Vladimir Galeana
Hasta ahora las cosas no pintan bien para los mexicanos de todas las condiciones sociales, de todas las regiones del suelo patrio, y de todos los orígenes étnicos. Y no pintan bien por la circunstancia de que hasta ahora el factor que más compromete el futuro de nuestros hijos es sin lugar a dudas Andrés Manuel López Obrador, quien por ahora lo tenemos trabajando como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, y aunque muchos no lo quieran aceptar, es una lacerante realidad que coloca en riesgo nuestro futuro como nación.
Nunca he sido catastrofista, pero hasta ahora las circunstancias indican que las posibilidades de un desastre económico pudiera ser el preludio de algo mucho más grave en este bendito país, y eso tiene que preocupar a cualquiera. Muchos han señalado la posibilidad latente de que las facultades mentales del Presidente de la República no se encuentren en sus cabales, pero es aventurado externar esa posibilidad sin detentar prueba alguna, y resultará difícil que surja una petición oficial seria en ese sentido.
Tampoco los profesionales del estudio de la psique se han atrevido a elaborar un diagnóstico de ese presunto padecimiento, aunque existan motivos reales de preocupación por los hechos recientes en los que se ha visto involucrado el Primer Mandatario y que han despertado la preocupación a que se han referido esos especialistas que sin profundizar en un estudio serio y contundente, han opinado simplemente por los indicios que se mencionan en diversas notas periodísticas.
En lo que a mí respecta, siempre he pensado que Andrés Manuel López Obrador es un tipo sobredotado, de esos que de una u otra forma tienen habilidades para hacer cosas que están vedadas en la mayoría de la gente. Y no se trata de un sobredimensionamiento de mi parte, pero hasta ahora ha mostrado y demostrado que no es un político cualquiera. Un sujeto que saca dinero de todas partes para hacer un movimiento de las dimensiones del que lo llevo a la Presidencia de la República, necesariamente es superior al común denominador de todos los mexicanos. Eso solamente lo hace un sobredotado, y hay que aceptarlo.
Pero hay que señalar que también en muchas ocasiones presenta un cuadro de esquizofrenia, ese nombre genérico que se otorga a un grupo de enfermedades mentales que se caracterizan por alteraciones de la personalidad, alucinaciones y pérdida del contacto con la realidad, esa que dio como origen el “”fuchi guacala”, de “abrazos no balazos a los delincuentes”, de “privilegiar derechos a quienes delinquen por encima de quienes trabajan todos los días por engrandecer a este país”.
Aunque muchos no lo quieran aceptar, las cosas no están bien en el México de nuestros días. Y no es que trate de denostar a quien gano la Presidencia de la República con un amplio margen, pero todo lo que dice y hace pone a pensar a muchos acerca de la posibilidad de que se pueda presentar una severa afectación de sus facultades mentales. No soy especialista en este tipo de diagnósticos, pero en lo personal tengo una gran preocupación por lo que pueda pasar en el país. Al tiempo.
(Fotografía El Economista)