+Como la Iglesia Católica
+ Profunda y dañina, la desconexión entre el discurso político y la realidad del deporte
+Costo de la mediocridad en los poderes Ejecutivo y Legislativo de la capital del país
El Llanero Solitario
De algunos años a la fecha, el deporte en la Ciudad de México ha sido relegado a un segundo plano en la agenda, pero lo más preocupante no es solo su falta de prioridad, sino quiénes están al frente de su desarrollo. En los últimos años, hemos visto cómo los cargos relacionados con el deporte en el Legislativo y Ejecutivo de la CDMX han sido ocupados por personas sin la formación, experiencia o conocimientos necesarios para impulsar una verdadera transformación en este ámbito.
La falta de experiencia en áreas clave como la administración deportiva, el alto rendimiento o incluso el fomento del deporte social se ha vuelto una norma.
¿Cómo es posible que quienes toman decisiones sobre el futuro del deporte en la CDMX no entiendan sobre fundamentos de la fisiología, gestión deportiva o políticas públicas que impactan directamente a cientos de deportistas y ciudadanos?
Es inaudito que el Gobierno de la CDMX, a través de sus distintos organismos, coloque a personas en posiciones clave cuyo único mérito es su cercanía política o una trayectoria completamente ajena al deporte. Estas designaciones no solo son irresponsables, sino peligrosas.
Las consecuencias de la ignorancia en el manejo de políticas deportivas son devastadoras: programas que no se ejecutan, infraestructura deportiva en decadencia, y una falta de apoyo generalizado a deportistas que, a pesar de todo, siguen representando a la Ciudad de México con dignidad y esfuerzo en competencias nacionales e internacionales.
En el Legislativo no estamos mejor. Las leyes relacionadas con el deporte se debaten y aprueban sin un verdadero entendimiento de las necesidades del sector. Muchos legisladores carecen del más mínimo conocimiento sobre los retos que enfrentan los atletas, entrenadores, y promotores del deporte en la Ciudad de México.
¿Cómo pueden crear leyes efectivas para el desarrollo deportivo cuando ni siquiera entienden los conceptos más básicos que lo rigen?
La desconexión entre el discurso político y la realidad del deporte en la CDMX es profunda y dañina.
La falta de preparación en los responsables de impulsar el deporte en la CDMX ha provocado se estanque en términos de competitividad deportiva. Estados de la República Mexicana que alguna vez estuvieron muy por detrás de nosotros ahora nos superan en medallas, infraestructura y apoyo a los atletas.
Mientras otros invierten en ciencia deportiva, educación física de calidad y el fomento del deporte desde la infancia, en la Ciudad de México seguimos improvisando con personas que no tienen idea de lo que están haciendo.
El deporte no es solo entretenimiento; es una herramienta poderosa de transformación social y salud pública. Pero en manos de quienes no comprenden su importancia, se convierte en una oportunidad desperdiciada.
La ignorancia en la gestión deportiva condena a cientos de jóvenes a no tener acceso a programas de desarrollo que podrían cambiar sus vidas, y a deportistas de alta competencia a enfrentar barreras innecesarias que les impiden alcanzar su máximo potencial.
Es imperativo que exijamos que los cargos en las instituciones deportivas de la CDMX sean ocupados por personas con formación sólida en administración deportiva, educación física, ciencias aplicadas al deporte o áreas afines. No podemos permitir que la política siga jugando con el futuro del deporte de la CDMX.
Mediocridad en los puestos de toma de decisiones en el deporte no solo afecta a los atletas de alta competencia y alto rendimiento, sino también a los cientos de niñas, niños y jóvenes que podrían encontrar en el deporte una vía de escape de la violencia, las adicciones y la falta de oportunidades.
En una CDMX, vale insistir, con una vasta riqueza cultural y deportiva, es inaceptable que los encargados de dirigir su desarrollo no tengan ni el más mínimo conocimiento sobre las necesidades del sector.
Los ciudadanos debemos exigir un cambio, debemos pedir que el deporte sea gestionado por quienes realmente entienden su importancia y no por aquellos que ven en estos cargos una simple plataforma política.
El deporte, lejos de dios, en manos de los políticos.