Jesús Yáñez Orozco
Ciudad de México, (BALÓN CUADRADO/agencias).- Mike Tyson revivió a ese animal salvaje que puso a dormir hace 15 años, cuando peleó por última vez. Anoche subió furioso al cuadrilátero, como todos esperaban, para enfrentar a Roy Jones, otro veterano retirado, pero que apenas en 2018 tuvo su último combate. Juntos suman 105 años y casi 200 kilogramos de peso.
Una pelea de exhibición en Los Ángeles en la que ambos ex boxeadores pelearon ocho episodios, cada uno de dos minutos y no tres, sin careta y sin decretar vencedor. Un espectáculo que consiguió lo que pretendía, encender la nostalgia y cierto morbo por ver a dos cincuentones revivir sus recuerdos.
Y Tyson nunca puede dejar de ser ese animal feroz. A los 54 años subió en estupenda condición física a enfrentar a Jones, con 51, que apenas en 2018 había peleado por última vez.
Iron golpeaba unos ganchos de miedo. Estremecían en cada impacto, mientras Jones tenía que apelar al movimiento de cintura, un jab rápido que alcanzó a conectar, y al abrazo de seguridad.
Los bramidos de Tyson cimbraban, era como si toda la rabia que exhibió a finales de los ochenta y mediados de los noventa estuvieran intacta.
Dos toros que se embistieron con la fuerza de los casi 100 kilos de Tyson y los 95 de Jones. No hubo concesiones, la demostración dejó constancia de que el boxeo no es un juego, aunque sea amistoso.
Este tipo es todavía muy fuerte, dijo Jones al final; hay que estar en este lugar para saber cómo son sus golpes. El trabajo que hizo sobre mi cuerpo me dolió.
Tyson estuvo de acuerdo con el simbólico empate que decretaron, el acuerdo fue que no habría vencedor.
“Yo era quien debía tener miedo esta noche, hace 15 años no peleaba”, dijo divertido Tyson.
“Él lo hizo hace dos años apenas. El novato aquí soy yo”, ironizó.
Tyson, quien recibió un pago de 10 millones de dólares, dijo que la mayoría sería donado para una causa social.
«Esto es más grande que ganar un campeonato, porque es humanitario», agregó Tyson.
«Esto es para ayudar a la gente. Estoy feliz porque podemos hacer felices a los demás», concluyó.