Jesús Tolentino Román Bojórquez
En Ecatepec, Estado de México, la vieja historia se repite: es la historia, la historia de aventarle promesas al pueblo mientras hay elecciones y, luego, ya que el candidato en campaña triunfó y está sentadote en el cargo que buscaba, viene el olvido, la indiferencia y los incumplimientos de promesas, razón por la cual se ha vuelto común entre la gente decir: “presidentes municipales vienen, presidentes municipales van y todos nos engañan porque nadie hace nada; nomás nos usan, nos visitan en las colonias y pueblos cuando hay votaciones y, ya después, se olvidan de nosotros”. Esta vieja historia la vemos repetida, pero con creces, en el alcalde de Ecatepec Indalecio Ríos Velázquez quien, cuando apenas era candidato, era muy amable, muy atento con la gente, muy fino y muy propio para dirigirse al pueblo, ofreció siempre que buscaría una solución a los problemas que la ciudadanía le planteaba, pero hoy que ya casi cumple un año de presidente municipal, ahora ya es otro personaje completamente distinto, como si le hubieran volteado al revés como sucede con un guante: ahora ya casi no recibe a nadie, y, cuando lo hace después de un largo tiempo, ya no se acuerda del pueblo que confió y votó por él; y si se acuerda, ahora saca una letanía de pretextos para no cumplir los compromisos que hizo en campaña: “que no hay presupuesto”, “que el gobierno pasado dejó muchas deudas”, “que va a pedir apoyo en Toluca”, “que la crisis económica”… y, en fin, pretextos nunca faltan. Es la misma vieja historia que data desde la Revolución Mexicana a la fecha y que se repite por todo el país sin distingo de gobernantes partidistas. Todos están cortados con la misma tijera.
Ahora bien, hay algunos elementos que hacen particularmente llamativo el caso de Ecatepec y, por tanto, aleccionador. En primer lugar, se trata del municipio más poblado del país con casi dos millones de habitantes y con un presupuesto que rebasa los ¡cinco mil millones de pesos al año! Por ende, la pregunta es obligada: ¿a dónde va a parar tanto dinero? Con la corrupción de toda la vida y que está hoy tan de moda por varios exgobernadores que se han robado miles de millones de pesos cada uno (Veracruz, Sonora, Quintana Roo, Chihuahua, Coahuila, Tabasco, etc.), queda claro lo que Antorcha ha sostenido siempre: que ningún funcionario, del partido político que sea, ocupa un cargo público pensando realmente en el beneficio del pueblo (excepto los pocos funcionarios antorchistas que han sido y son); todos ellos miran en los cargos de elección popular una excelente oportunidad para enriquecerse si eran pobres, o bien, para agrandar sus fortunas si ya eran ricos.
En segundo lugar, otro dato que llama la atención en el caso de Ecatepec, es que la falta de soluciones de nuestros compañeros antorchistas ocurre en obras muy elementales y muy sentidas. Por ejemplo, dos preparatorias con 400 alumnos cada una, “funcionan” en pequeñas casas-habitación rentadas o prestadas, sin instalaciones propias adecuadas, a pesar de que el gobierno federal, estatal y municipal se llenan todos los días la boca presumiendo la famosa reforma educativa que le brindará “escuela de calidad” al pueblo mexicano. Demagogia barata. Asimismo, llama la atención que exista un gigantesco cinturón de miseria con 7 mil 500 familias (casi 35 mil habitantes) llamada La Laguna, con 22 años de antigüedad y que carezca aún de casi todos los servicios: falta agua potable, drenaje sanitario y drenaje pluvial, razón por la cual seis meses al año la gente vive en un atascadero, con el agua de lluvia mezclada con heces fecales hasta la cintura, lo cual propicia todo tipo de enfermedades. ¡Y la colonia se ubica a tan sólo 20 kilómetros del zócalo de Ciudad de México! (¿qué podrán esperar los mexicanos que viven a cientos y a miles de kilómetros de la capital de país?).
En tercer lugar, esta insensibilidad del alcalde que raya en el cinismo y lo grotesco. Resulta que el 8 de septiembre pasado firmó de su puño y letra una minuta de acuerdos con Antorcha donde se comprometió a realizar, entre otras, las obras arriba señaladas y ahora, olímpicamente nos sale con la embajada de que “siempre no”, porque “no tiene dinero”. En otras palabras, Indalecio Ríos ha perdido la vergüenza (si es que alguna vez la tuvo) y le da contra el suelo a la ética política, creyendo seguramente que los antorchistas nos vamos a desanimar y terminaremos renunciando a nuestra lucha por una vida mejor.
Ahora bien, como se sabe, en el año 2018 (o sea, dentro de 18 meses exactamente), habrá cambio de Presidente de la República y de alcaldes en el Estado de México. Y ya se escucha el rumor de que Indalecio Ríos buscará reelegirse como presidente municipal de Ecatepec. En estas condiciones, ¿qué hacer? ¿Vamos a darle de nuevo nuestro voto generoso y cada vez más poderoso a nivel municipal a nuestro verdugo? No lo creo, no sería digno ni nada inteligente. Los antorchistas, pues, en las elecciones futuras, a ningún candidato le entregaremos nuestro voto como si fuera un cheque en blanco. Y mientras tanto, redoblaremos esfuerzos para reanudar nuestra lucha en Ecatepec, hasta lograr que la palabra y la firma empeñada del alcalde se cumpla, pues la educación del pueblo, su organización consiente y su lucha permanente, son la única ¡la única! garantía de que sus gobernantes no se burlarán más de él y de que la vieja historia ya no se repetirá.
En cuanto al primer informe de gobierno del próximo 6 de diciembre de Indalecio Ríos, en donde seguramente buscará pintarnos un Ecatepec color de rosa, donde todo marcha bien y sin problemas, de antemano denunciamos que es absolutamente falso y que el pueblo de Ecatepec lo sabe y no se dejará engañar. Y para remarcarlo, los antorchistas haremos una megamarcha de repudio al mal gobierno de Indalecio.