Laura Castillo García
El teatro, como cualquier otra obra de arte, no sale de la genial mente o imaginación de los dramaturgos, pintores, escultores, escritores y demás creadores de arte; ellos, al igual que cualquier mortal de a pie, se alimentan de lo que sucede a su alrededor, ven los hechos cotidianos de su entorno y crean obras que impactan a sus espectadores, a pesar de que éstos también hayan recibido esa misma información de la realidad, pero que no la interpretan como lo hace el artista creador que pone en juego su preparación, talento y sensibilidad, y con sus obras pone a reflexionar a los espectadores sobre la lamentable situación que viven y la necesidad de cambiar esa realidad.
El 9 de agosto de 1982 la prensa mexicana informó del múltiple asesinato de cuatro niños, a manos de su madre, Elvira Luz Cruz, una joven provinciana que llegó a la capital del país con la ilusión de mejorar su situación; pero que sólo encontró violaciones, maltratos y cuatro hijos sin padre. Luego de tratar de sacar adelante a sus críos, pero sin encontrar apoyo de nadie, y sin trabajo y sin dinero, se desesperó ante el llanto por hambre de los pequeños y decidió acabar con el sufrimiento tanto de sus hijos como de ella misma, aunque ésta sobrevivió gracias a la intervención de una vecina. Vivió, pero solo para que la “justicia” la sentenciara a más de 20 años de prisión.
Víctor Hugo Rascón Banda, abogado y dramaturgo nacido en Uruachi, Chihuahua, México, en agosto de 1948 y quien falleciera en la Ciudad de México el 31 de julio de 2008, fue el genio creador que llevó ese atroz incidente a los escenarios de México, desde donde la gente que hace el esfuerzo para pagar un boleto en los grandes o pequeños teatros de la capital reflexiona sobre la violencia de género y la falta de oportundades de los sectores menos favorecidos: de aquellos que viven en los cerros, en casitas de cartón y lámina; en asentamientos irregulares que no cuentan con agua potable, drenaje ni luz eléctrica; en hacinamiento, situación que provoca la agresión sexual, sin importar que la víctima sea de su propia famiia. Si a los varones que no les queda más diversión que explotar sus propios instintos, no les importa agredir a miembros de su propia familia, menos tienen consideración con las que se cruzan en caminos obscuros y despoblados.
Fue el caso de Elvira Luz Cruz, quien tuvo cuatro hijos producto de violaciones y, por supuesto, los padres no se hicieron responsables de esas criaturas.
Esta obra de carácter trágico fue presentada la noche del viernes 24 de marzo –en el escenario de la sala Elisa Carrillo del Centro Cultural Mexiquense Bicentenario ubicado en el municipio mexiquense de Texcoco– por colonos de la Ciudad de México.
La compañía de teatro popular Moliere de la Ciudad de México está integrada por colonos del predio Buena Suerte, de la alcaldía Tláhuac, quienes después de largas y pesadas jornadas de trabajo, de rudas actividades domésticas realizadas sin el apoyo de aparatos electrodomésticoas y luego de resolver asuntos escolares de sus hijos, se dieron tiempo y espacio para ensayar esta pieza teatral salida de la pluma de Víctor Hugo Rascón Banda.
A pesar de las dificultades que la vida cotidiana les impone para resolver las necesidades de sus familias, ensayaron con gusto, entusiasmo y alegría, a fin de realizar una buena presentación en este XXII Encuentro Nacional de Teatro. Fue la primera vez que se acercaron al teatro y lo hicieron con soltura, buena dicción, expresión corporal y sentimiento porque ellos mismos han vivido situaciones parecidas a las que nos mostraron en el escenario.
¡Bravo antorchistas del predio Buena Suerte de la alcaldía Tláhuac! El arte dignifica y sensibiliza no solo al que lo mira, sino también al que lo practica y, este caso, seguro que hicieron catarsis, el cual les ayudó a liberar a su mente de los sufrimientos y encontrar en Antorcha el camino de su liberación social.
Antorcha no solo condena la pobreza en que el capitalismo tiene sumidos a millones de seres humanos que viven en pobreza y pobreza extrema; sí, cierto que condena esa inhumana condición, pero también lucha en contra de ellas.
En Antorcha luchamos para construir un mundo nuevo en el que el gobierno trabaje para sacar a la gente de la pobreza; que le ofrezca empleos a todos y bien remunerados, y que los impuestos se utilicen en hacer obras públicas para beneficio de la gente; que ésta tenga buenas viviendas en donde no haya hacinación, en donde cada quien tenga un espacio digno para realizar sus actividades cotidiana y así evitar la violencia sexual y doméstica en contra de las mujeres, niños y ancianos, que son los seres más vulnerables en esta sociedad dividida en clases, la cual hace sufrir a millones de seres humanos y privilegia sólo a unos cuantos.