BALÓN CUADRADO/Agencias
Jesús Yáñez Orozco
Ciudad de México.- Cuánta razón tiene Ignacio Beristáin, manager mexicano con el récord de campeones mundiales –28, hombres y mujeres–, cuando afirma que prefiere ver partidos de futbol –sobre todo de Cruz Azul, equipo de sus amores– que mirar una pelea del Canelo. Anoche, Saúl Álvarez tuvo un día de campo sobre el cuadrilátero tras vencer al británico Billy Joe Saunders en ocho desangelados rounds.
Su esquina, tras una aparatosa herida en el pómulo derecho, decidió que no saldría para el noveno episodio, convirtiéndose así, en el campeón mundial de los supermedianos con los cinturones del CMB, la AMB y la OMB, éste último en posesión del inglés.
Una noche sin desasosiego alguno para el mexicano que impuso una marca en el boxeo contemporáneo al reunir poco más de 73 mil espectadores en el estadio de los Vaqueros de Dallas.
Durante 24 minutos sobre ring, Sanders fue una hoja al viento a merced en el vendaval que representaron los golpes del mexicano. Se mostró tibio, temeroso, inseguro, sin recursos boxísticos, pese a que llegaba invicto.
Poco ortodoxo su estilo, desde cómo se paraba, con poco aplomo sobre la lona, la guardia baja, hasta la falta de potencia en sus golpes. Que se desmayaban como una caricia en el cuerpo del rival. Nunca pudo conectar con solidez al Canelo. Desde un comienzo se adivinaba que la pelea no pasaría del octavo asalto.
El púgil tapatío lo tuvo a su merced desde el tercer episodio. Sus poderosos golpes comenzaron a hacer mella en el rival. Y sabía que acabaría la pelea cuando él quisiera. No se veía cómo un golpe de suerte del adversario pudiera cambiar el rumbo del resultado.
Y así fue.
Y que de paso significó un ingreso –según versiones periodísticas– de 35 millones de dólares –unos 700 millones de pesos—que engordarán las obesas chequeras del Saúl Álvarez.
Álvarez cumplió con el desenlace de una historia que muchos querían ver.
…Aunque sigue sin convencer a su sector. Sobre todo, sus críticos.
Los mejores combates de boxeo suelen tener una pátina de teatralidad. Uno representa el rol del héroe, noble y que tiene a las masas de su lado. Otro es el villano, el provocador y que suscita el desprecio general.
Una suerte de dualidad Dios-Demonio.
Saunders quiso, de manera casi infantil, meter al pelirrojo a su juego. Caminaba al frente y por momentos parecía lograrlo. Canelo trabajó con una paciencia y disciplina que lo hizo salir pronto de cualquier situación de peligro, que en realidad era lejano.
El tapatío no perdió tiempo en fanfarroneos pugilísticos y se ciñó al plan. Fue una labor de zapa.
En el octavo episodio Canelo estrelló un poderoso upper en el ojo derecho del británico. Estuvo a merced del mexicano y al borde del nocaut. En ese estado se fue a su esquina y ya no quiso salir al noveno.
“Cuando me fui a mi esquina le dije a Eddy Reynoso: ‘creo que le quebré el pómulo; pienso que ya no sale’”, narró Canelo al final del combate.
En el lado contrario del cuadrilátero, el panorama era totalmente diferente. Desolador. Preocupado, el equipo de Saunders rodeó a su boxeador y examinó a detalle su pómulo derecho. Cuando el juez los llamó de vuelta, la esquina anunció su retiro y el encuentro finalizó.
De acuerdo con medios de comunicación en el Reino Unido, el boxeador fue trasladado de inmediato a un hospital en la ciudad de Arlington.
El diagnóstico fue que, luego del brutal impacto sobre su rostro, Billy Joe Saunders pudo haber padecido la fractura del hueso.
Cómo se vivió
La campana sonó y los pugilistas comenzaron a moverse por el entarimado, en el llamado round de “estudio”. No hubo tanto intercambio de golpes, pero el británico justificó su petición por un ring más amplio.
Frente a los ataques de Saúl, Saunders retrocedió y se movió por las cuatro esquinas esquivando las intenciones de su oponente, quien desde su poderoso físico, comenzó a imponer condiciones sobre un rival que nunca lo inquietó.
Un par de ocasiones, el excampeón de la OMB se encerró contra las cuerdas, pero logró salir.
En el segundo asalto Canelo tomó las riendas del combate. Con la evaluación realizada en el primer round, el tapatío supo en qué momento utilizar su poderosa derecha que comenzó a hacerse sentir. En un par de ocasiones estalló en la mandíbula de Saunders. Y acusó el dolor.
En su defensa, el británico, indemne, recurrió al abrazo para obligar al juez a separarlos. La fuerza de los impactos lo hizo retroceder, de nueva cuenta.
Álvarez comenzó la cacería de una presa que semejó un cordero ante el lobo feroz.
El quinto y sexto round, la poca disposición al contacto cercano de Saunders desesperó a Álvarez, quien perdió momentáneamente el control del combate. Con el mexicano en su terreno, pudo impactar en diversas ocasiones. Pero, de nuevo, sin potencia.
La guardia desmayada se convirtió en la apuesta para retener el título de la OMB, con ello pretendía atraer al mexicano y rematarlo una vez que estuviera cerca y bajara la guardia.
Pero no sucedió. No tenía fuerza suficiente en sus puños.
El octavo round fue definitivo.
Ante los gestos de burla de Saunders, Álvarez levantó los brazos arengando el apoyo del público, que coreaba su festín de golpes.
El escándalo no se hizo esperar y el oxígeno necesario para finiquitar la victoria llegó al mexicano. Con el empuje de los 73,126 asistentes, Álvarez fue al ataque, incontenible.
De nueva cuenta tomó el control de la pelea.
La distancia entre ambos se acortó. Además, la sorpresiva cercanía desconcertó a Billy Joe que, hasta ese momento, había dado con la fórmula para evitar el nocaut técnico. En su intento por hacer daño al mexicano, lanzó un par frágiles volados.
A raíz del segundo golpe quedó desprotegido –como había sucedido en otros momentos del combate– y Canelo conectó un upper, como cuchillo en mantequilla, que le inflamó el pómulo al instante.
Después del impacto, el perdedor no tuvo más remedio que alejarse para proteger su lesión.
De acuerdo con el testimonio de Eddie Hearn, director de Matchroom Boxing, empresa promotora del evento, el impacto “rompió su cuenca del ojo” y “no podía ver. Hablé con Mark Tibbs y dijo que no podía ver. No lo dejó salir”.
El certero golpe acercó a Álvarez un paso más a su objetivo planeado para este 2021. Con la unificación de los títulos de la OMB, CMB, AMB y The Ring, puso fin a las polémicas declaraciones de su rival.
Además, está posibilitado para retar a Caleb Plant, propietario de la fajilla de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) y aspirar a convertirse en el campeón indiscutible de la categoría de peso supermediano.
Pelea para el olvido.
(Con información del portal Infobae)