El debate y sus principios

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Alberto Woolrich Ortíz*

 

La abogacía independiente de la Nación bien sabe que el Derecho permite debates sutiles, en los cuales la inteligencia y el tacto, la verdad y la razón han de rivalizar constantemente con la inhabilidad y la descortesía; la falsedad y la locura para poder arribar a la determinación de los intereses de justicia y/o los intereses de aquellos a los que les apetece denigrar a ella; entre los medios que constituyen asistencia a la Ley o aquellos que se convierten en cómplices del oprobio; entre las sentencias que honran y las complacencias que envilecen; entre los haberes ganados en buena ley y las gananciales recibidas por diversos actos de corrupción.

En cada uno de los debates que esa abogacía independiente sostiene se debe, en todas las circunstancias, sostener esa autoridad moral, no cederla ante interés alguno que pretenda denigrar a la justicia, para transmutarla en capricho de ese oprobio; a la par esas togas jamás deben de debatir sin pasión, lo deberán de hacer con arrebato, con conocimientos.

Al margen de las anteriores consideraciones, en esta Cuarta Transformación de la Nación, esa abogacía independiente, debe de recordar que nuestros debates deben de ir siempre encaminados a perpetuar el respeto que merece el control de legalidad y constitucionalidad, es decir, la preservación del principio de juridicidad que comprende ambos. La justicia o la injusticia pueden ser una virtud o una mancha a la norma redactada por el Constituyente del 17, o sea, a nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

A propósito de las pasadas reflexiones, suele plantearse la deficiencia existente entre un debate de los gobernantes sosteniendo una defensa de la injusticia para los efectos de perpetuarse en el poder.

Es evidente que en México, la abogacía independiente de la Nación siga debatiendo en defensa del ingrediente esencial del Derecho, de la justicia, ello es preferible al debate que caracteriza al sistema derivado que pretende la conservación del Poder Político. Los togados tenemos la obligatio de seguir debatiendo en contra del carente o limitado conocimiento, por no decir la arbitrariedad del gobernante, ello es sencillamente peligroso para la Nación y propende hacia la injusticia.

Debemos hacer valer nuestras libertades para debatir y contradecir en todo aquello en lo que se pretenda que impere la ley del capricho, de la obstinación, de la tozudez e incapacidad comprensiva y necedad del Poder Ejecutivo Federal, sólo así la abogacía independiente de la Nación podrá hacer valer el respeto que nuestro Pacto Federal merece.

Es cuánto.

*Lic. Alberto Woolrich Ortíz

Presidente de la Academia de Derecho Penal

Del Colegio Nacional de Abogados Foro de México.

 

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