La definición clásica que del hombre hicieran los griegos como el “animal racional”, parece diluirse. Y no es que con el paso del tiempo haya perdido la razón, simplemente que en algunas ocasiones abandona la racionalidad cuando de obtener beneficios se trata. Nadie puede negar que la obtención de beneficios resulta dañina cuando va en perjuicio del hombre mismo. Los tiempos que estamos viviendo son propicios para un profundo estudio acerca de la psique colectiva cuando de alentar las descalificaciones se trata contra aquellos que encabezan las gestiones gubernamentales. Pareciera que pese al registro real de avances éstos desaparecen cuando las circunstancias políticas convienen a quienes no pertenecen a esas corrientes que detentan el gobierno.
El ejemplo más reciente lo encontramos en la bizarra discusión de la Cámara de Senadores con el resultado de los peritajes que realizaron los presuntos especialistas de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en torno a la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. Pese a la apertura demostrada por el Presidente Enrique Peña Nieto, la andanada en su contra no paró, y lo mas irracional es que hasta un fiscal internacional quieren traer. Y no es que desde esta tribuna publica pretendamos azuzar al vulgo contra quienes hacen política con la desgracia ajena, porque al fin y al cabo ellos son quienes muestran y demuestran su propia mendicidad. De lo que se trata es de colocar las cosas en su justa dimensión. Los peritajes de los presuntos expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos no son concluyentes, son simples observaciones carentes de veracidad científica, lo que comprueba que están orientados hacia un resultado de índole político.
De la desconfianza ni qué decir, pues todos los oradores de la oposición hablaron de ella como el tesoro mas preciado que ha perdido el señor Peña. Los hombres y mujeres que hicieron uso de la tribuna destilaron odio antes que razones fundadas y motivadas. Para decirlo de otra forma, parece que se alegran del fracaso de quien encabeza el gobierno, sin pensar que ellos también son parte fundamental de ese fracaso. Si entienden a la política como el arte de provocar el exterminio del contrario, lo único que están dejando en la arena de la discusión es la irracionalidad y el odio ante el adversario.
Los peritajes de los especialistas no son mejores que los de la Procuraduría. Negar hechos es fácil, y lo hicieron bien, pero no aportaron ninguna solución. En el caso de que la versión del quinto camión resultara cierta, ¿también culparan al Estado del robo que de ese camión hicieron los normalistas? Porque hay algo que no podemos olvidar, los camiones en que se transportaban los estudiantes, y que detonaron la tragedia, eran robados. Y en el supuesto de que el quinto camión fuera con el que se transportaba droga hasta Chicago, en el pecado llevaron la penitencia cuando se lo robaron. Por donde se le quiera ver el caso fue una desgracia, provocada en gran parte por aquellos que mandan a los normalistas a delinquir. Al tiempo.[email protected]