños y jóvenes cursen sin problemas todos los grados de la escala académica; con ello, no solo tendrán oportunidades individuales para vivir mejor, sino que el país contará con gente preparada que desarrolle la ciencia y, por tanto, tecnología de punta aplicable a los procesos productivos que le permitan competir con los países desarrollados y, por tanto, México tenga un desarrollo económico sustentable.
A lo largo de los 47 años de existencia de Antorcha, el dirigente nacional de la organización social más grande y mejor estructurada del país, Aquiles Córdova Morán, ha expuesto esa tesis en diversos foros y a través de varios medios y no solo eso, en los lugares en que Antorcha tiene fuerte presencia, y en los municipios que ha gobernado, ha llevado a cabo un arduo trabajo para brindar educación de calidad a niños y jóvenes. Desgraciadamente esa labor educativa ha sido limitada porque no tiene los medios económicos suficientes ni el poder político para aplicar una política educativa que en verdad desarrolle la ciencia y la tecnología que coadyuven al desarrollo económico del país.
Esta concepción de la educación no la comparte el gobierno de la 4T, por eso no ha tomado medidas enérgicas para frenar la deserción escolar. Es más, ahora ataca a la máxima casa de estudios del país, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), debido a que no le gustan las críticas que desde ahí se hacen a la política de la 4T y, por tanto, de López Obrador. No podemos quedarnos de brazos cruzados ante esta situación, si queremos cambiar el rumbo del país, hay que empezar por sacar del gobierno federal a la 4T para que ya no siga dañando al país, ni a los mexicanos.